A inicios de este año, Catatumbo enfrentó el mayor desplazamiento masivo registrado en Colombia en los últimos 28 años. Los combates entre grupos armados obligaron a miles de personas a abandonar sus hogares, entre ellas más de 20,000 niños, niñas y adolescentes expuestos a riesgos inesperados.
Mientras las autoridades comenzaban a medir el impacto y a mapear la movilidad de las familias, una tendencia llamó la atención: los hogares con niñas y niños de primera infancia, es decir, menores de cinco años, estaban alojándose en hoteles, no en albergues o centros de emergencia.
“Los hoteles podían garantizar la seguridad y la protección de esos niños”, explicó Carlos del Castillo durante la ponencia “Conferencia y conversatorio: La primera infancia en contextos de crisis: impactos y recomendaciones de política pública”, presentada en el marco del Foro Internacional de la Primera Infancia realizado en el Tec de Monterrey.
Del Castillo, director de Bases Sólidas y asesor de Sesame Workshop, ha investigado cómo las emergencias, tales como los conflictos armados, la migración o los desastres climáticos, afectan de manera desproporcionada a la primera infancia. El caso de Catatumbo es solo un ejemplo de una realidad más amplia y preocupante.

Inversión humanitaria insuficiente
De acuerdo con los datos presentados por el especialista, menos del 3% de la inversión humanitaria global se destina a la primera infancia. En educación inicial, la cifra cae a apenas 1% del presupuesto en contextos de emergencia.
La interrupción de servicios esenciales es casi inmediata cuando estalla una crisis: se suspenden programas de nutrición, cierran los jardines de niños y se detienen consultas de desarrollo infantil. Esto deja a los más pequeños sin redes institucionales de apoyo en un momento crítico.
Del Castillo subrayó que no todas las emergencias son iguales: «Es muy distinto ser desplazado por un conflicto en el que te toca salir corriendo porque, si no, te matan, que debido a que subió el río y perdiste tu casa. Las afectaciones, los traumas son muy distintos y la forma de recuperarte es muy distinta».
El caso colombiano ilustra la complejidad del problema. Más de un millón de niños de primera infancia —el 25% de esa población— vive en zonas afectadas por un conflicto armado. Muchos de estos territorios también enfrentan desastres climáticos y movimientos migratorios, lo que crea crisis múltiples y prolongadas.
El análisis presentado por el investigador muestra también cómo la exposición a violencia impacta la salud mental de los cuidadores: más del 80% ha vivido eventos violentos de forma directa en años recientes y la mitad de ellos ha sido desplazada. Este deterioro afecta su capacidad para generar vínculos emocionales seguros con los niños y eleva el riesgo de rezagos en su desarrollo.
Un modelo de respuesta para emergencias
Durante el foro, del Castillo propuso un modelo de tres ejes para mejorar la atención a la primera infancia en contextos de crisis.
- Atención integral. Incluye el reconocimiento explícito en políticas públicas de las necesidades de niñas y niños menores de cinco años durante emergencias. El modelo establece condiciones mínimas como acceso a alimentación saludable, tamizaje de salud mental, detección de discapacidades y estrategias para mantener servicios educativos mediante capacitación y acciones flexibles en territorio.
- Cuidar a quienes cuidan. Más allá de la salud mental, las familias requieren vivienda segura, ingresos y redes de protección comunitaria. Ante la escasez de profesionales, el modelo propone formar a agentes comunitarios y docentes para brindar apoyo psicosocial.
- Gobernanza local. Requiere coordinación entre sectores —salud, educación, protección y gestión del riesgo— y financiamiento sostenible. “La emergencia no ocurre en el escritorio del funcionario público sentado en el nivel nacional”, afirmó. “Ocurre en el territorio, y le toca al alcalde asumirla”.

Información para actuar
El experto destacó que un sistema robusto de información es esencial para visibilizar la situación de niñas y niños en contextos de emergencia. Sin datos sobre ubicación, condiciones y necesidades, es imposible diseñar respuestas oportunas. El análisis presentado forma parte del trabajo del Grupo de Trabajo de Primera Infancia en Emergencias en Colombia, que reúne a organizaciones humanitarias, gobierno y sociedad civil. Tomó alrededor de un año integrar y analizar información administrativa para documentar la situación de la primera infancia en distintos tipos de crisis.
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