Desde joven, José Alejandro Madrigal sintió que él no había elegido a la medicina… la medicina lo había elegido a él. Así emprendió su viaje hacia la especialización en tratamientos contra el cáncer.
A partir de ese momento dedicó su vida a comprender y combatir la enfermedad que afecta a millones de personas en el mundo y, desde entonces, ha contribuido a tratamientos médicos como la reprogramación celular, ayudando a pacientes a sobrevivir de manera −casi milagrosa, como él lo califica− a leucemia y otros tipos de cáncer.
Su labor fue reconocida al grado de recibir la condecoración “Officer of the Most Excellent Order of the British Empire” otorgada por la corona británica a civiles excepcionales y miembros de las fuerzas armadas británicas.
Madrigal nació en México, trabajó desde joven para mantenerse a él y su familia, además, tuvo que enfrentarse a retos, como la dislexia y a la marginación, por ser zurdo.
Estudiaba en la Universidad Nacional Autónoma de México por las mañanas y trabajaba por las noches y, a pesar de no tener recursos económicos, su esfuerzo, dedicación e incluso el periódico con el que cubría los hoyos en sus zapatos, fueron parte de su camino hacia estancias en prestigiosas universidades como Harvard, Stanford y University College London donde es profesor, así como también director del Anthony Nolan Research Institute y fue presidente de la Sociedad Europea de Trasplante de Sangre y Médula Ósea.
En entrevista con TecScience, nos cuenta los retos de estos nuevos tratamientos, algunos de sus riesgos y la oportunidad de salvar la vida de millones de personas que se enfrentan a esta enfermedad.
Despertar a las células para luchar contra el cáncer
Madrigal considera a la terapia celular como uno de los más grandes avances en la lucha contra el cáncer.
Estos procedimientos se realizan desde los años 50 y fue lo que llevó a la humanidad a hacer los primeros trasplantes de médula ósea.
Una de sus más grandes inspiraciones es Shirley Nolan, una mujer que salió a las calles a buscar donadores para su hijo Anthony quien padecía leucemia, realizó demostraciones frente a la casa del primer ministro e incluso fue detenida por la policía británica, quienes, inspirados por su lucha, luego se registraron como donantes para salvar vidas.
“Gracias a ella, se generó el concepto de que podías ser donante de médula ósea. Esto lo hizo a pesar de no tener recursos y no ser doctora. Lamentablemente, Anthony falleció, pero, para entonces, ya se habían salvado tres o cuatro pacientes y se había cambiado el rumbo del mundo, todo gracias a una madre dedicada a salvar a su hijo”, narra con una sonrisa.
A partir de ese entonces, las investigaciones y terapias han avanzado, pasando por quimioterapias y radioterapia, llegando a la actualidad donde se busca hacer trasplantes que reemplacen el sistema inmune de una persona con cáncer, algo que requiere una compatibilidad entre el paciente y el donante y a lo que Madrigal ha dedicado su vida.
Ahora, busca nuevos tratamientos que reactiven el sistema inmune de una persona que tiene cáncer, en donde sus linfocitos −que son las células encargadas de eliminar a las tumorales− están presentes, pero no atacan al tumor, sino que están inhibidas, como si estuvieran dormidas.
El tratamiento con células CAR-T, en el que Madrigal trabaja, tiene como objetivo extraer del cuerpo a estas células que han fallado en reconocer y atacar el cáncer o que han sido inhibidas por alguna proteína creada por la presencia del tumor.
Luego, estas son aisladas en un laboratorio y mediante lo que llaman un carrier, se les introduce un gen que las transforma en “eliminadoras de cáncer”.
Casi un milagro
Madrigal explica que estas células modificadas son, de nueva cuenta, introducidas al paciente y comienzan a combatir la enfermedad, llegando a salvar la vida de las personas y elevando las cifras de supervivencia en algunos tipos de cáncer hasta en un 90% en países como Alemania, Finlandia y Estados Unidos.
Lo ejemplifica como un escuadrón de policías, que, en lugar de patrullar y vigilar, están inactivos, sin detener las amenazas, pero que son extraídos, entrenados, se les otorga nuevas armas y −ahora sí− realizan su labor.
“El resultado es impresionante, es una cosa casi milagrosa. Un paciente que ya estaba prácticamente desahuciado, que tenía triples tratamientos, con tumores, linfomas o mielomas múltiple, en dos semanas (a partir de este tratamiento) lo podemos mandar a su casa, libre de enfermedad”, dijo Madrigal durante su conferencia en el Tec Science Summit 2024.
Esta terapia se usa en pacientes con leucemia, linfoma o mieloma múltiple, aunque se ha abierto la puerta para otros tumores e incluso se estudia su uso en enfermedades autoinmunes como lupus o esclerosis lateral amiotrófica.
¿Cuál es el siguiente paso en estas terapias?
Madrigal explica que las terapias celulares tienen la gran oportunidad de convertirse en uno de los cambios más significativos de la medicina.
“Generalmente, los tratamientos con CAR-T se realizan fuera del cuerpo, pero ya se están haciendo ensayos clínicos en vivo, es decir, dentro del cuerpo. Esto debe estar bajo una estrecha supervisión de las agencias regulatorias, porque hay un riesgo de modificar un gen que pueda crear una mutación y otras alteraciones”.
Los altos costos son otro problema. Lo califica como uno de los dolores más grandes de su trabajo: que en México aún no exista un lugar donde puedan realizarse estos tratamientos y en algunos países puede costar hasta medio millón de dólares.
Sin embargo, el trabajo de investigación que está realizando el equipo de Madrigal, busca cambiar este panorama.
La última frontera
Los nuevos tratamientos consistirán en el uso de varios carrier, como si se tratara de un tren de carga con vagones, en el que pueden ingresar diversos elementos para modificar a las celulas al mismo tiempo y puede ser usado, especialmente, con pacientes con varios problemas o enfermedades más complejas.
“El campo va a crecer mucho. En un momento podríamos tener la oportunidad de que estos tratamientos no se hagan de manera individual para cada paciente, sino que tengamos un banco de células ya cargadas y listas para poderlas usar”.
De repente, en el Centro de Congresos del Tec de Monterrey se escucha la música de las películas de Star Wars. El auditoria que escucha a Madrigal, aplaude. Él dice que el siguiente paso de su investigación es la última frontera.
“Podemos tener celulas en cultivo y destruir tumores, pero también otra de las ventajas que tiene es que el tratamiento con células CAR-T es que cuesta alrededor de medio millón de dólares por paciente, pero estas células en cultivo van a costar aproximadamente 8,000 dólares”.
Madrigal añade que estas celulas podrían transportarse a diversas partes del mundo de manera segura y sería una oportunidad para revolucionar el tratamiento de cáncer y de otras enfermedades infecciosas.
“Pero, sobre todo, lo que va a ser más importante en el futuro será la medicina de prevención, encontrar maneras de evitar la obesidad, el tabaquismo y tener una vida sana. Creo que eso siempre va a ser una vía para mejorar la salud mundial y entonces dedicar estos recursos y tratamientos para las poblaciones que menos recursos tienen”, finaliza.