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Experimentos con animales, ¿puede la ciencia prescindir de ellos?

Pese a los avances para reducir el uso de estos seres sintientes en pruebas, la búsqueda por reemplazarlos en investigaciones no ha avanzado tan rápido.
experimentos animales
Thomas Hartung, profesor de la Universidad Johns Hopkins, ha demostrado que varios procesos de investigación pueden prescindir de pruebas en animales. (Imagen: Shutterstock)

Para titularme de la carrera de Biología de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), hice mi tesis en un laboratorio donde se estudia la memoria y el aprendizaje. Nuestro modelo eran los ratones y las ratas de laboratorio.

Al principio, me emocionaba tanto aprender y contribuir al desarrollo de la ciencia que no le ponía tanta atención a lo que me hacía sentir el hecho de estar experimentando con seres vivos con la capacidad de sentir.

Eventualmente, conforme más experimenté con ellos, me fui dando cuenta de lo profundamente inteligentes, tiernos y peculiares que son. Entre más crecía mi empatía hacia ellos, más difícil era verles solamente como objetos de estudio.

Al igual que muchos otros científicos que han experimentado con animales, empecé a cuestionarme qué tan necesarios son para avanzar en la investigación y si había manera de evitar que tantos murieran en nombre de la ciencia y para beneficio de la humanidad.

Con el tiempo, decidí enfocarme en mi carrera como periodista, pero la inquietud de la ética detrás del uso de modelos animales nunca se apagó.

“Siguiendo a mi mentor, me especialicé en farmacología y toxicología”, dice Thomas Hartung, profesor de la Universidad Johns Hopkins, y director del Centro de Alternativas a la Experimentación con Animales (CAAT). “Hice mi parte de experimentos con animales en esta formación, pero siempre necesitaba un gran vaso de whisky por la noche”.

Hartung, al igual que yo, empezó a tener sentimientos de culpa y tristeza cuando experimentaba con animales y decidió hacer algo al respecto.

A lo largo de su carrera –de más de treinta años– ha demostrado que muchos procesos farmacológicos y de investigación realmente no necesitan de estos seres, que hay maneras de reemplazarlos y depender cada vez menos de ellos.

Alternativas hay, pero la transición sin animales es lenta

Aunque las películas de Hollywood retraten lo contrario, a la mayoría de las personas que hacen investigación no les gusta experimentar con animales y los respetan y valoran mucho. En el laboratorio donde estaba, cada Día de Muertos una colega les ponía un altar a los ratones y las ratas con las que había experimentado.

Esto no quiere decir que no existan casos donde las personas usen de excusa la experimentación para abusar y maltratar animales, pero, en general, cada vez está más regulado su uso, lo cuál les brinda cierta protección.

A pesar de que existen estas regulaciones –y la mayoría de los científicos reconocen que son los héroes anónimos de la ciencia, la farmacología y la medicina–, la investigación para reducir su uso no ha avanzado tan rápido como a algunos nos gustaría.

“Creo que nos estamos tardando demasiado”, dice Hartung, quien en 1996 diseñó una versión in vitro de una prueba de pirógenos –agentes productores de fiebre que pueden contaminar medicamentos inyectables– que no necesitaba de conejos.

Este ensayo se aprobó en 2006 como una alternativa al uso de este modelo animal, pero hasta la fecha, la industria farmacéutica muchas veces sigue usando a estos orejones.

Afortunadamente, gracias a movimientos por los derechos de los animales y esfuerzos desde la ciencia, cada vez hay más leyes para protegerles. Un ejemplo claro es que en 45 países ya hay legislaciones que prohíben las pruebas con animales para el desarrollo de productos cosméticos y de belleza.

“Si bien este acercamiento [el usar modelos animales] es completamente antropocéntrico, eso no significa que no se considere el bienestar animal”, dice Elena González, profesora investigadora del Institute for Obesity Research (IOR) del Tecnológico de Monterrey y presidenta del Comité Institucional Para el Cuidado y Uso de Animales de Laboratorio (CICUAL).

