La actividad humana genera residuos que pueden terminar en vertederos de basura o en el ambiente, por ejemplo, los medicamentos que consumimos y que al ser desechados por nuestros cuerpos terminan en cuerpos de agua, como ríos y océanos.
Recientemente, científicos e investigadores han estudiado los efectos que tienen estos medicamentos, como los antidepresivos, en la naturaleza y en los animales que viven en el agua.
Juan Eduardo Sosa, investigador del Tec de Monterrey en el Institute of Advance Materials for Sustainable Manufacturing, señala que los humanos se apoyan en medicamentos con compuestos químicos que no siempre son metabolizados y terminan en los desagües.
A pesar de que existen procesos de tratamiento de aguas residuales en algunas urbes, estos medicamentos impactan en organismos acuáticos como crustáceos, almejas y otras especies, afectando además las cadenas alimentarias y la salud de los ecosistemas acuáticos.
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Antidepresivos en el agua y su impacto en ecosistemas
En la investigación llamada Antidepressant drugs as emerging contaminants: Occurrence in urban and non urban waters and analytical methods for their detection, Sosa, junto con un grupo de investigadores del Tec y la Universidad Autónoma de Nuevo León, explica que existen técnicas avanzadas de biomarcadores que se utilizan para detectar sustancias específicas y evaluar su impacto en el medio ambiente.
Por ejemplo, como la fluoxetina, usada para combatir trastornos de depresión en las personas, tiene un impacto en especies de peces como la Argyrosomus regius que durante una exposición de 15 días de un microgramo por mililitro, afecta su crecimiento, inhibe sus mecanismos de desintoxicación y daña el ADN en su hígado.
El uso de estos biomarcadores ha permitido conocer el impacto de otras sustancias como sertralina, citalopram, duloxetina, que son recetadas como antidepresivos.
Los investigadores también analizaron los intentos de degradación de estos químicos mediante diversos métodos, como la depuración biológica por lodos o barros o sistemas que usan luz ultravioleta, entre otros.
Ninguno de estos procesos ha sido reportado con una efectividad total del 100%, aunque algunos han llegado hasta entre el 95% y el 99% de eliminación.
La pandemia, un aumento en el problema y una búsqueda de soluciones
Sosa explica que con la pandemia hubo un incremento del uso de estos medicamentos, así que comenzaron a estudiar más a detalle qué impactos tendrán en los ecosistemas marinos.
“Poco a poco iban saliendo algunos reportes de colegas que hacían también estudios en campo y notaron lo mismo, la gente usando más antidepresivos y teniendo un impacto en el agua y en los animales”, dice.
Otro de los aspectos compartidos por el investigador, es que el problema de la falta de agua y el estrés hídrico, ha ocasionado que los ríos y lagos sean cada vez más pequeños, haciendo que la concentración de estos químicos sea mayor, lo que puede acelerar el impacto en los ecosistemas.
Actualmente, Sosa trabaja con otros investigadores en el uso de microalgas o crustáceos como el llamado Daphnia, que pueden atrapar y transformar estas sustancias, como si metabolizan los químicos y reducidas a dióxido de carbono
“No solo tenemos que trabajar para estar más atentos en la detección, sino también para hacer que los tratamientos de agua sean mejores y que el reuso de esta sea un proceso más natural y seguro”, dice Sosa.