Finalmente estás allí. Llegaste a la playa para tener unas merecidas vacaciones. Te quitas las sandalias, encajas los pies en la arena y hasta jugueteas con ella entre los dedos. De pronto, alcanzas a ver en el agua una mancha oscura que se mece junto con las olas y termina amontonándose en la orilla hasta formar pequeños cerros.
Te acercas para ver de qué se trata y te das cuenta de que son algas. Se están empezando a descomponer y desprenden un ligero olor a huevo podrido. Se trata del sargazo, ese problema ambiental del que has escuchado en las noticias y que, por más feo que parezca, se puede convertir en un recurso de alto valor.
¿Qué es el sargazo?
El sargazo lleva muchos años llegando a las costas del Caribe Mexicano, pero, en 2011, las toneladas y toneladas de esta macroalga comenzaron a convertirse en un problema que hoy afecta no solo al turismo y la economía local, sino al medio ambiente y el ecosistema marino, además representa un riesgo para la salud humana, con afecciones respiratorias, cardiovasculares y neurológicas.
“No es solamente un problema de la estética de la playa o de que la gente no se pueda bañar, es un fenómeno ecológico bastante complejo que tiene que ver con los cambios en las corrientes oceánicas, de temperaturas y el aumento de nutrientes que hay en el mar. Necesitamos encontrar soluciones que sean costeables para que se pueda recolectar y procesar”, dice Danay Carrillo Nieves, investigadora de la Escuela de Ingeniería y Ciencias y líder del Carrillo Biorefinery Lab, en el Tec, campus Guadalajara.
El alga que llega a México es, principalmente, de dos especies: natans y fluitans. Viene desde el Mar de los Sargazos, al norte de las Bermudas —sí, allí donde se pierden los barcos— y es arrastrado por las corrientes oceánicas, eso quiere decir que atraviesa el Atlántico y rodea varias regiones del mundo —incluyendo África y Sudamérica— hasta llegar al Caribe Mexicano.
Tiene paredes celulares resistentes y es recalcitrante, es decir, su estructura es difícil de degradar.
Además, viene con metales pesados como arsénico, aluminio, cobre y limita que pueda ser una materia prima. Si no se maneja bien, impacta en la erosión de la playa, afecta la anidación de tortugas y las manchas flotantes no dejan que penetre el sol y dañan los corales.
Durante su infancia, en Cuba, la investigadora Carrillo Nieves conoció esta alga cuando iba a la playa y se encontraba con algunas ramitas que simplemente lanzaba lejos cuando le empezaban a molestar.
En 2018, en un viaje familiar a Cancún, vio que esas pocas ramitas se habían multiplicado hasta formar grandes masas en el agua, que ya no le permitían entrar al mar.
Como ingeniera química, pensó sobre cómo esa materia vegetal en descomposición tendría que ver con la liberación de gases como el amoniaco y el sulfuro de hidrógeno, que son tóxicos para el ser humano.
Posibles soluciones para el sargazo
Ese interés por aprovechar el sargazo la llevó a diseñar un proyecto para estudiarlo y darle un valor agregado. Hizo una propuesta y ganó una convocatoria del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) y CONTEX (una iniciativa conjunta del Sistema Universitario de Texas y el gobierno mexicano) para encontrar formas de reducir su impacto.
Carrillo y sus colegas, a través de biorefinería para convertir materias orgánicas en recursos, realizan estudios para aislar compuestos bioactivos presentes en la macroalga —como alginato, fucoidano y fucoxantina, así como polifenoles y laminarina— con potencial de uso en las industrias farmacéutica, alimentaria, cosmética y agrícola.
Además, la biomasa y los residuos resultantes pueden procesarse para obtener biogás y biofertilizantes, lo que permite aprovechar el 100% del sargazo.
En el Tec de Monterrey, campus Guadalajara, un equipo encabezado por investigadores como Tomás García Cayuela desarrolla métodos de extracción de estos compuestos que sean respetuosos con el medio ambiente. El objetivo es evitar que la solución genere un impacto igual o mayor al problema, por ejemplo, descartando el uso de solventes agresivos y optando por técnicas como ultrasonido o el uso de etanol.

Científicos de otras universidades se unen al reto
Raúl Tapia Tussell, investigador titular de la Unidad de Energías Renovables y director de Gestión Tecnológica del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) también es parte de este grupo coordinado por la secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (Secihti) para combatir el problema del sargazo a nivel nacional y de una manera sostenible entre varias instituciones como el Tec de Monterrey, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Universidad Autónoma de Coahuila, y el Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco (CIATEJ), entre otras.
Hoy se conocen las características del sargazo mexicano gracias a diversos estudios. Por ejemplo, Tapia e investigadores del CICY llevaron a cabo en 2021 un proyecto de caracterización del, financiado por la Secretaría de Marina y el Conahcyt, para conocer su composición química y la presencia de materiales pesados.
