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La seguridad desde el agua: un llamado a salvar el futuro

El Día Mundial del Retrete sirve para sensibilizar al mundo sobre la población que aún vive sin servicios de saneamiento seguro y el impacto que esto genera al medioambiente.
Ilustración del autor
"Hablar de instalaciones sanitarias seguras, no solo implica contar con retretes, sino con un sistema de retiro o evacuación de las aguas residuales hacia zonas donde puedan ser tratadas o reutilizadas." (Foto: Cortesía. Ilustración: Eduardo Ramón Trejo)

Por Hector A. Barrios Piña

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 5% de la población mundial aún defeca al aire libre, contribuyendo a la contaminación del agua y la propagación de enfermedades.

Cuando no se cuenta con instalaciones sanitarias adecuadas y seguras, los desechos humanos son vertidos directamente al medioambiente, contaminando los cuerpos de agua, lo que se vuelve foco de enfermedades mortales. Pero 5% de la población mundial, parece poco o casi nada, ¿no?

Hablar de instalaciones sanitarias seguras, no solo implica contar con retretes, sino con un sistema de retiro o de evacuación de las aguas residuales hacia zonas donde puedan ser tratadas, para un posterior vertimiento directo hacia los cuerpos de agua o para su reutilización, ¡y sobre esto quiero hacer énfasis!

Si ya cubrí la falta de retretes seguros, ¿el problema termina ahí? Según la ONU poco más del 40% de la población vive sin servicio de saneamiento gestionado de manera segura. Este dato alarmante nos indica que el problema, desde el punto de vista ambiental y de seguridad pública, es más grave de lo que parece.

El deterioro de los cuerpos de agua en México, especialmente los ríos, ha sido un problema persistente debido a décadas de vertimiento de aguas residuales en masa. Estos daños se han intensificado con el crecimiento urbano e industrial, afectando tanto la biodiversidad como la salud de las personas que habitan cerca de estos cuerpos de agua.

Las aguas residuales, cargadas de patógenos, nutrientes como fósforo y nitrógeno, metales pesados y químicos tóxicos provenientes de la industria y la agricultura, han contribuido a la propagación de enfermedades como el cólera, la giardia y la fiebre tifoidea.

Un ejemplo alarmante de esta situación ha sido el caso del río Santiago, del sistema Lerma-Santiago, uno de los más grandes de México, que afortunadamente ya se está tratando por las autoridades de manera prioritaria y enérgica.

Este río, que fluye desde el lago de Chapala hasta el Pacífico, ha sufrido de graves niveles de contaminación por descargas domésticas e industriales de sectores como el químico-farmacéutico, alimentario, textil y de celulosa, además de actividades pecuarias. Municipios como El Salto, Juanacatlán, Tototlán y Poncitlán, en Jalisco, son puntos críticos de esta contaminación.

Estudios recientes revelan que la cuenca del río tiene un bajo índice de sostenibilidad. Esta situación ha afectado tanto la calidad de vida de las comunidades cercanas que se han formado organizaciones civiles para exigir acciones de saneamiento, las cuales, por fortuna, ya se están llevando a cabo.

A pesar del escenario poco positivo, la conciencia sobre la necesidad de preservar los cuerpos de agua ha aumentado. Las regulaciones sobre aguas residuales son más estrictas, y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en particular el ODS 6: Agua y saneamiento para todos, establecen metas claras para mejorar la calidad del agua antes de 2030. Los esfuerzos incluyen reducir la contaminación, eliminar vertimientos peligrosos y aumentar la reutilización segura del agua. Sin embargo, el reto aún es enorme.

En México, las descargas clandestinas de residuos hacia los ríos siguen siendo una práctica común, y muchas personas arrojan basura directamente a cuerpos de agua o a las calles. Esto refleja una falta de empatía hacia el medioambiente y la salud pública por parte de los mismos ciudadanos.

Sanear los cuerpos de agua requiere un profundo desarrollo científico y tecnológico, una fuerte inversión en infraestructura, como plantas de tratamiento y sistemas de alcantarillado que separen aguas residuales de aguas pluviales, y también requiere un cambio cultural.

La recuperación de los cuerpos de agua y la mejora en la salud pública necesita esfuerzos colectivos. Es una cuestión de políticas y financiamiento, pero también de conciencia ciudadana. Proteger el agua es esencial para garantizar la sostenibilidad de los ecosistemas y el bienestar de las generaciones futuras.

¡En este Día Mundial del Retrete, hagamos eco en que cuidar nuestro medioambiente y los cuerpos de agua es proteger la salud y el futuro; cada acción que tomemos hoy será un legado vital para las próximas generaciones!

* Hector Alfonso Barrios Piña es director nacional del Programa de Ingeniería Civil, de la Escuela de Ingeniería y Ciencias, del Tec de Monterrey. Es profesor investigador del grupo Water 360°, y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 1 . hector.barrios@tec.mx

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