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La arqueóloga que le enseña historia a la Inteligencia Artificial

Patricia Murrieta, Faculty of Excellence del Tec de Monterrey, combina la arqueología con la IA para recuperar las voces del pasado.
Patricia Murrieta
Patricia Murrieta ha entrenado modelos de inteligencia artificial para transcribir textos manuscritos en español antiguo de la era colonial. (Foto: Ricardo Treviño / TecScience)

Cuando Patricia Murrieta era niña, su familia la llevó a visitar Chichén Itzá y tras un largo recorrido por la zona arqueológica, cansada por tanto caminar, le gritó a su papá: “¡Ya no quiero ver más piedras viejas!”

Esa anécdota se la recordó su padre cuando ella se graduó de la licenciatura en Arqueología, en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).

Siempre tuvo inspiración por la ciencia, las artes y la arqueología en su entorno. Sus padres fueron físicos matemáticos y catedráticos de la UNAM, su abuela fue pintora, pero principalmente su tía María de los Ángeles —a quien con mucho cariño llaman Coca—, que trabajó como arqueóloga, se convirtió en una de sus más grandes influencias. 

“Mi tía ‘Coca’ trabajó muchos años en el área maya, fue ceramista en la zona arqueológica de Palenque”, platica, “fue una de mis principales influencias en la vida porque despertó muchísimo mi imaginación por la arqueología, con todas esas historias que me contaba. Incluso, me regaló un libro ilustrado maravilloso sobre los mitos y cuentos de la arqueología mesoamericana”.

Patricia Murrieta es una de las pioneras de las humanidades digitales, un campo que combina las tecnologías computacionales con el estudio y la investigación en disciplinas como historia, literatura, filosofía y artes. Además de la licenciatura en la ENAH —donde se graduó con honores—, hizo una maestría y un doctorado en Informática Aplicada a la Arqueología en la Universidad de Southampton, en el Reino Unido.

Murrieta, quien recientemente se sumó como profesora distinguida en Humanidades Digitales e Inteligencia Artificial de la Escuela de Humanidades y Educación del Tec —a través de la iniciativa Faculty of Excellence— transformó esas influencias en una vocación por descifrar el valor arqueológico de esas “piedras viejas”.

La arqueóloga, quien es parte del programa Faculty of Excellence, impulsa en el Tec de Monterrey el desarrollo de un laboratorio de inteligencia artificial para las Humanidades. (Foto: Ricardo Treviño / TecScience)

Enseñarle de historia a la IA

Como investigadora desarrolla modelos de IA y aprendizaje automático para analizar una época que le apasiona investigar: la era colonial latinoamericana desde sus territorios y periodos históricos. “Lo que me encanta de la arqueología es precisamente pensar en estos procesos del pasado, cómo fueron, y cómo nos siguen impactando hoy”.

Por ejemplo, aunque la historia habla sobre la supremacía tecnológica de los españoles para ocupar ciudades como México-Tenochtitlan —más avanzada en esa época que urbes europeas como Londres o París al tener sistemas de agua potable, de limpieza pública y una población superior a los 200,000 habitantes—, Murrieta señala que la conquista no fue solo obra de los españoles, sino que fueron los tlaxcaltecas quienes la llevaron a cabo, y su consumación fue el resultado alianzas estratégicas y la división entre los pueblos indígenas de Mesoamérica.

La historia que conocemos, considera, como la conquista de México ha sido contada de manera incompleta y sesgada, desde la perspectiva de los cronistas y escritores españoles, que borraron o distorsionaron la versión de los pueblos indígenas.

“Uno de mis intereses profundos es pensar cómo podemos descolonizar la historia, es decir, cómo podemos poner atención a todos aquellos discursos y narrativas que no se han propagado o conocido por una serie de razones tanto prácticas como sociales, pero que nos darían una perspectiva completamente diferente de la historia”.

Tecnologías computacionales descifran tres siglos de colonización

Como estudiante conoció cómo las tecnologías computacionales se podían aplicar en la arqueología, en una clase de topografía con el profesor Javier López Camacho. “Él fue quien me introdujo profundamente en esta parte de la computación y me ayudó a imaginar su potencial. Utilizamos un software —que todavía existe, llamado Surfer— para crear modelos digitales de elevación, para hacer el levantamiento de los planos en los sitios arqueológicos”. 

Además ha colaborado con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en proyectos como en el Atlas Arqueológico de Chiapas, donde se dio cuenta que hacía falta integrar el uso de herramientas digitales, por ejemplo, con Sistemas de Información Geográfica (SIG).

También, para aprovechar los millones de documentos históricos que son parte del Archivo General de la Nación en donde están “escondidas” muchas de las historias de las comunidades indígenas que aún no han salido a la luz, dice.

Parte de su trabajo se ha centrado en digitalizar y analizar estos documentos a través de modelos de inteligencia artificial capaces de reconocer y transcribir el idioma español antiguo.

“Con una técnica que se llama HTR (Handwritten Text Recognition) mi equipo de investigación ha entrenado cinco modelos en caligrafías diferentes del siglo XVI, XVII y XVIII para llevar a cabo la transcripción automática de textos manuscritos; documentos que son multilinguales, es decir, escritos en español con náhuatl, zapoteca, latín y otras lenguas distintas”.

Otro proyecto en el que trabaja utiliza técnicas de análisis desde minería de textos para extraer información e identificar conceptos y frases de interés en grandes bases de datos y así extraer información sobre enfermedades, tradiciones, pueblos y actividades que luego se ubican geográficamente. Con esta tecnología se desarrolló un software llamado Geographical Text Analysis con el que creó el primer mapa sobre cómo se mencionan las epidemias en el siglo XVI en la Nueva España.

También, a partir de esas tecnologías trabaja en un proyecto financiado por el Economic and Social Research Council del Reino Unido, para analizar la historia de las flotas coloniales que conectaron América y Europa, donde se trasladaban personas, productos y animales. Y estudiar su efecto económico, social y cultural en los dos continentes con el análisis de alrededor de 35,000 documentos.

Desarrollo de modelos de IA para el estudio histórico

Hoy, también es codirectora del Centro de Humanidades Digitales y catedrática en el Departamento de Historia de la Universidad de Lancaster, y miembro de la Real Sociedad Histórica del Reino Unido; además, es asesora científica del Museo de Ciencias de Londres y el UK Research Infrastructure for Conservation and Heritage Science. 

Murrieta incluso explora su pasión por la arqueología en sus ratos libres. Junto con su esposo diseña un juego de mesa que se llamará El juego de la Nueva España para difundir el conocimiento histórico de una manera divertida.

Como profesora distinguida impulsa un laboratorio de inteligencia artificial para Humanidades, con el nombre de Amoxkalli, que en náhuatl significa la casa de los libros. Este espacio se enfocará en el desarrollo de modelos de IA y herramientas digitales para el estudio histórico y la colaboración con otras universidades que son parte del proyecto LATAM GPT que busca una mayor representatividad de los pueblos del sur global dentro de los grandes modelos de lenguaje.

“Queremos formar también estudiantes que piensen el mundo de otra manera, que entiendan que se puede pensar distinto desde los datos, que realmente los podemos utilizar para hablar del pasado, de procesos de largo plazo y también para imaginar futuros distintos”.


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Picture of Ricardo Treviño