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Las córneas hechas en laboratorio y la dificultad de encontrar financiamiento  

Desde hace 10 años, Judith Zavala Arcos, investigadora del Tecnológico de Monterrey, ha trabajado en crear córneas sintéticas en el laboratorio. En 2020, ella y su equipo se quedaron sin financiamiento por parte del gobierno, lo cual frenó su avance y nubló su sueño.
imagen de una cornea
Esta tecnología puede ser una alternativa para enfrentar la crisis de trasplantes. (Foto: Getty Images)

El sueño de Judith Zavala es que ningún mexicano tenga que esperar años para recibir un trasplante de córnea que le devuelva la vista. En el laboratorio, la investigadora y su equipo han desarrollado córneas sintéticas −prácticamente idénticas a una real− que podrían ayudar a miles de personas. Pero, para lograr un tejido utilizable, necesitan más financiamiento

Córneas de laboratorio  

Desde hace 10 años, Zavala Arcos, investigadora de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Tecnológico de Monterrey, y su equipo, el Grupo de Investigación en Terapias Innovadoras en Oftalmología y Ciencias Visuales, han trabajado cuidadosamente en desarrollar un sistema de cultivo,  utilizando ingeniería de tejidos.  

En pocas palabras, su sistema consiste en extraer células de la córnea y multiplicarlas en cajas Petri. Después, estas células son colocadas en una membrana sintética a base de colágeno. El tejido resultante es igual de transparente y funciona como una córnea real. 

A principios de 2020, lograron restaurar la visión de cinco conejos con ceguera, al trasplantarles tejido generado en su laboratorio.  

El siguiente paso era repetir el ensayo con más conejos y, con base en esos resultados, avanzar a los ensayos clínicos con humanos, para comprobar que su tejido es seguro y funcional.  

Desafortunadamente, la pandemia interrumpió su investigación y el dinero que habían obtenido a través de la convocatoria Fronteras de la Ciencia del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) se terminó.  

Hasta hace poco, ella y su equipo seguían buscando financiamiento a través de programas y apoyos del gobierno, pero no habían tenido suerte.  

“El apoyo a la ciencia en el país es un panorama muy gris, muy triste y muy desalentador”, cuenta Judith Zavala en entrevista con TecScience. Por fortuna, la investigadora encontró una alternativa. 

descripción del trasplante de cornea

Financiamiento limitado

La córnea es la estructura más externa del ojo, situada por delante del iris y la pupila. Su función es dejar entrar la luz y actuar como un escudo que protege al ojo de polvo y microorganismos que puedan afectarlo. Cuando esta sufre algún daño, debido a un golpe o una infección, puede desarrollar una opacidad que ocasiona pérdida de visión parcial o total que se conoce como ceguera corneal. 

Se calcula que, cada año, hay dos millones de casos nuevos de ceguera por daños a la córnea en el mundo. Afortunadamente, desde hace décadas, existen los trasplantes, durante los cuales, los cirujanos extraen esta parte del ojo −donado post mortem− y la trasplantan a un paciente que la necesita. 

En México, la córnea es el órgano o tejido más trasplantado y, debido a que la donación de órganos es limitada, los pacientes suelen esperar entre seis meses y dos años para su cirugía. Cada año, menos de la mitad de las personas que necesita una córnea la recibe. “Es una problemática muy fuerte, por la escasez de tejido donante”, cuenta Zavala. 

Cultivar córneas en el laboratorio surgió como una alternativa. Liderado por Jorge Eugenio Valdez García, exdecano de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Tec de Monterrey, el proyecto busca aligerar la carga del sistema de donaciones.  

A pesar de que el avance del grupo era prometedor, desde 2020 no habían obtenido fondos para seguir avanzando.  

“Todos [los científicos] estamos sufriendo un menor financiamiento por parte del gobierno federal, son muy pobres las estrategias de apoyo por los gobiernos estatales e inexistentes por los gobiernos locales”, explica Jorge Valdez en entrevista con TecScience. 

Salir del valle de la muerte

Durante dos años, la frustración de Zavala Arcos y su equipo creció. En 2021 el gobierno mexicano publicó una reforma que retiraba el apoyo que Conacyt daba a universidades y centros privados, lo cual solo empeoró la situación.  