De acuerdo con ella, en todas las actividades de investigación o educación que requiere de modelos animales en la institución, se prioriza que vivan en condiciones dignas, saludables e higiénicas.

Las seis “rs”: reducir, refinar, reemplazar, relevancia, rendimiento y reproducibilidad

Aunque suene a algo nuevo, buscar mejorar la forma en la que usamos a los animales dentro de la ciencia ha avanzado desde hace años. En 1950, por ejemplo, surgió la Ciencia del Animal del Laboratorio que se basaba en los principios éticos de las tres rs: reducir, refinar y reemplazar.

  • Reducir se refiere a usar la menor cantidad de animales posible para sacar la mayor cantidad de información.
  • Refinar se refiere a mejorar los procedimientos para poder garantizar su bienestar, minimizando su dolor y sufrimiento al máximo.
  • Reemplazar se refiere a utilizar métodos alternativos de experimentación siempre que se pueda.

“Ahorita ya estamos en las 6 erres, también nos enfocamos en la relevancia, el rendimiento y la reproducibilidad”, dice González.

La relevancia se refiere a qué tan relevante va a ser el estudio para la salud humana, el rendimiento es para monitorear la calidad y aplicabilidad de los resultados que se obtendrán y la reproducibilidad es enfocarse en que los resultados se puedan reproducir para que los ensayos clínicos lleguen más rápido.

Estos principios hoy en día se utilizan en las diversas pautas bioéticas que hay alrededor del mundo para la experimentación en animales.

En México, su uso está regulado por la Norma Oficial Mexicana (NOM) 062 que especifica cómo debe darse la producción, cuidado y uso de animales de laboratorio para asegurar que reciban un trato ético y digno.

Para dejar de usar animales en la ciencia, la medicina y la farmacología, primero tendríamos que encontrar alternativas igual o más efectivas que puedan reemplazar el uso de modelos animales.

Machine learning, modelos 3D y órganos en chip para reemplazar modelos animales

Entre las opciones para reemplazar a los animales en la ciencia, investigación y medicina está el machine learning. Hartung y su equipo han usado este enfoque para analizar grandes bases de datos toxicológicos para predecir posibles efectos nocivos de sustancias o medicamentos en el cuerpo humano.

A través del tiempo, han demostrado que cuando estos modelos están bien diseñados pueden igualar o superar la exactitud de predicción que ofrecen los ensayos con animales. «Nuestro modelo actual es sobre 140 millones de sustancias», dice Hartung.

Existen también los órganos en chip –modelos miniatura hechos con impresión 3D a partir de células humanas– que permiten estudiar enfermedades e interacciones entre órganos y probar medicamentos. Con el tiempo, podrían sustituir por completo el uso de animales en ensayos clínicos.

También están los modelos 3D de órganos y tejidos humanos que cada vez son más realistas, permitiendo a los médicos ensayar antes de una cirugía o a los estudiantes de medicina aprender sin animales como los cerdos.

Con estas y otras tecnologías, como la Inteligencia Artificial (IA), los modelos computacionales y simuladores humanos avanzados, el uso de modelos animales podría irse reduciendo hasta que se usen exclusivamente cuando sean verdaderamente útiles.

Hartung argumenta que, además, como humanidad debemos cambiar nuestra mentalidad y aceptar que estos seres vivos no siempre son la mejor manera de estudiar la enfermedad humana.

«En ciencia, un gran problema es que no hemos abordado las deficiencias de las pruebas en animales de manera sistemática», dice el investigador. “No deberíamos usar ratas, ratones y conejos de caja negra solo porque pueden caminar, no son ratas de 70 kilogramos”.

Con todo esto, espero que como humanidad las reflexiones de quienes hemos estado cerca de estos experimentos y el esfuerzo de aquellos que buscan reemplazarlos rindan frutos -pronto-.


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Autor

Picture of Inés Gutiérrez Jaber