Douglas Lowell Mann es profesor de Biología Celular y Fisiología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis y dedica su trabajo al estudio de las fallas cardiacas.
Él asegura que la obesidad y el sobrepeso (tanto en hombres como en mujeres) son los principales factores de riesgo para problemas del corazón.
Durante su conferencia en la segunda edición del Congreso Internacional sobre Investigación en Obesidad, organizado por el Institute for Obesity Research del Tec de Monterrey, Lowell explicó que los tratamientos para el corazón pueden ser efectivos, pero solo para el 50% de las personas. Hay un grupo que necesita trasplantes o dispositivos de asistencia.
Obesidad e insuficiencia cardiaca
Los problemas cardiacos que sufren los pacientes son varios. Un ejemplo es la Insuficiencia Cardíaca Diastólica (HFpEF), cuando el miocardio −tejido muscular que bombea la sangre− no puede llenarse tan fácilmente.
También, la insuficiencia cardiaca sistólica (HFrEF) en donde el miocardio no puede contraerse muy bien y tiene deficiencias a la hora de llevar la sangre al cuerpo.
Estas condiciones ocasionan un proceso conocido como Remodelado del Ventrículo Izquierdo (LV Remodeling), en el que el corazón pierde su capacidad de contraerse, se adelgaza y dilata.
Douglas señala que los tratamientos, como pérdida de peso o regulación metabólica, e incluso dispositivos médicos, no son suficientes tras el daño por fallas cardiacas.
En cambio, considera que la prevención y la intervención temprana del sobrepeso, obesidad y otros factores de riesgo, pueden ser de ayuda frente a estas condiciones médicas.
Daños irreversibles
Lowell afirmó que existen tratamientos que ayudan a revertir las fallas cardiacas en diferente medida, sin embargo, el éxito no es frecuente.
Estas fallas, explica, no son solamente debido a episodios aislados como infartos, sino a condiciones paulatinas como el mismo sobrepeso, presión arterial alta y diabetes, entre otros.
Estas fallas ocasionan una disminución en la fracción de eyección, es decir, el proceso en el que el corazón bombea la sangre.
Esto llega a afectar la calidad de vida de las personas y genera una mayor reincidencia en hospitalizaciones por insuficiencias cardiacas, incluso, la muerte.
A pesar de que algunos pacientes parecen haber vuelto a tener una “función cardiaca normal”, tras diversos tratamientos, el retorno a un estado óptimo de la salud del corazón sucede en la minoría de los casos.
“Comúnmente hay una recuperación parcial tras una falla cardiaca, alrededor de entre 40% y 50%, pero desafortunadamente hay un grupo de gente a quien no le va bien que tiene que recurrir a trasplantes y dispositivos de asistencia ventricular”, dice Lowell.
Lowell formó parte del grupo de expertos durante el Congreso organizado por el IOR (Foto: Alejandro Salazar / TecScience)
La clave está en la prevención
Douglas explica que, después de que los pacientes reciben tratamiento o terapias, pueden mantenerse estables durante algunos años o, incluso, por el resto de sus vidas.
Sin embargo, estas personas pueden desarrollar fallas cardiacas más graves con el paso del tiempo, a pesar de que reciban las mejores terapias existentes.
“Esto representa una oportunidad para la innovación y descubrimiento de nuevos medicamentos y tratamientos”.
Dentro de sus observaciones finales, Lowell insistió en que uno de los posibles mejores tratamientos actuales consiste en el fortalecimiento de una cultura de prevención de los factores que contribuyen a las fallas cardiacas.
“La pérdida de peso y la dieta no son suficientes por sí solas, debería haber políticas públicas de salud para terapias de pérdida de peso y prevención”, afirmó.