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Tec de Monterrey y el Ragon Institute exploran el camino hacia el ensayo clínico de una cura funcional contra el VIH

La teoría de redes utilizada para desarrollar una vacuna terapéutica, busca no solo prevenir la infección, también brindar a quienes viven con el virus dejen su medicación sin sufrir un rebote viral.
cura funcional contra el VIH
Ilustración de una partícula de virus cuya envoltura externa está siendo interrumpida por anticuerpos. Estos reconocen y se unen a las proteínas de la superficie viral, neutralizando al virus e impidiendo que infecte a las células del huésped. (Ilustración: Getty Images)

La búsqueda de una cura para el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) ha sido uno de los desafíos más complejos de la medicina moderna.

Sin embargo, una nueva colaboración científica entre el Ragon Institute en Massachusetts y el Tecnológico de Monterrey podría resultar en una nueva ruta.

Durante el primer simposio conjunto entre ambas instituciones, investigadores revelaron una propuesta para iniciar ensayos clínicos en México de una nueva vacuna terapéutica contra el VIH.

La vacuna, desarrollada por el laboratorio de Gaurav Gaiha en el Ragon Institute, utiliza la teoría de redes—una rama de las matemáticas aplicada comúnmente en ingeniería y sistemas informáticos—para identificar los puntos débiles estructurales del virus.

Esta metodología ha permitido el diseño de una vacuna terapéutica que busca no solo prevenir la infección, sino permitir que las personas que ya viven con el virus puedan dejar su medicación diaria sin sufrir un rebote viral.

La ciencia: cuando la biología encuentra a la topología

El gran obstáculo para desarrollar vacunas efectivas contra el VIH ha sido su capacidad de mutación, explicó Gaiha. El virus cambia tan rápidamente que, para cuando el sistema inmunológico aprende a atacarlo, el patógeno ya ha modificado su apariencia.

“En realidad, el virus casi siempre puede superar la respuesta de las células T humanas”, dijo Gaiha.

Sin embargo, la investigación presentada en el simposio sugiere que esta variabilidad tiene límites estructurales.

El equipo del Gaiha aplicó algoritmos de teoría de redes para analizar la estructura de las proteínas del VIH. En lugar de observar la secuencia genética lineal, estudiaron la estructura del virus como una red de nodos conectados.

“La idea era tomar la estructura de la proteína y transformarla en una red, y luego determinar cuáles son los residuos de aminoácidos críticos y las interacciones entre ellos”, explicó el experto.

A través de este análisis, identificaron lo que denominan “residuos altamente conectados”.

Estos son aminoácidos específicos que actúan como columnas de carga en un edificio. Son tan críticos para la estabilidad estructural del virus que este no puede mutarlos sin autodestruirse o perder su capacidad de replicación.

El objetivo de la nueva vacuna es entrenar a las células T, que combaten las infecciones, a que ignoren las partes del virus que cambian constantemente y concentren su ataque exclusivamente en estos nodos estructurales fijos. Si el virus intenta mutar en estos puntos para escapar del ataque inmunológico, su estructura colapsa y deja de ser infeccioso.

“Con esta herramienta en la mano, estábamos muy entusiasmados por aplicarla al VIH, obviamente un patógeno de gran relevancia mundial”, dijo Gaiha.

También, explicó que la estrategia se basa en los llamados “controladores de élite”, ese pequeño porcentaje de personas que viven con VIH y son capaces de controlar el virus naturalmente sin necesidad de medicamentos. Los estudios del Ragon Institute han demostrado que el sistema inmunológico de estos individuos ataca, precisamente, estas regiones altamente conectadas.

Una cura funcional

A diferencia de una vacuna preventiva, el ensayo clínico propuesto para México busca una “cura funcional”.

Actualmente, las personas con VIH dependen de la terapia antirretroviral (ART) de por vida. Si dejan de tomar las pastillas, el virus que permanece latente en el cuerpo vuelve a multiplicarse.