Tomaron muestras en diferentes lugares y zonas de la costa —en la playa, a cinco metros y en mar abierto— para analizarlas. Sus resultados han servido para tomar decisiones informadas sobre su manejo, ya sea como materia prima o como un residuo peligroso.
A partir de ese estudio, los investigadores trabajan en un proyecto de despolimerización del sargazo, un proceso oxidativo que rompe la recalcitrancia de su pared celular —como si se quebrara la cáscara de una nuez— para acceder a sus compuestos internos y reducir el contenido de metales pesados.
Este proyecto ya tiene un nivel de madurez tecnológica alto y está listo para pruebas piloto a mayor escala.
Con este material procesado, Tapia Tussell explora diversas aplicaciones: producción de biogás a partir de residuos orgánicos mediante digestión anaeróbica; obtención de alginatos de sodio para la industria cosmética, farmacéutica, industrial y alimentaria; y fabricación de “madera plástica” al mezclarlo con plásticos reciclados, con la que se elaboran pisos, macetas o molduras.
Esta última línea no solo ayuda a controlar el sargazo, sino que ofrece una alternativa para reducir residuos plásticos, bajo un enfoque de economía circular.

Usar el sargazo como filtro de agua
José Luis López Miranda es uno de los investigadores en el Centro de Física Aplicada y Tecnología Avanzada en la UNAM, campus Juriquilla, Querétaro, que colabora en el equipo de Miriam Estévez González para aprovechar las características del sargazo y convertirlo en productos y recursos sostenibles en áreas relacionadas al tratamiento de agua y la construcción.
Para aprovecharlo mejor, este equipo necesita que el sargazo sea recolectado fresco antes de que llegue a la playa y se descomponga, así evitan que pierda sus propiedades útiles.
Colaboran con un equipo del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, en Puerto Morelos, Quintana Roo, que utiliza embarcaciones especiales para levantar las algas que flotan en el agua, luego, lo extienden para que se seque al sol, se pueda guardar en bolsas y se empaque en cajas para su envío hacia el laboratorio, donde puede permanecer hasta dos años sin sufrir daño en un almacenamiento sin condiciones especiales de conservación.
Una de las aplicaciones que desarrolla este equipo es un filtro para purificar agua, económico y sostenible, que aprovecha la capacidad natural del sargazo para absorber contaminantes, es decir, funciona como una esponja que atrapa metales pesados como mercurio, cadmio y plomo; colorantes industriales; fármacos como paracetamol y diclofenaco.
“Hacemos un tratamiento de para que suelte todos esos metales, metaloides y demás, y desecharlos como debe de ser, para, ahora sí, aprovechar el sargazo y decir, bueno, el sargazo no todo es malo”, explica López, “lo procesamos para hacerlo adecuado para lo que lo necesitamos. Lo activamos o funcionalizamos de manera que sea afín a la molécula o a la sustancia que deseamos que remueva.”
Los investigadores han hecho pruebas con diferentes mezclas de soluciones acuosas contaminadas y miden qué tanto disminuye la concentración de los contaminantes cuando pasan por el filtro de sargazo que puede estar cortado o molido, dependiendo el tamaño de la partícula que quieren atrapar. Actualmente, cuentan con prototipos de filtro con el tamaño y forma para que funcionen como cartuchos en los sistemas convencionales que hay en el mercado.
Y para paneles de construcción
Otro proyecto para aprovechar esta macroalga se enfoca en el sector de la construcción, se trata de la fabricación de paneles para interiores que combinan el sargazo con otros materiales, como yeso.
El investigador señala que el Sargapanel —como lo han llamado— tiene una resistencia mecánica similar al de los paneles convencionales, tiene propiedades de aislamiento térmico y acústico; además, tiene un efecto retardante a la flama que mejora su seguridad en caso de incendios.
También, buscan aprovechar esta última propiedad del sargazo para producir papel y cartón con el que se pueden fabricar cajas y empaques para un embalaje biodegradable y con mayor resistencia al fuego.
Un esfuerzo de todos
Aunque todavía faltan estudios por hacer realidad las diferentes soluciones, López menciona que ningún sector por sí solo puede resolver la problemática del sargazo y es necesario unir esfuerzos entre academia, industria y gobiernos.
“La industria, no va a comprometerse si no ve algo certero en el proyecto, pero ahí podrían entrar las instancias de gobierno para financiamiento o apoyo para concretar estos proyectos en productos. Se necesita de todas las partes”.
Más que verlo como un obstáculo, para Danay Carrillo Nieves el sargazo es un recordatorio de que la creatividad y el trabajo conjunto pueden dar la vuelta a cualquier crisis.
“No veamos en la vida que las cosas son problema. No siempre, tratemos de ver el lado bueno de las cosas, que por muy malo que pudiera ser a simple vista, pues hay que analizarlo un poquito más porque todo tiene su lado bueno. Y justamente yo creo que eso es lo que está pasando con el sargazo”.
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