Seguramente has escuchado la expresión “estas nuevas generaciones ya vienen con el chip” para referirse a los nativos digitales. El concepto acuñado en 2001 por Marc Prensky describe a quienes nacieron rodeados de computadoras y teléfonos inteligentes.
Sin embargo, ha evolucionado para entender a quienes se mueven en la frontera —cada vez más difusa— entre lo físico y lo virtual: los habitantes digitales.
Con la revolución que implica la Inteligencia Artificial aunada a la hiperconectividad a partir de la pandemia de Covid-19, investigadores definen y describen a esta generación que atravesó parte de su formación educativa en línea y con incertidumbre.
“Llamamos habitantes digitales a quienes son parte de la generación nacida entre 1997 y 2012, que vivió sus últimos años de educación básica y media superior durante la pandemia de Covid-19. Al analizarlos, nos dimos cuenta de que tenían rasgos muy particulares que el propio Prensky no había identificado en su conceptualización de nativo digital”, explica Fernando Gutiérrez, investigador y director de la División de Humanidades y Educación de la Región Ciudad de México del Tec de Monterrey.
¿Cuáles son las diferencias entre “nativos” y “habitantes digitales”?
Gutiérrez trabajó junto a su colega Jerónimo Rivera, profesor de la Universidad de La Sabana, en Colombia, para proponer el nuevo término desde un enfoque educativo.
Para llegar al concepto, los investigadores hicieron un estudio exploratorio y documental, revisando textos publicados entre 2019 y 2023 sobre la generación centennial, su interacción con el entorno digital y cómo algunos de esos comportamientos se reflejaban en sus formas de aprender.
Detectaron que los habitantes digitales están hiperconectados, es decir, viven en una conexión constante a través de varios dispositivos móviles, sobre todo desde el celular, pero también en laptops, tablets y relojes inteligentes.
Su atención es fragmentada, pues aunque tienen habilidades multitarea, manipulando uno o varios aparatos a la vez, no llegan a profundizar en esas actividades. Su dispersión se debe a la exposición a plataformas y redes sociales como Instagram, Snapchat y TikTok, que utilizan contenidos de consumo rápido, como imágenes y videos cortos.
En estas aplicaciones también ellos construyen y proyectan su identidad: las usan como espacios de validación social donde buscan aprobación y reconocimiento de los demás a través de likes, seguidores y visualizaciones.
Es por eso que los habitantes digitales también se caracterizan por tener una alta dependencia de estas conexiones, dice Gutiérrez. “Esto es a un nivel sorprendente. No pueden estar sin algún aparato que esté conectado y les permita explorar el entorno. Si lo quitas, puedes generar una ansiedad muy importante en la persona y no sabe cómo lidiar con eso”.
Aprendizaje autodirigido o “bajo demanda”
Además, se trata de una generación que muestra preferencia por el aprendizaje autodirigido, una característica que tomó forma durante la pandemia, cuando la mayoría cursaba educación básica y media superior. Esto también moldeó lo que los investigadores describen como una “mentalidad bajo demanda” porque su aprendizaje depende del interés inmediato de los estudiantes y de su idea de cuándo, cómo y cuánto necesitan aprender.
Aunque los habitantes digitales se perciban también como expertos en tecnología, procesan grandes volúmenes de datos que dificultan su análisis crítico.
Otro desafío es la costumbre a respuestas rápidas y contenidos breves, como en Google, ChatGPT o YouTube. Esto desarrolla poca tolerancia a la espera y se refleja en una capacidad de concentración más débil.
Además, enfrentan una desconfianza en fuentes formales de información, lo que Gutiérrez explica como un “relativismo moral” que hace que los jóvenes crean más en sus pares —como influencers o comunidades digitales— que en instituciones científicas o educativas. Para ellos, la verdad depende de quién la diga y no de qué tan comprobada esté.
También se suma el reto de brechas de acceso, pues aunque la mayoría de los jóvenes vive ya en un entorno digital, todavía hay millones sin acceso a dispositivos con Internet. “Con la llegada de otros disruptores como la inteligencia artificial, el gap entre quienes tienen acceso a la tecnología y quienes no, es cada vez más grande. Por eso se habla no solo de una, sino de múltiples brechas”.
Agilidad tecnológica: fácil adopción de tecnologías digitales
Pese a los múltiples retos, los habitantes digitales destacan por su agilidad tecnológica: se adaptan con facilidad a nuevas plataformas y herramientas, aprenden sin guía y prefieren hacerlo por medio de proyectos con simulaciones o actividades prácticas que tengan aplicaciones en la vida real.
De igual forma usan su creatividad en habilidades como diseñar y comunicar información en redes sociales y de esta manera se involucran en causas sociales, ambientales y políticas.
Esto también es parte de una actitud proactiva, dice Gutiérrez, pues no solo se limitan a consumir contenidos, sino que también son creadores.
“A estas alturas, todos somos habitantes digitales, pero en diferentes niveles. Pero no es lo mismo el nivel de abstracción que tiene un centennial que el de una persona de la generación X, un baby boomer e incluso los millennials, porque han tenido referentes que les hacen ver el entorno de otra manera”.
¿Cómo adaptarse a los habitantes digitales?
Los siguientes pasos en esta línea de investigación serán profundizar más en aspectos como la atención fragmentada y el autoaprendizaje, y experimentar: qué pasa realmente en los salones de clase, cómo los habitantes digitales asimilan la información, qué tipo de herramientas son las que más utilizan y si estas resultan beneficiosas o contraproducentes en su proceso de formación.
Para Gutiérrez este estudio exploratorio es fundamental para que que las instituciones —sobre todo las de educación superior— puedan adaptarse y responder mejor a las necesidades y el contexto en el que viven estos jóvenes.
“Las instituciones tendrán que adaptar sus metodologías para integrar herramientas digitales atractivas para este grupo de personas, sin perder la integración humana y el aprendizaje práctico”, dice. “Se recomendarán estrategias que combinen la tecnología con aspectos como el pensamiento crítico, la resiliencia digital, competencias socioemocionales y conciencia sobre los beneficios y las limitaciones que tiene la tecnología. Creemos que se va a demandar flexibilidad pedagógica para apoyar a estas personas y sacar el mayor provecho de ellas”.
¿Te interesó esta historia? ¿Quieres publicarla? Contacta a nuestra editora de contenidos para conocer más: marianaleonm@tec.mx.













