En el mundo, menos del 10% de las personas con discapacidad logra entrar a la educación superior, y una proporción aún menor consigue concluir sus estudios. En áreas como las ciencias de la salud, la representación de estudiantes con discapacidad visual es prácticamente inexistente.
“Aquí en México no tenemos idea de qué tanto puede hacer una persona con discapacidad visual porque desde chiquitos los va deteniendo el sistema”, dice Cristina Gehibie Reynaga, profesora investigadora de la Escuela de Humanidades y Educación (EHE).
Frente a este panorama, Gehibe Reynaga, en colaboración con profesores investigadores de distintas disciplinas y escuelas del Tec, así como con alumnos de distintos grados, ha desarrollado un proyecto que propone una transformación profunda del aula universitaria a través del diseño universal de aprendizaje, con el objetivo de hacer que la educación científica sea verdaderamente accesible e incluyente.
El proyecto busca facilitar el ingreso y la permanencia de estudiantes con discapacidad visual en carreras de ciencias médicas, combinando estrategias didácticas y pedagógicas con el desarrollo de materiales físicos accesibles, pensados para enseñar conceptos científicos complejos de forma multisensorial.
En disciplinas donde el aprendizaje depende en gran medida de imágenes, esquemas y modelos visuales, esta propuesta replantea la manera en que se construye el conocimiento.
Los materiales desarrollados son interactivos y multisensoriales. A través del tacto, las texturas, los relieves, las formas y la altura, los objetos comunican información clave.
“En una ocasión, mis alumnos propusieron hacer un material didáctico sobre los órganos internos del cuerpo humano, para que los niños pudieran tocar cómo es el corazón, el cerebro”, cuenta Gehibe Reynaga.
Además, al integrarse con dispositivos electrónicos, estos recursos pueden ofrecer retroalimentación auditiva, ampliando las posibilidades de comprensión. Así, los conceptos dejan de ser exclusivamente visuales y se convierten en experiencias accesibles para más estudiantes.
Enseñar ciencia y medicina de forma realmente incluyente
Además del acceso a la información, otro de sus objetivos es evitar que los alumnos se sientan intimidados por materias tradicionalmente percibidas como difíciles o inaccesibles.
La inclusión, en este sentido, no solo elimina barreras físicas, sino también barreras emocionales y cognitivas que influyen en la trayectoria académica.
“Ahorita ya tenemos materiales de manera permanente en el campus Ciudad de México, en colaboración con colegas de la Escuela de Medicina”, cuenta Gehibe Reynaga.
Uno de los elementos más relevantes del proyecto es su carácter interdisciplinario. La iniciativa reúne a profesores y estudiantes de educación, diseño, ingeniería y ciencias de la salud, reflejando una tendencia global en investigación: la colaboración entre disciplinas para resolver problemas complejos.
Hoy, el proyecto se ha convertido en uno de servicio social, donde cada semestre estudiantes nuevos y crean materiales incluyentes constantemente. Los prototipos pueden ser probados y mejorados continuamente, tomando en cuenta la retroalimentación de los alumnos con discapacidad visual que los utilizan.
“Se me pone la piel chinita porque todavía recuerdo las caritas de felicidad de los primeros niños con discapacidad visual con los que trabajé cuando estaban haciendo un experimento”, recuerda Gehibe Reynaga.
Para la investigadora, quien durante veinte años se ha especializado en la educación científica en poblaciones en situación de vulnerabilidad, entre ellos alumnos con discapacidad visual, también es clave formar docentes que busquen ser incluyentes en sus aulas.
Al enfrentarse a la realidad de cómo es aprender con una discapacidad visual, los docentes desarrollan empatía, pensamiento crítico y habilidades de innovación.
Un diseño universal para el aprendizaje
A nivel social, el proyecto contribuye a romper estigmas profundamente arraigados, como la idea de que las personas con discapacidad visual no pueden estudiar carreras relacionadas con las ciencias médicas.
Al demostrar que el aprendizaje es posible cuando el entorno es inclusivo, la iniciativa amplía las oportunidades educativas y profesionales para una población históricamente excluida.
Más allá de sus resultados inmediatos, el proyecto apunta a un cambio estructural: generar mayor conciencia sobre la necesidad de crear aulas incluyentes.
En la medida en que las instituciones cuenten con más recursos pedagógicos accesibles, la experiencia de aprendizaje mejora para todos los estudiantes.
“Ese es el concepto del diseño universal para el aprendizaje, diseñas para poblaciones que tienen más dificultad para acceder a la información, pero lo que haces sirve para todos”, enfatiza Gehibe Reynaga.
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