Una cura funcional no necesariamente elimina cada copia del virus del cuerpo, sino que entrena al sistema inmune para mantener el virus suprimido indefinidamente sin necesidad de fármacos externos.

Según se explicó en el simposio, la meta es administrar esta vacuna a pacientes que están estables bajo tratamiento antirretroviral, inducir una respuesta de células T potente contra estos objetivos estructurales y, eventualmente, retirar el tratamiento farmacológico bajo supervisión médica.

Los ensayos actuales de esta tecnología se están llevando a cabo en África subsahariana, donde predomina el subtipo, o clado C del VIH. En julio, vacunaron a su primer voluntario en Zimbabue. Actualmente, han inoculado a 73 individuos en la clínica Mutala.

Sin embargo, para validar la eficacia global de la vacuna, es imperativo probarla contra el clado B, que es el subtipo predominante en América del Norte, Europa y México.

Esa necesidad científica es una de las razones por las que buscan conducir ensayos clínicos en México.

Por otro lado, el entorno regulatorio juega un papel decisivo. Durante el simposio, se discutió cómo los procesos para iniciar nuevos ensayos clínicos en Estados Unidos, bajo la FDA, se han vuelto lentos y costosos.

Los investigadores ven en México la oportunidad de realizar ensayos con el mismo rigor científico, pero con una agilidad regulatoria que permita avanzar más rápido. “Si pudiéramos tener la imagen del primer paciente dosificado en México, creo que sería fenomenal para el próximo año”, comentó Gaiha, señalando 2026 como la fecha objetivo para la colaboración.

La Clínica VIHVA

Para ejecutar un ensayo de esta complejidad, se requiere un socio clínico de primer nivel. Una de las posibles sedes de esta operación podría será el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), representado en el simposio por Brenda Crabtree, una figura con 20 años de experiencia en la investigación del VIH y profesora del programa de VIH de la UNAM.

Bajo su liderazgo, la Clinica VIHVA ha evolucionado de ser un centro de atención básica fundado en 1986, cuando no existían tratamientos, a convertirse en un centro de investigación de vanguardia. La clínica fue pionera en implementar el tratamiento antirretroviral universal en México en 2014, antes que muchos países de la región.

Hoy, la Clínica VIHVA tiene 1,600 pacientes activos que han acudido a sus servicios al menos una vez al año.

Como centro de referencia y una de las clínicas más grandes de América Latina, el 60% de sus pacientes presentan enfermedad avanzada por VIH. La mayoría de ellos no han recibido tratamiento ART.

Su liderazgo ha llevado a la clínica a obtener la certificación del ACTG, una red mundial de ensayos clínicos para mejorar el manejo del VIH y sus comorbilidades. Al recibir esta acreditación en 2021, validaron sus estándares ante los institutos nacionales de salud de Estados Unidos y prepararon el terreno para recibir la vacuna experimental en el futuro.

El camino hacia el ensayo clínico

El camino hacia el ensayo clínico es solo una parte de una colaboración más amplia que ya está en marcha. Según detallaron los organizadores del simposio, el acuerdo entre el Tec de Monterrey y el Ragon Institute incluye una inversión inmediata en capital humano y científico.

El primer hito concreto ocurrirá en enero de 2026, cuando la primera generación de investigadores postdoctorales del Tec aterrice en Boston para iniciar estancias de tres años. Estos científicos actuarán como el puente operativo entre ambas instituciones.

Paralelamente, se anunció que ya se han financiado tres subvenciones piloto para proyectos conjuntos, con la promesa de abrir convocatorias para fondos de mayor escala el próximo año.

“Espero que esta colaboración entre nuestros dos institutos inicie programas que ayuden a llenar ese vacío para realmente aprovechar el potencial y el crecimiento de la ciencia y la investigación en México”, dijo Alison Ringel, del instituto.


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Autor

Picture of Nuria Márquez Martínez