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El modelo que podría cambiar la atención a la primera infancia durante las emergencias

El mayor desplazamiento en Colombia mostró que la primera infancia es la más vulnerable en crisis. En el Foro Internacional de la Primera Infancia se presentó un modelo para mejorar la respuesta.
Carlos del Castillo y Inés Sáenz Negrete dialogan en el escenario del Tec de Monterrey durante una ponencia sobre primera infancia en situaciones de crisis.
Carlos del Castillo con Inés Sáenz Negrete, vicepresidenta de Inclusión, Impacto Social y Sostenibilidad del Tec de Monterrey, durante la conferencia sobre primera infancia en contextos de crisis.

A inicios de este año, Catatumbo enfrentó el mayor desplazamiento masivo registrado en Colombia en los últimos 28 años. Los combates entre grupos armados obligaron a miles de personas a abandonar sus hogares, entre ellas más de 20,000 niños, niñas y adolescentes expuestos a riesgos inesperados.

Mientras las autoridades comenzaban a medir el impacto y a mapear la movilidad de las familias, una tendencia llamó la atención: los hogares con niñas y niños de primera infancia, es decir, menores de cinco años, estaban alojándose en hoteles, no en albergues o centros de emergencia.

“Los hoteles podían garantizar la seguridad y la protección de esos niños”, explicó Carlos del Castillo durante la ponencia “Conferencia y conversatorio: La primera infancia en contextos de crisis: impactos y recomendaciones de política pública”, presentada en el marco del Foro Internacional de la Primera Infancia realizado en el Tec de Monterrey.

Del Castillo, director de Bases Sólidas y asesor de Sesame Workshop, ha investigado cómo las emergencias, tales como los conflictos armados, la migración o los desastres climáticos, afectan de manera desproporcionada a la primera infancia. El caso de Catatumbo es solo un ejemplo de una realidad más amplia y preocupante.

Carlos del Castillo expone hallazgos sobre primera infancia y crisis humanitarias durante su conferencia en el Tec de Monterrey.
El investigador presentó evidencia reciente sobre cómo las crisis humanitarias impactan a niñas y niños en sus primeros años y por qué la respuesta institucional suele ser insuficiente.

Inversión humanitaria insuficiente

De acuerdo con los datos presentados por el especialista, menos del 3% de la inversión humanitaria global se destina a la primera infancia. En educación inicial, la cifra cae a apenas 1% del presupuesto en contextos de emergencia.

La interrupción de servicios esenciales es casi inmediata cuando estalla una crisis: se suspenden programas de nutrición, cierran los jardines de niños y se detienen consultas de desarrollo infantil. Esto deja a los más pequeños sin redes institucionales de apoyo en un momento crítico.

Del Castillo subrayó que no todas las emergencias son iguales: «Es muy distinto ser desplazado por un conflicto en el que te toca salir corriendo porque, si no, te matan, que debido a que subió el río y perdiste tu casa. Las afectaciones, los traumas son muy distintos y la forma de recuperarte es muy distinta».

El caso colombiano ilustra la complejidad del problema. Más de un millón de niños de primera infancia —el 25% de esa población— vive en zonas afectadas por un conflicto armado. Muchos de estos territorios también enfrentan desastres climáticos y movimientos migratorios, lo que crea crisis múltiples y prolongadas.

El análisis presentado por el investigador muestra también cómo la exposición a violencia impacta la salud mental de los cuidadores: más del 80% ha vivido eventos violentos de forma directa en años recientes y la mitad de ellos ha sido desplazada. Este deterioro afecta su capacidad para generar vínculos emocionales seguros con los niños y eleva el riesgo de rezagos en su desarrollo.

Un modelo de respuesta para emergencias

Durante el foro, del Castillo propuso un modelo de tres ejes para mejorar la atención a la primera infancia en contextos de crisis.

  • Atención integral. Incluye el reconocimiento explícito en políticas públicas de las necesidades de niñas y niños menores de cinco años durante emergencias. El modelo establece condiciones mínimas como acceso a alimentación saludable, tamizaje de salud mental, detección de discapacidades y estrategias para mantener servicios educativos mediante capacitación y acciones flexibles en territorio.
  • Cuidar a quienes cuidan. Más allá de la salud mental, las familias requieren vivienda segura, ingresos y redes de protección comunitaria. Ante la escasez de profesionales, el modelo propone formar a agentes comunitarios y docentes para brindar apoyo psicosocial.
  • Gobernanza local. Requiere coordinación entre sectores —salud, educación, protección y gestión del riesgo— y financiamiento sostenible. “La emergencia no ocurre en el escritorio del funcionario público sentado en el nivel nacional”, afirmó. “Ocurre en el territorio, y le toca al alcalde asumirla”.
Inés Sáenz Negrete participa como moderadora en una conversación sobre primera infancia y crisis humanitarias durante el Foro Internacional de la Primera Infancia.
La vicepresidenta de Inclusión, Impacto Social y Sostenibilidad del Tec moderó el diálogo sobre los retos de proteger a la primera infancia en contextos de conflicto, migración y desastres.

Información para actuar

El experto destacó que un sistema robusto de información es esencial para visibilizar la situación de niñas y niños en contextos de emergencia. Sin datos sobre ubicación, condiciones y necesidades, es imposible diseñar respuestas oportunas. El análisis presentado forma parte del trabajo del Grupo de Trabajo de Primera Infancia en Emergencias en Colombia, que reúne a organizaciones humanitarias, gobierno y sociedad civil. Tomó alrededor de un año integrar y analizar información administrativa para documentar la situación de la primera infancia en distintos tipos de crisis.

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Autor

Picture of Nuria Márquez Martínez