Fostering Care Ecologies: Tech-Community driven living labs, un proyecto desarrollado por investigadores de la Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño (EAAD) del Tecnológico de Monterrey, ha sido seleccionado para formar parte de la 19ª Exposición Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia. Este evento, uno de los espacios más prestigiosos para el pensamiento arquitectónico global, se celebrará del 10 de mayo al 23 de noviembre de 2025, bajo la curaduría del arquitecto Carlo Ratti.
Con el tema Intelligens. Natural. Artificial. Collective, la Bienal 2025 busca explorar el papel de distintas formas de inteligencia —desde la Inteligencia Artificial hasta la sabiduría comunitaria— en la transformación del entorno construido. La propuesta del Tec fue una de las 280 seleccionadas de entre más de 750 postulaciones de todo el mundo. Es además la única iniciativa universitaria de América Latina incluida en esta edición.

Arquitectura como plataforma de investigación
La propuesta del Tec de Monterrey no es una exhibición estática: es el resultado de una línea de investigación aplicada que articula diseño, ciencia y comunidad. Sus “laboratorios vivos” —implementados en los estados de Jalisco, Querétaro y Chihuahua— funcionan como entornos experimentales donde se ensayan modelos de regeneración territorial a partir del conocimiento interdisciplinario.
“Nuestra participación está orientada a mostrar cómo la arquitectura, desde el ámbito universitario, puede ser una herramienta crítica para investigar nuevas formas de habitar frente a los retos climáticos y sociales”, explicó Alfredo Hidalgo, decano nacional interino de la EAAD y curador del proyecto. “La Bienal nos permite internacionalizar la conversación sobre el rol de las universidades como generadoras de conocimiento con impacto”.
Living labs como metodologías de producción de conocimiento
Cada laboratorio parte de una hipótesis de investigación: ¿cómo integrar saberes tecnológicos, ecológicos y sociales en soluciones arquitectónicas sostenibles?
Para responder, los equipos han desarrollado estrategias de co-diseño con comunidades locales, integrando métodos cualitativos y cuantitativos, tecnologías digitales, y evaluaciones de impacto ambiental y social.
- En Chihuahua, bajo la dirección de Emanuele Giorgi, el laboratorio enfocado en comunidades vulnerables impulsa tecnologías de acceso al agua, agricultura sostenible y turismo ecológico. Entre sus resultados: desarrollo de filtros para eliminar arsénico y flúor en Julimes, e instalación de invernaderos con riego solar y monitoreo con drones en Nuevas Delicias.
- En Jalisco, el C+LAB dirigido por María Elena de la Torre trabaja en la zona del Bosque La Primavera. Ahí se combinan estrategias de saneamiento, educación ambiental y ecoturismo regenerativo. Un caso destacado es la restauración del río Las Tortugas, mediante soluciones basadas en la naturaleza para reconectar a la comunidad con su ecosistema.
- En Querétaro, el NatRural Lab liderado por Carlos Cobreros opera en la Reserva de la Biosfera de la Sierra Gorda. Se promueven modelos de turismo consciente, educación ambiental y aprovechamiento forestal responsable, especialmente en los hubs de La Barranca y Tejamanil.
“Estamos investigando cómo distintas inteligencias —la colectiva, la natural, la artificial— pueden interactuar para generar respuestas arquitectónicas relevantes”, señaló Giorgi. “Es un enfoque que une ciencia aplicada con participación comunitaria para generar modelos replicables de diseño regenerativo”.
Estas experiencias integran herramientas de diseño paramétrico, sensores ambientales, simulaciones, análisis de datos y documentación de saberes locales. Todo ello convierte a los living labs en plataformas de investigación en tiempo real con capacidad de escalar soluciones.

Investigación desde y para los territorios
El proyecto se distingue por su enfoque transdisciplinario. Profesores, estudiantes, egresados y comunidades colaboran como coinvestigadores. “La arquitectura regenerativa es tanto un proceso científico como un compromiso ético”, indicó María Elena de la Torre, investigadora de la EAAD. “Nuestros laboratorios buscan sistematizar aprendizajes comunitarios, integrar tecnologías sostenibles y generar evidencia sobre los beneficios sociales y ambientales del diseño participativo”.
Un caso ejemplar es El Mirador, una estructura construida por estudiantes junto con brigadistas del Bosque La Primavera, que permite apreciar la naturaleza desde una infraestructura ecológica diseñada con datos y experiencia local.
Del aula al territorio: ciencia abierta y aprendizaje vivencial
Además de su presencia en la exposición principal, la EAAD tendrá una muestra en el Centro Cultural Europeo y publicará un libro con los proyectos seleccionados a través de una convocatoria interna que recibió cerca de 90 propuestas estudiantiles. De ellas, 19 fueron elegidas para integrar esta visión colectiva.
“Se trata de llevar los hallazgos al territorio, en un modelo que reconoce a los estudiantes como agentes de cambio y a las comunidades como fuentes legítimas de conocimiento”, dijo Juan Pablo Murra, rector de profesional y posgrado del Tec. “El objetivo es crear redes donde ciencia, tecnología y saber local converjan”.
Para Carlos Cobreros, este esfuerzo colectivo demuestra cómo la arquitectura se convierte en una oportunidad para el cambio sistémico: “La Bienal reúne trabajos que entienden la arquitectura no como forma, sino como relación. Relación con el territorio, con el otro, con la vida misma”. (Con información de Mónica Torres, CONECTA)
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