Imagina un aula en la que quien enseña no solo transmite conocimientos, sino que también puede detectar, en tiempo real, el nivel de atención y comprensión de cada persona. Así, adapta su método a las necesidades únicas de cada estudiante.
Este escenario, que hasta hace poco parecía ciencia ficción, empieza a materializarse gracias a los avances en neurotecnología educativa.
La incorporación de tecnologías emergentes en la educación no es un fenómeno reciente. Desde hace más de cinco años, herramientas como la Inteligencia Artificial (IA) y la realidad virtual (VR) se han integrado en los procesos de aprendizaje y enseñanza, transformando aulas alrededor del mundo.
En 2018, el Tecnológico de Monterrey implementó su primera clase utilizando Realidad Virtual Colaborativa. Solo un año después, en 2019, estudiantes de una primaria en China, ya empleaban dispositivos capaces de registrar sus ondas cerebrales, tecnologías limitadas únicamente al uso en laboratorios (hasta ese entonces).
Pero aún con estos avances, nos seguimos repitiendo la misma pregunta: ¿de verdad las neurociencias y la tecnología pueden mejorar la manera de experimentar una clase?
¿Qué es la neurotecnología educativa?
Uno de los primeros estudios sobre neurotecnología educativa se realizó en la escuela primaria Jinhua Xiaoshun, en el este de China, hace seis años. Durante una de sus clases, los estudiantes utilizaron bandas con sensores (conocidas como EEG) para medir la actividad eléctrica de sus cerebros, evaluando así sus niveles de atención.
La neurotecnología educativa combina tres disciplinas: neurociencias (el estudio del cerebro y el sistema nervioso), la neurotecnología (el desarrollo de dispositivos tecnológicos que interactúan con el cerebro) y la neuroeducación (la aplicación de descubrimientos neurocientíficos para mejorar la enseñanza).
Entre sus herramientas se incluyen tecnologías de monitoreo cerebral como el electroencefalograma, las interfaces cerebro-computadora (BCI), la estimulación cognitiva mediante realidad virtual (VR) o videojuegos y plataformas EdTech (de sus siglas en inglés, Educational Technology).
Por ejemplo, el electroencefalograma mide la actividad eléctrica del cerebro, la cual es recopilada en señales que se traducen como patrones de ondas cerebrales, lo que permite analizar distintos estados mentales como la atención, la concentración o el estrés.
Un eye-tracker, similar a unos anteojos, sigue el movimiento de los ojos en un entorno real, con el fin de identificar hacia qué elementos se dirige la mirada del usuario y cuáles son los puntos de atención mientras observa.

¿Para qué nos sirven estas tecnologías? ¿Cuáles son sus retos?
Estas tecnologías permiten tomar decisiones en el plano educativo, según Andrés Ayala, Neurocientífico y líder de Proyectos de Innovación con Tecnología Emergente y Zona Biométricos, en Mostla, el Departamento del Tec de Monterrey dedicado al desarrollo e implementación de proyectos basados en tecnologías disruptivas.
Uno de sus principales intereses es explorar cómo las neurotecnologías pueden aplicarse de manera significativa en distintas áreas del conocimiento, no solo en medicina o ingeniería. También busca facilitar su uso y democratizar el acceso a estos dispositivos, para que estudiantes de cualquier carrera puedan comprender su funcionamiento y descubrir cómo integrarlos en su campo de estudio.

La neurotecnología educativa ofrece horizontes prometedores para transformar el aprendizaje, pero su implementación plantea diversas consideraciones éticas.
“Se trata de integrar estas herramientas a las aulas de forma que potencien el proceso educativo sin vulnerar principios éticos y garantizando la privacidad de los datos de los estudiantes. Debemos tener en cuenta a la neuroética”, comenta Ayala.
Asignar a cada estudiante un ID aleatorio puede ser una alternativa útil para proteger su información personal y evitar un uso indebido de sus datos.
“De este modo, ya no es posible identificar a qué estudiantes pertenecen los datos vinculados, lo que permite prevenir sesgos y evaluar características demográficas —como la edad, el sexo, entre otras— para generar soluciones más precisas para determinados grupos”, comenta Ayala.
Esto es fundamental para evitar que docentes o estudiantes sean injustamente castigados o recompensados en función de los datos recolectados, lo que podría generar desconfianza, incentivar la manipulación de información o incluso afectar emocionalmente a los involucrados.
“Existen espacios ya equipados para experimentar con estas tecnologías. Sin embargo, adquirir e implementar los dispositivos sigue representando una inversión considerable. Afortunadamente, se han ido democratizando y hoy son más accesibles para disciplinas más allá de las ciencias o la ingeniería”, señala Ayala.

La accesibilidad es un aspecto clave. Además de facilitar el préstamo de los dispositivos, es fundamental que los espacios que los ofrecen también generen materiales de apoyo e instructivos claros, para que tanto estudiantes como docentes sin conocimientos técnicos previos puedan usarlos correctamente y desarrollar proyectos que realmente aprovechen el potencial de esta tecnología.
Mauricio Ramírez, profesor investigador de la Escuela de Ingeniería y Ciencias (EIC) del campus Monterrey, miembro del Neurohumanities Lab y especialista en biométricos y tecnologías de monitoreo cerebral, dice que:
“El desarrollo de dispositivos portátiles y fáciles de manipular para registrar señales electroencefalográficas (EEG), como la diadema Muse, ha permitido llevar el estudio de la actividad cerebral más allá del laboratorio y aplicarlo en contextos reales, como salones de clase.”, explica Ramírez.
Mientras, Ayala opina que “se requieren dispositivos tipo plug and play —es decir, que puedan conectarse y utilizarse de inmediato, sin configuraciones complejas— o inalámbricos, como diademas, anteojos o auriculares, que continúen registrando la actividad cerebral de forma más portátil, flexible y accesible y que además, sean más cómodos y cotidianos que un casco con electrodos, pero tengan un nivel de precisión similar”.

Capacitación docente
“A diferencia de las creencias populares, estas estrategias no pretenden ‘reemplazar’ a los docentes, para nada. Al contrario, su propósito es empoderarlos y proporcionarles herramientas que les permitan integrar de manera efectiva la tecnología educativa en sus clases”, remarca Ayala.
Ramírez señala que brindar a los docentes conocimientos sobre la estructura y el funcionamiento del cerebro les permite diseñar clases más eficaces, inclusivas y adaptadas a las necesidades de cada estudiante.
También se busca que tanto docentes como estudiantes desarrollen habilidades específicas para usarlas de forma correcta y eficiente: “Recordemos que la neuroestimulación conlleva efectos neuronales que aún siguen siendo estudiados, por lo que debemos utilizar estas herramientas en un entorno, por el momento, de exploración y familiarización”, finaliza Ayala.
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