Hablar de Julieta Fierro es hablar de alguien que logró hacer algo pocas veces visto: que la ciencia dejara de sentirse lejana y complicada, y se convirtiera en un ejercicio cercano, divertido y humano. Ella inspiró a generaciones enteras y siempre contagió su pasión por la astronomía; pero sin duda, su mayor talento siempre fue el de tender puentes entre el conocimiento y la gente.
Sin embargo, algunos podrían preguntarse: ¿quién fue Julieta Fierro? Para responder, debemos remontarnos a mediados de la década de 1970, cuando concluía la licenciatura en Física en la UNAM, y a 1982 cuando obtuvo el grado de Maestra en Ciencias con una tesis dedicada al estudio de las condiciones físicas de la galaxia espiral M101, a partir de observaciones de hidrógeno ionizado distribuidas a lo largo de su disco.
Apenas cuatro años más tarde publicó su primer artículo en Publications of the Astronomical Society of the Pacific, esta vez con un análisis similar pero aplicado a la galaxia NGC 2403. Todo ello lo realizó bajo la mentoría de Manuel Peimbert y Silvia Torres, figuras clave en la consolidación de la astronomía profesional en México.
En ese contexto se formó Julieta Fierro, quien con el tiempo se convertiría en la astrónoma más reconocida por la sociedad mexicana. Pero… ¿qué hacía tan peculiar a Julieta Fierro? La respuesta es sencilla: poseía una extraordinaria capacidad para desmenuzar los conceptos más complejos de la física y la astronomía, y para presentarlos de manera clara y sencilla, haciéndolos accesibles al público no especializado.
A esta habilidad la acompañaba una chispa única, pues lograba que sus charlas fueran participativas, cercanas y, a menudo, divertidas: ya fuera vestida con un tutú mientras interpretaba la danza de Galileo, subiéndose a las mesas, lanzando pelotas al público, siempre con amabilidad, siempre con cercanía.
Una personalidad así es indispensable para la ciencia, sobre todo en un contexto en el que con frecuencia es malinterpretada, relegada o sustituida por mitos. Se necesitan científicos que generen conocimiento, sí, pero también profesionales capaces de transmitirlo y sensibilizar a la sociedad acerca de su importancia, para que el progreso científico no se detenga.
Su partida duele profundamente a la comunidad astronómica, pero reconforta ver a cientos de profesionales que hoy escriben mensajes en los que reconocen haber estudiado Física y Astrofísica gracias a ella.
Más allá de los múltiples reconocimientos que obtuvo, el verdadero legado de Julieta Fierro está en las vocaciones que despertó y en la manera en que transformó la relación de cientos de personas con la ciencia, a través de sus libros, sus conferencias y, sobre todo, su pasión por compartir el Universo.
Hoy Julieta regresa al cosmos que estudió, compartió y nos enseñó a mirar con asombro.
Carolina Rodríguez Garza, es directora nacional de la carrera de Ingeniería Física Industrial (IFI), de la Escuela de Ingeniería y Ciencias, del Tec de Monterrey. Es conocida como “La Mujer Cohete”, por ser la primera astrofísica en dirigir el programa IFI y ser coautora del primer artículo de radioastronomía con afiliación al Tec, publicado en la revista The Astronomical Journal sobre el hallazgo de máseres (moléculas) de agua en dos protoestrellas de la región Serpens Sur.