Navegando por internet, la investigadora se encontró con la convocatoria “IGNITE” de una empresa de Buenos Aires, Argentina, llamada GRID X. Esta busca financiar proyectos de base científica-tecnológica de América Latina que transformen ideas científicas en empresas o iniciativas que, a su vez, generen medicamentos, productos o tecnologías que resuelvan alguna problemática. 

Impulsada por su deseo de ayudar a las personas con ceguera corneal, Zavala Arcos envió una propuesta a la convocatoria. De 200 proyectos propuestos, eligieron a 13 y el suyo fue uno de ellos.  

Después de un programa de seis meses, tipo Shark Tank, que los sacó de su zona de confort −según cuenta Judith Zavala− y en el que había que plantear un negocio viable, el 4 de diciembre de 2022 ganaron un primer financiamiento para constituir su iniciativa como una empresa, llamada Ocular Biodesign, bajo el paraguas del Tecnológico de Monterrey. 

Con esta primera inyección de capital, podrán realizar el ensayo preclínico con conejos que les falta y pasar a los ensayos clínicos con humanos.  

De acuerdo con la investigadora, en la actualidad un ensayo preclínico ronda los dos o tres millones de pesos, mientras que un ensayo clínico cuesta alrededor de 10 o 15 millones. En el mundo académico, a esta etapa de la ciencia aplicada se le conoce como “el valle de la muerte”, porque son pocas las investigaciones que consiguen suficiente financiamiento para continuar con los ensayos clínicos.  

Si todo marcha bien, después de confirmar que la tecnología funciona con células humanas, la idea es generar un dispositivo, parecido a una jeringa, precargado con sus córneas sintéticas. Con este, los cirujanos podrán realizar una incisión pequeña en el ojo del paciente y trasplantar, de manera sencilla y segura, el epitelio corneal. 

Su producto sería 60% más barato de lo que cuesta un trasplante de córnea, que en la actualidad ronda los 100,000 pesos. 

Además, a pesar de que aún requerirían de tejido donante para extraer células, poder cultivarlas y colocarlas sobre su membrana de colágeno, con una sola córnea donada podrían generar hasta 10 córneas sintéticas.  

“Dentro de 10 años espero tener un hermoso recuerdo de cuando vimos al primer paciente trasplantado con nuestro tejido”, anhela Judith Zavala Arcos. 

La falta de financiamiento a la ciencia y tecnología en México

Históricamente, la ciencia ha sido poco financiada en México. En la última década, el porcentaje del PIB invertido en ciencia y tecnología por parte del gobierno federal ha rondado entre el 0.2% y 0.3%. Esto coloca a México entre los cinco países, miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que menos invierten en ciencia a nivel mundial. 

De acuerdo con Valdez García, para que la situación mejore, es necesario capacitar a los científicos desde la formación para que tengan las herramientas para saber atraer fondos a su investigación. Además, es necesario trabajar en conjunto con el gobierno y la sociedad civil.  

“Esa es la única manera en que vamos a poder crear una verdadera cultura de soporte para el desarrollo científico-tecnológico”, dice en entrevista. 

Después de haber sobrevivido la frustración que vivieron, Zavala Arcos reflexiona sobre el futuro de la ciencia en México. Para ella, su experiencia en GRID X es prueba de que es posible emprender en ciencia y que en Latinoamérica hay más oportunidades de las que se creen.  

“Nos toca a los investigadores buscar alternativas. Hay un mundo por explorar ahí afuera”, afirma. 

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Author

Inés Gutiérrez Jaber

Inés Gutiérrez Jaber

Periodista de ciencia y artista visual. Mi trabajo ha sido publicado en medios como Science, Science News, Newsweek, Nexos, ¿Cómo ves?, entre otros. Estudié Biología en la Facultad de Ciencias de la UNAM y ahí descubrí mi pasión por comunicarle a todas las personas el conocimiento científico y su relevancia social. Creo que la ciencia, al fomentar el pensamiento crítico, puede empoderar a la humanidad y, al ser la base de los avances tecnológicos, puede ayudarla a vivir en las mejores condiciones posibles.