Los ajolotes son de los animales más famosos de la cultura popular actual, pero eso no impide que su supervivencia esté amenazada por la degradación del único ecosistema que pueden habitar: el lago de Xochimilco. Salvarlos de la extinción solo será posible restaurándolo.
Ambystoma mexicanum −su nombre científico− es endémico de las aguas frescas de esa zona, las cuáles se han visto gravemente afectadas por la contaminación, la urbanización y la introducción de especies exóticas, como las carpas, las tilapias y los lirios
“En 1998, había 6,000 ajolotes por kilómetro cuadrado, pero en el censo que estamos haciendo ahora ya casi no encontramos”, dice Vania Mendoza, maestra en Ciencias del Laboratorio de Restauración Ecológica del Instituto de Biología (IB) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En 2014, el último censo realizado por la UNAM encontró solo 36 ajolotes por kilómetro cuadrado. Aún se desconoce cuántos quedan hoy, pues el nuevo conteo está en proceso, pero es probable que la cifra haya disminuido más.
“Es impresionante la cantidad de tilapias y carpas que encontramos en lugar de ajolotes”, dice Mendoza. “En los últimos años la situación ha empeorado mucho”.
Uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la conservación de esta icónica especie es el cambio de uso de suelo de las chinampas que han pasado de ser usadas para la agricultura tradicional a convertirse en canchas de fútbol o salones de fiestas, que son más redituables para sus propietarios.
A raíz de todo esto surgió Chinampa Refugio, un proyecto enfocado en restaurar el lago de Xochimilco, combinando la investigación científica y la agricultura tradicional en chinampa.
“Es importante que la sociedad entienda que el ajolote no puede vivir sin Xochimilco y Xochimilco no puede vivir sin el ajolote”, expresa Mendoza.
Cómo salvar al ajolote
Chinampa Refugio fue creado y diseñado por Luis Zambrano, investigador del Laboratorio de Restauración Ecológica del IB, alumnos de pregrado y posgrado, así como los arquitectos Alejandra Ramos y Néstor Rangel.
“El objetivo principal es restaurar el ecosistema para poder reintroducir a los ajolotes en un futuro”, explica Mendoza, quien coordina el proyecto.
A grandes rasgos, como su nombre indica, el sistema está compuesto de una chinampa y un refugio para ajolotes.
El refugio consiste de un canal que está separado de los canales principales del lago de Xochimilco por medio de biofiltros, bloqueando la entrada de las especies invasoras y filtrando el agua para limpiarla de contaminantes.
“Las carpas y las tilapias no pueden traspasar los biofiltros”, cuenta Mendoza.
Los biofiltros están hechos de bloques de tezontle, una roca muy porosa que permite el flujo del agua, pero bloquea el paso de suciedades, y un camino de plantas nativas de la zona cuyas raíces también funcionan como filtro.
“El agua dentro de los refugios tiene una mejor calidad, en términos de la temperatura, el pH y el oxígeno disuelto”, dice Mendoza.
En las chinampas también se siembran plantas nativas, así como frutas y verduras con las cuales los agricultores pueden comerciar.
Dentro de los refugios, los ajolotes flotan libremente, junto con especies nativas como los acociles −pequeños crustáceos− y los charales −pequeños peces− que forman parte de su dieta.
Hasta ahora, de la mano de agricultores propietarios de chinampas, los científicos han logrado construir 31 chinampas refugio, pero el objetivo es llegar a más de 300.
“Ya sabemos que es una medida efectiva para restaurar el ecosistema y que funciona para la conservación del ajolote, pero ahora necesitamos expandirlo”, comenta la maestra en ciencias.
El tiburón de Xochimilco
De acuerdo con Mendoza, una de las características más importantes a considerar para crear el proyecto Chinampa Refugio fue el hecho de que los ajolotes son el depredador primario de su ecosistema, cumpliendo una función vital. La introducción de especies invasoras los ha desplazado.
“Aunque parece que son animales pasivos, en realidad, son el equivalente al tiburón de su hábitat”, dice. “Se encarga de mantener en equilibrio a todas las poblaciones que están debajo de él”.
Las carpas y las tilapias también son depredadores primarios, por lo que compiten con los ajolotes por los mismos recursos y, en ocasiones, se comen sus huevecillos.
Los ajolotes tienen temporadas muy marcadas de reproducción que dependen en gran medida de la calidad del agua, pues son anfibios sensibles que necesitan de condiciones específicas para poder sobrevivir.
La biología de estos dos peces les permite prosperar a pesar de que las condiciones ecológicas no sean las óptimas. Por ello las tilapias y las carpas no pueden coexistir con el ajolote.
“Han habido programas que incentivan la pesca de estos, pero la realidad es que su reproducción es muchísimo más rápida”, explica Mendoza. La chinampa refugio puede controlar sus poblaciones quitándoles espacio y recursos gradualmente.
Para que estos esfuerzos realmente funcionen es indispensable incentivar a los productores locales a que participen en el proyecto Chinampa Refugio y que se resistan a convertir sus espacios en espacios recreativos.
Este es uno de sus mayores retos, pues aunque ellos quisieran poder seguir dedicándose a la tradición de la cultura de policultivo en chinampa, en los tiempos actuales no es redituable hacerlo.
“Los productores que participan tienen claro que no es lo que más les deja, pero lo hacen por amor a Xochimilco”, expresa Mendoza.
La responsabilidad de todos los mexicanos
Salvar al ajolote de la extinción es importante por muchas razones. La primera es que se trata de un animal único en el mundo, un patrimonio natural mexicano.
Ambystoma mexicanum −conocido como ajolote mexicano− forma parte de una familia de 33 salamandras endémicas del continente americano. De estas 17 habitan México y solo dos o tres presentan una condición llamada neotenia.
“Es como si se quedaran atrapados en una etapa juvenil donde todavía no pueden salir del agua, su ciclo de vida no lo completan y no se convierten en una salamandra adulta que sale a la tierra”, dice Mendoza.
Esto les da una apariencia y cualidades extraordinarias. Pueden regenerar múltiples tejidos, incluyendo órganos complejos como el cerebro o el corazón, lo cual tiene grandes implicaciones para el mundo de la medicina.
Además es un miembro clave del ecosistema de Xochimilco, uno de los pocos lugares donde todavía se conservan las chinampas, un método de agricultura ancestral que no solo es productivo, si no que es sostenible.
“Los agricultores con los que trabajamos no usan pesticidas, ni agroquímicos de ningún tipo, su práctica es artesanal”, cuenta la experta. “No es lo mismo comprar una lechuga del súper que una que viene de aquí”.
Como parte de los esfuerzos de conservar al ajolote, los investigadores han lanzado la campaña AdoptAxolotl donde quien quiera puede donar una cantidad mensual desde doscientos pesos que es destinada a sostener Chinampa Refugio.
“Queremos invitar a la sociedad a que forme parte de los esfuerzos que hacemos para conservar al ajolote”, dice Mendoza. “No solo es la academia, necesitamos de los gobiernos, los productores y las personas para lograrlo”.
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