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El hongo Candida albicans: ¿aliado o enemigo de nuestro intestino?

El hongo Candida albicans vive en nuestro cuerpo sin causar problemas... hasta que algo rompe el equilibrio y desata su lado invasor. Una investigación analiza cómo las bacterias lo mantienen a raya.
Se ve una ilustración por computadora del hongo Sandida albicans
Antes se clasificaba a Candida albicans únicamente como un patógeno causante de enfermedades, pero hoy se sabe que es un hongo común del tracto digestivo que forma parte del microbioma humano y generalmente convive sin causar problemas. (Foto: Getty Images)

Por María Teresa Santos, Alejandro García y Yocanxóchitl Perfecto

La microbiota se ha convertido en un tema cada vez más presente en la comunidad científica y en la conversación pública. Y no es para menos: dentro de nosotros vive un ecosistema vibrante y siempre en movimiento formado por bacterias, virus y hongos, que colaboran en funciones esenciales. Ayudan a digerir los alimentos, entrenan el sistema inmune y son clave para mantener la homeostasis corporal, es decir, la capacidad del cuerpo de mantener su equilibrio interno [1]. 

En este ecosistema interno, Candida albicans es un residente habitual y, por lo general, discreto. Este hongo está presente en la boca, el intestino y otras mucosas del cuerpo, donde, en condiciones normales, vive en silencio y en armonía con el resto de los residentes [2]. 

Sin embargo, este escenario de paz y tranquilidad es frágil. Señales externas pueden alterar el comportamiento inofensivo de C. albicans, convirtiéndolo de “un buen vecino” en un oportunista problemático [3].

Candida albicans: un cambio de visión

Durante mucho tiempo, al Candida albicans se le consideraba un agente patógeno, es decir, causante directo de infecciones y enfermedades. Hoy sabemos que esa visión es incompleta, pues este hongo forma parte del microbioma de la mayoría de los individuos y coexiste sin causar problemas e incluso aporta beneficios [4,5]. 

Su colonización, asintomática y pacífica, aún no está estudiada por completo. Comprender esta dualidad es de suma importancia, pues podría transformar la forma en que abordamos la salud. 

Dilucidar los factores que mantienen a raya a este “vecino” o que incitan al “enemigo” resulta clave para desarrollar estrategias que promuevan la convivencia pacífica del hongo, en lugar de priorizar su eliminación [6].

Las bacterias de la microbiota, que facilitan la digestión, influyen directamente en el comportamiento de Candida albicans.

La clave de este impacto reside en una interacción directa o indirecta que determina si el hongo permanece como un vecino pacífico o se convierte en un enemigo invasor [7].  

Este control puede ocurrir de distintas maneras:

  1. Competencia directa y territorial: Las bacterias, al ser más numerosas, limitan el crecimiento de C. albicans al competir por los nutrientes y el espacio en la mucosa [4,7].
  2. Respuesta inmunológica: Las bacterias entrenan al sistema inmune para que responda ante una respuesta enemiga de C. albicans; la comunidad bacteriana alerta al sistema de defensa de nuestro cuerpo para contener el comportamiento no deseado del hongo [7]. 
  3. Producción de compuestos: Las bacterias producen compuestos llamados postbióticos, como los ácidos grasos de cadena corta. Estos metabolitos son capaces de inhibir el comportamiento patógeno o “enemigo” del hongo, al bloquear su capacidad de transformarse en su forma invasiva [8,9]. 

El rol de control de las bacterias sobre Candida albicans no siempre es el mismo ni permanente. Su éxito depende de la composición de la comunidad bacteriana de cada persona y de factores externos como la dieta, el estado de salud y los hábitos de vida [10]. 

Cuando el vecino pacífico se vuelve invasor 

El equilibrio entre las bacterias y Candida albicans es muy delicado. Cuando el control de las bacterias fracasa, el hongo se vuelve invasor. Este fallo de la comunidad microbiana se conoce como disbiosis, y es la señal de aviso para Candida de que la frontera ha quedado desprotegida [11].

La disbiosis no es una casualidad; es el resultado de múltiples factores que debilitan la guardia microbiana y desencadenan un cambio en el comportamiento del hongo. 

Factores como el uso prolongado de antibióticos, una dieta rica en azúcares y grasas, estrés crónico, consumo excesivo de alcohol, falta de ejercicio y de sueño contribuyen al desarrollo de la disbiosis. Esta combinación de factores reduce la vigilancia y daña la barrera intestinal, permitiendo que el hongo active su forma patógena y se prepare para la invasión [10]. 

Cuando la disbiosis da luz verde a C. albicans, el resultado más común es la candidiasis, una infección superficial. Esto incluye candidiasis oral, vaginal e infecciones cutáneas. En otros casos, especialmente en pacientes inmunocomprometidos, la infección puede progresar a candidiasis sistémica, una condición que puede ser mortal [4]. 

Microorganismos: una negociación constante

La relación entre las bacterias y Candida albicans no es una simple batalla, sino una negociación constante y dinámica. Mantener una microbiota en equilibrio y reforzar constantemente esa capacidad de negociación es la clave para prevenir infecciones.

