Una de cada cinco mujeres y uno de cada siete hombres mayores de 20 años fueron víctimas de abuso sexual infantil, de acuerdo con el paper “Prevalencia de la violencia sexual contra niños y edad de la primera exposición: un análisis global por ubicación, edad y sexo (1990-2023)”, publicado en la revista The Lancet este 2025.
De acuerdo con Felicia Knaul, profesora Visitante Distinguida del Tec de Monterrey, quien es una de las autoras del estudio, no existía en el mundo un análisis de las cifras de violencia sexual en contra de las infancias a nivel global, hasta ahora.
La investigación, que revisa información de 204 países, revela datos desoladores: el 67.3% de las mujeres y 71.9% de los hombres que sufrieron violencia sexual experimentaron su primer abuso antes de los 18 años. En el caso de las mujeres, 7.7% reportaron que el primer episodio ocurrió antes de los 12 años.
“Estas cifras probablemente subestiman la realidad debido a la falta de denuncia y las limitaciones en los sistemas de registro”, advierte el estudio, realizado por investigadores del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington en Seattle, en el que se consultaron 460 fuentes con datos globales y por cada país.
Uno de los retos para la investigación, según Knaul, es que la violencia en todas sus formas no está medida de forma correcta y cuando hablamos de violencia sexual infantil, si bien coincidimos cuando existe violación, no tenemos los mismos parámetros cuando se habla de abuso físico o psicológico.
“Es un tema complicado (la definición). Cuando hablamos de abuso físico: de qué es, con qué tipo de objeto, cuántas veces, con qué fuerza, es complejo”, explica.
Los perpetradores de estos crímenes están integrados en la sociedad
Quizá uno de los hallazgos más lamentables de este estudio, es que desde 1990 y hasta 2023, los abusos han permanecido en las mismas proporciones, es decir, que a pesar de los esfuerzos de combatir estos delitos, tanto localmente como a nivel mundial, el problema no ha decrecido.
Para Knaul, esta situación se explica porque quienes cometen los crímenes están integrados en la sociedad sin que estén siendo señalados ni investigados.
“Significa que no hemos querido medirlo y enfrentarlo porque quienes lo hacen están en nuestro medio. Para lograr abusar de tantos niños y maltratar a tantas mujeres se necesitan muchos y están por todos lados, son parte de la sociedad”, explica Knaul.
¿Cuáles son los países con mayor y menor prevalencia?
La mayor prevalencia de violencia sexual en las niñas se registra en las Islas Salomón con 42.6%, en Costa de Marfil con 33%, en Chile con 31%, en Costa Rica con 30.9% y en India con 30.8%. Por otro lado, la menor incidencia se muestra en Montenegro con 6.9% y en Vietnam y Rumania con 7%.
Con relación a los niños, Costa de Marfil encabeza las cifras de violencia sexual con 28.3%, le siguen Bangladesh con 27.7%, Botswana con 27.1%, Haití con 26% y Nigeria con 24.2%. Los menores índices los registran Mongolia, con 4.2%, Georgia con 7.1% y Armenia con 7.1%.
Tal como hemos notado, dos países de América Latina (Chile y Costa Rica) están entre los de mayor prevalencia de violencia sexual en niñas. En el caso de México, el 17.4% de las mujeres y el 13.6% de los hombres reportaron haber sufrido este tipo de abusos en su niñez.
Cabe mencionar, que el estudio encontró que 63 países no cuentan con ningún informe sobre violencia sexual infantil. Al respecto, Felicia Knaul menciona que, si bien, algunas de estas naciones carecen de recursos para realizar una investigación, en otros casos, este tipo de abusos son culturalmente aceptados como los matrimonios de niñas y adolescentes con hombres mayores de edad.
Para comenzar a resolver este problema, Knaul propone reconocer el abuso sexual infantil como una prioridad de los sistemas de salud pública, desarrollar proyectos de educación pública enfocados en hombres y en niños en las escuelas, dado que ellos son en su mayoría los perpetradores de estos crímenes.
“Es importante que cuando empecemos una intervención no sea solo en salud sino en educación, generación de ingresos que tiene que ser con un enfoque interdisciplinario”, concluye la especialista en salud y desarrollo social.
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