Cuando eran niños, los hermanos Enkerlin (ambos EXATEC) cuidaron venados, osos, coatíes, búhos, loros, canarios, víboras, tarántulas y hasta un tejón. Walther Enkerlin recuerda todavía la cicatriz que le dejó la mordida de este último.
En ese zoológico doméstico de la Colonia Country, en Monterrey, él y su hermano mayor, Ernesto Enkerlin, adoptaron el respeto y cariño por la naturaleza que marcaría el resto de sus carreras científicas.
Los hermanos Enkerlin son hijos de Dieter Enkerlin Schallenmüller, profesor del Tec de Monterrey y fundador de MoscaMed, y de Ana María Höeflich Esponsa, ambos de ascendencia alemana, crecieron con la ciencia en casa junto a tres hermanas y otro hermano.
Esa cercanía a toda clase de animales durante la infancia los llevó a elegir carreras que les permitieran seguir vinculados a la naturaleza.
Ernesto estudió Ingeniería Agrónoma en Producción en el Tec, con especialización en zootecnia, y después realizó un doctorado en Ciencias de Vida Silvestre en Texas A&M University.
Walther, también egresado del Tec, se inclinó hacia el estudio de los insectos y el control de plagas, disciplina que marcaría su trayectoria profesional.
La aventura del emprendimiento y la ciencia aplicada
“Yo, a diferencia de Walther, siempre he sido superadicto al riesgo”, recuerda Ernesto. Tras su licenciatura en Texas, decidió emprender con una huerta de manzanas que luego se convirtió en una marca propia de fruta. Sin embargo, la apertura comercial de los años noventa y la competencia con productos estadounidenses acabaron con su aventura empresarial.
Mientras tanto, Walther, que había viajado a Canadá como voluntario en el Royal Botanical Gardens antes de volver a México, se incorporó a MoscaMed, programa pionero en la aplicación de la técnica del insecto estéril para combatir la mosca del Mediterráneo, una especie invasora en el país. Esta estrategia consistía en irradiar a los insectos para volverlos infértiles y luego liberarlos en las zonas afectadas. Al aparearse sin éxito con las moscas silvestres, la población disminuía.
Con esta innovación, México logró posicionarse como exportador de frutas libres de plaga.
En los noventa, la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) abrió oportunidades inéditas para la agricultura mexicana.
Un legado internacional
Tras dejar el emprendimiento agrícola, Ernesto volvió a Texas A&M para doctorarse y luego se integró como profesor investigador en el Centro de Calidad Ambiental del Tec.
En 2001, fue nombrado presidente de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp). Desde ahí impulsó un nuevo paradigma de conservación: incluir a las comunidades locales en la protección de los ecosistemas, en lugar de excluirlas.
Durante sus nueve años de gestión, México incrementó en 50% las áreas naturales protegidas, registró 125 humedales en la lista Ramsar y la Reserva de la Biósfera de la Mariposa Monarca fue reconocida como Patrimonio de la Humanidad.
En 2010, Walther asumió la dirección del programa internacional de MoscaMed, llevando las técnicas desarrolladas en México a otros países.
Más tarde se incorporó al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), donde promovió el uso de la técnica del insecto estéril a nivel global. Casi 10 años después, se retiró de la institución, aunque continúa trabajando como consultor.
Por su parte, Ernesto hoy es director científico de la Organización Vida Silvestre, miembro fundador de Pronatura y líder del proyecto Paisaje Aguacatero, que busca transformar la industria del aguacate hacia prácticas más sustentables.
Ambos hermanos Enkerlin reconocen la influencia de su padre, Dieter Enkerlin, y coinciden en que su apellido les abrió puertas, pero también en que su legado se debe a la pasión y compromiso con la ciencia.
Su historia muestra cómo la conservación ambiental y el control de plagas agrícolas pueden ser una vocación familiar con impacto nacional e internacional.
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