A pesar de los avances recientes, la ciencia apenas comienza a descifrar el vasto ecosistema que es nuestra microbiota. Este es un campo en plena expansión, y la complejidad de las interacciones microbianas genera aún muchas interrogantes.

Comprender la compleja red de microrganismos es, sin duda alguna, un paso enorme hacia un futuro donde la prevención sea la estrategia principal. Al considerar a bacterias y hongos como piezas conectadas de un mismo sistema, nos enfocamos en fortalecer a toda la comunidad en lugar de solo eliminar un problema. 

Aunque falta mucho por descubrir, algo está muy claro: la salud es un balance que depende de la negociación constante. Reconocer que somos ecosistemas vivos nos recuerda que llevar un estilo de vida saludable y constante es la clave. La salud está en nuestras propias manos.

Referencias 

  1. Chaudhary, P. R. (2024). The Role of Gut Microbiota in Health and Disease: Implications for Therapeutic Interventions. Universal Research Reports, 11(3), Article 3. 
  2. Chow, E. W., Pang, L. M., & Wang, Y. (2024). The impact of the host microbiota on Candida albicans infection. Current Opinion in Microbiology, 80, 102507. 
  3. Li, H., Miao, M., Jia, C., Cao, Y., Yan, T., Jiang, Y., & Yang, F. (2022). Interactions between Candida albicans and the resident microbiota. Frontiers in Microbiology, 13
  4. Fróis-Martins, R., Lagler, J., & LeibundGut-Landmann, S. (2024). Candida albicans Virulence Traits in Commensalism and Disease. Current Clinical Microbiology Reports, 11(4), 231–240. 
  5. Schille, T. B., Sprague, J. L., Naglik, J. R., Brunke, S., & Hube, B. (2025). Commensalism and pathogenesis of Candida albicans at the mucosal interface. Nature Reviews Microbiology, 23(8), 525–540. 
  6. Gaziano, R., Sabbatini, S., & Monari, C. (2023). The Interplay between Candida albicans, Vaginal Mucosa, Host Immunity and Resident Microbiota in Health and Disease: An Overview and Future Perspectives. Microorganisms, 11(5), 1211. 
  7. Wang, F., Wang, Z., & Tang, J. (2023). The interactions of Candida albicans with gut bacteria: A new strategy to prevent and treat invasive intestinal candidiasis. Gut Pathogens, 15(1), 30. 
  8. García-Gamboa, R., Perfecto-Avalos, Y., Gonzalez-Garcia, J., Alvarez-Calderon, M. J., Gutierrez-Vilchis, A., & García-Gonzalez, A. (2024). In vitro analysis of postbiotic antimicrobial activity against Candida Species in a minimal synthetic model simulating the gut mycobiota in obesity. Scientific Reports, 14(1), 16760. 
  9. McCrory, C., Verma, J., Tucey, T. M., Turner, R., Weerasinghe, H., Beilharz, T. H., & Traven, A. (2023). The short-chain fatty acid crotonate reduces invasive growth and immune escape of Candida albicans by regulating hyphal gene expression. mBio, 14(6), e02605-23. 
  10. Jawhara, S. (2023). Healthy Diet and Lifestyle Improve the Gut Microbiota and Help Combat Fungal Infection. Microorganisms, 11(6), 1556. 
  11. Dahiya, D., & Nigam, P. S. (2023). Antibiotic-Therapy-Induced Gut Dysbiosis Affecting Gut Microbiota—Brain Axis and Cognition: Restoration by Intake of Probiotics and Synbiotics. International Journal of Molecular Sciences, 24(4), 3074. 
  12. Rana, A., Gupta, N., Asif, S., & Thakur, A. (2024). Surviving the Storm: How Candida Species Master Adaptation for Pathogenesis. In S. Hameed & P. Vijayaraghavan (Eds.), Recent Advances in Human Fungal Diseases: Progress and Prospects (pp. 109–155). Springer Nature. 
  13. Peroumal, D., Sahu, S. R., Kumari, P., Utkalaja, B. G., & Acharya, N. (2022). Commensal Fungus Candida albicans Maintains a Long-Term Mutualistic Relationship with the Host to Modulate Gut Microbiota and Metabolism. Microbiology Spectrum, 10(5), e02462-22. 

Autores

María Teresa Santos Ramírez. Ingeniera en Biotecnología. Alumna de la Maestría en Biotecnología en el Tecnológico de Monterrey, con estancia de investigación en el parque eco-industrial Kalundborg, Dinamarca.

Alejandro García González. Doctor en Ciencias con especialidad en Control Automático. Es profesor investigador de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Tec de Monterrey y miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Es cofundador de dos startups.

Yocanxóchitl Perfecto Avalos. Doctora en Ciencias de la Ingeniería. Es directora asociada del Departamento Regional de Bioingeniería, y profesora investigadora de la Escuela de Ingeniería y Ciencias, del Tec de Monterrey. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y colaboradora de TecScience como divulgadora de la ciencia.

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