Jorge Valdez tenía varios años dedicándose a la investigación médica en oftalmología, hasta que, un día, halló algo con el potencial de beneficiar a cientos de personas que esperan un trasplante de córnea.
Entonces, supo que su idea no podía quedarse solamente en el papel, tenía que hacerla realidad.
Valdez, especialista en oftalmología e investigador científico en Ciencias de la Salud, en el Tec de Monterrey, había descubierto una manera de cultivar células para la córnea, las cuales podían usarse durante un trasplante para mejorar la recuperación del tejido de los ojos.
La publicación se convirtió en un emprendimiento, en el que −primero− había que desarrollar la tecnología, crear un producto mínimo viable o un prototipo y, después, comenzar las pruebas clínicas para llegar a tener un producto funcional.
Más tarde, el investigador se enfrentaría a una decisión crucial: la tecnología sería vendida o si se convertiría en una empresa para llevar esta solución al mercado. Valdez tomó el segundo camino.
Al igual que él, los emprendedores de base científico-tecnológica suelen encarar decisiones llenas de retos y posibilidades, si es que quieren llegar a las grandes ligas del emprendimiento de este tipo.
Encontrar recursos para financiar la empresa, identificar clientes potenciales y establecer alianzas, además de desarrollar planes claros para alcanzar objetivos del mercado y gestionar procesos de la empresa como el de recursos humanos y el de contabilidad, son aspectos clave para el desarrollo de una startup basada en ciencia.
De emprendimiento a empresa
Jorge Avendaño, director asociado de Desarrollo de Producto dentro de la Oficina de Transferencia de Tecnología (OTT) del Tec de Monterrey, señala que, tras llevar su investigación del papel a algo tangible como un producto o servicio, los emprendedores científicos se encontrarán con los desafíos que representa abrir una empresa.
Avendaño, junto con Joel Cano, director asociado de Desarrollo de Negocios en la OTT, explican que el decisivo primer paso en este proceso es evaluar el nivel de preparación empresarial que se tiene.
“Necesitamos ver qué tan listo está el emprendimiento para ser un negocio, que la tecnología esté lista, correctamente protegida, patentada y que exista el interés de crear un emprendimiento de base científico-tecnológica”, aclara Cano.
Los casos de éxito
Desde los inicios de su investigación, Jorge Valdez −quien también es editor científico en TecScience− notó el potencial de su trabajo para marcar una diferencia en la vida de las personas, así que inició su camino en el emprendimiento basado en ciencia e investigación.
“Después de hacer una startup viene una parte muy interesante que es seguir creciendo, ya sea para perfeccionar tu producto, llevarlo inmediatamente al mercado o, incluso, ser adquirido por una empresa”, ahonda Valdez.
Para este punto, él se acercó a la OTT, con la que trabajó en conjunto para formar una startup. Ahí obtuvo asesoramiento experto y accedió, además, a inversión y crecimiento.
Desarrollar la idea, formar un equipo y realizar pruebas exhaustivas fueron algunos de los pasos iniciales de su recién creada empresa llamada Ocular Bio Design.
Cuando se armó el equipo multidisciplinario de investigadores, científicos y expertos en negocios, cada uno aportó habilidades y experiencias fundamentales en la etapa de investigación y desarrollo.
Tras hacer pruebas exhaustivas para perfeccionar su tecnología y asegurarse de que cumpliera con los estándares de calidad necesarios, comenzaron las pruebas clínicas y de laboratorio.
Este también fue el caso de la empresa Global Nano Additives, fundada por Edgar Raygoza mientras estudiaba un doctorado en Ciencias de la Ingeniería con especialidad en nanofluidos en el Tec.
Su objetivo de investigación era mejorar las propiedades térmicas y dieléctricas de los aditivos industriales, pero pronto descubrió que podía llevarlo a un mercado automotriz y aeroespacial.
Raygoza y su equipo se aventuraron a escalar su producto hasta crear una empresa, pasando por programas de incubación y asesoramiento en la generación de un modelo de negocio junto con la OTT.
“Con ellos iniciamos los prototipos y luego las primeras pruebas. También hicimos el licenciamiento de la tecnología y aplicamos para algunos fondos. Un factor importante siempre es el financiamiento, pero creo que el reto más grande es la introducción del producto al mercado; tus clientes te exigen y, a veces, no tienes margen de error”, dice Raygoza en entrevista.
¿Cuáles son los aspectos que definen el éxito o fracaso de una empresa basada en ciencia? ¿Qué elementos deben cuidarse para entrar de manera exitosa a estas ‘grandes ligas’ del emprendimiento de base científico-tecnológica?
Aspectos clave del emprendimiento de base científico-tecnológica
En las acciones principales que comparten Avendaño, Cano y −desde su experiencia− Valdez y Raygoza, están un liderazgo eficaz, un emprendedor y un equipo motivado, resistente y con habilidades de comunicación, así como competencias en diversos campos.
Se busca asegurar que el equipo fundador cuente con experiencia científica, con habilidades empresariales y con la capacidad de gestionar un negocio en crecimiento.
Tener una base tecnológica sólida es esencial para el éxito de una empresa, al igual que el cuidado de aspectos como la presencia de una patente y tener objetivos claros para satisfacer las necesidades de un mercado.
Otra cuestión clave es encontrar los recursos financieros para el correcto funcionamiento de la empresa desde sus primeros años hasta etapas posteriores.
Avendaño dice que es esencial tener diversas fuentes de financiamiento, desde recursos propios o de amigos, conocidos y socios, hasta buscar inversionistas de capital de riesgo que invierten grandes cantidades a empresas y ofrecen posibilidades flexibles de uso del dinero.
Definir y atraer un mercado específico, que tenga clientes potenciales suficientes, es el siguiente paso para asegurar la sostenibilidad y el crecimiento futuro de la empresa, así como ir adaptándose a las demandas de este.
En este proceso también existe un espacio para el establecimiento de alianzas con socios estratégicos, tanto para acceder a recursos clave y financiamiento, como para apoyarse en las capacidades de fabricación y canales de comercialización.
“Si tú, como emprendedor, tienes una alianza correcta para la manufactura de tu producto, puede ser que no sea necesario que abras una planta, sino que mandes maquilar con esa empresa que ya tiene la capacidad de armar una línea de producción para tu producto. O si alguien ya vende algo similar, puede que sea tu aliado y hacer algo tan sencillo como agregar un producto nuevo a lo que ya está comercializando”, explica Avendaño.
Una vez establecida la empresa, se deben considerar procesos internos indispensables para un buen funcionamiento, como la contabilidad, los recursos humanos y las compras, en los que Avendaño recomienda tener especialistas en esos temas, para evitar distracciones, tanto de quienes dirigen la compañía como de quienes mejoran la tecnología.
Por último, los especialistas coinciden en que se vuelve necesario tener planes definidos y realizables para ingresar al mercado y definir objetivos a corto, mediano y largo plazo, para trazar un camino que lleve al éxito empresarial.
“Es imposible predecir el futuro, no te podríamos decir hacia dónde irá o cómo se verá tu empresa en el futuro, pero si tienes un plan de negocios y una ruta de crecimiento, puedes trabajar en encontrar clientes, ingresos e incluso apoyos de financiamiento de investigación científica y seguir construyendo una empresa de base científico-tecnológica”, concluye Cano.