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Acceso a terapias hormonales reduce depresión y ansiedad en personas trans

La supervisión médica y un marco legal adecuado son claves para que quienes las requieren reciban terapias hormonales de forma segura.
Ilustración sobre acceso a terapias de reemplazo hormonal y derechos de las personas trans.
Garantizar seguridad, salud y dignidad es clave para vidas libres de violencia.

Las terapias de reemplazo hormonal son esenciales para la salud integral de las personas trans. Sin embargo, en México y América Latina todavía existen limitaciones en su cobertura, estandarización y seguimiento médico.

“Cada persona puede hacer uso de su autonomía corporal para construir un cuerpo que quiera habitar”, dice Siobhan Guerrero, investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH). Guerrero explica que elegir usar terapias de reemplazo hormonal tiene que ver con el libre desarrollo de la personalidad y el derecho de acceso a la salud, que debería ser una garantía para la comunidad trans.

Evidencia científica sobre sus beneficios

Además, existe cada vez más evidencia que demuestra que estos tratamientos —ya sean con testosterona, estrógenos u otras hormonas— tienen muchos beneficios relacionados principalmente con el bienestar psicológico.

Estudios muestran que estas terapias reducen la disforia de género —malestar psicológico que experimenta una persona cuando su identidad de género no coincide con el sexo que se le asignó al nacer—, mejoran la calidad de vida y disminuyen los cuadros de depresión, ansiedad e ideación suicida.

“Es positivo en el ámbito de la salud mental y el desarrollo de la persona en sus espacios de trabajo, estudio y familia”, dice Guerrero. “Para mí, esto es motivo suficiente para decir que este tipo de tecnologías tendrían que estar accesibles a la comunidad trans y no binaria”. Aun con esta evidencia, los pasos para garantizar la atención universal en todo el mundo han sido lentos.

Cómo garantizar un acceso seguro y supervisado

Para Guerrero, además de garantizar que las personas trans que desean usar las terapias de reemplazo hormonal como parte de su transición tengan acceso a ellas, es indispensable que suceda con un seguimiento clínico y dentro de un marco legal adecuado.

“Muchas de estas tecnologías, si no se usan con supervisión médica, pueden tener efectos negativos sobre los riñones, el hígado o incluso el cerebro”, dice.

La investigadora afirma que la atención especializada debe ser no patologizante, pues hoy se reconoce que ser una persona trans no es una patología, sino una identidad de género. También, enfatiza la importancia de saber que hay personas trans que eligen llevar a cabo una transición sin medicamentos ni intervenciones quirúrgicas. “Esto de ninguna manera las hace personas trans de segunda”, aclara.

Para garantizar la seguridad de los usuarios, es necesario definir protocolos, así como homologar procedimientos y medicamentos disponibles.

Avances y cuestiones por resolver

Un estudio reciente realizado en Australia encontró que iniciar inmediatamente el tratamiento de reemplazo hormonal con testosterona en adultos trans y de género diverso tiene mejores resultados que esperar. En el país de la investigación, el protocolo para recibir esta hormona toma tres meses, pues entran a una lista de espera y deben pasar una rigurosa evaluación. Estos hallazgos podrían orientar políticas de salud pública que garanticen una menor demora en el inicio de estas terapias.

A pesar de los avances, persisten las lagunas en la investigación sobre los posibles efectos secundarios asociados a estos tratamientos y urge diseñar tratamientos específicos para personas trans. “Muchas de estas tecnologías no fueron pensadas para la población trans, como los bloqueadores hormonales, que fueron diseñados para adolescentes cis que empezaban muy temprano la pubertad”, ejemplifica Guerrero.

Riesgos de la automedicación y uso de hormonas no prescritas

Entre los mayores riesgos de no contar con atención estandarizada se encuentran el uso de hormonas no prescritas, la automedicación, la compra de hormonas por vías informales o ilegales —como la dark web— y las prácticas inseguras de inyección.

Adquirir hormonas no reguladas y automedicarse puede resultar en la compra de fármacos de calidad incierta, la toma de una dosis inadecuada y una falta de monitoreo clínico.

Se estima que entre 20 y 40% han usado hormonas no prescritas en algún momento de su transición. Las barreras estructurales, como el costo, la normatividad, la falta de profesionales en salud expertos en personas trans y la falta de acceso, son conductoras de prácticas peligrosas en esta comunidad.

“Desafortunadamente, pocos son los profesionales en endocrinología que realmente tienen el conocimiento suficiente para acompañar a personas trans”, dice Guerrero. 

Retos pendientes para garantizar los derechos y la seguridad trans

A futuro, proteger la seguridad, dignidad y bienestar de la comunidad trans demandará algo más que ampliar el acceso seguro y regulado a terapias de afirmación de género. De acuerdo con Guerrero, es urgente poner atención a temáticas como el acceso al derecho a la educación y al trabajo, la eliminación de la discriminación en servicios y espacios públicos, así como la prevención de la violencia y los transfeminicidios, su bienestar psicológico, representación política y la inversión en políticas públicas que les protejan.

“Necesitamos evitar la pauperización de las vidas trans”, dice. “Quizás la mejor manera de intervenir es prevenir las cadenas de violencia, interviniendo en el hogar, en la escuela, en la esfera pública y los espacios de trabajo”.

En la Ciudad de México y otras grandes ciudades del país, la investigadora ve una luz de esperanza que la hace pensar que esto es posible. “No voy a decirte que México no tiene problemas de intolerancia”, concluye. “Pero dentro de todo, creo que nuestra sociedad ha ido avanzando en la dirección correcta; hay un cambio social, muy incipiente, pero que ahí está”.

Garantizar un acceso seguro y regulado a terapias de reemplazo hormonal contribuye a mejorar la salud mental de las personas trans y forma parte de un esfuerzo más amplio para asegurar vidas dignas y libres de violencia.

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Autor

Picture of Inés Gutiérrez Jaber