“Entre las mujeres y las niñas, a veces hay una sensación de que, no importa lo que hagan, su trabajo no será reconocido como lo sería si fueran un hombre”, dijo Jennifer A. Doudna al enterarse que había ganado el Premio Nobel de Química, junto con Emmanuelle Charpentier, en 2017.
La brecha de género en ciencias es una de las más grandes. Según datos de la UNESCO, más de la mitad de las personas graduadas en áreas STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics), son mujeres, pero solo el 30% se dedica a la investigación.
Esta selección de ocho científicas que debes conocer este 8M es una muestra de las muchas mujeres que, al compartir su experiencia, esfuerzo y formas de desafiar las deudas históricas, reconstruyen el papel de las mujeres en la ciencia.
Jocelyn Bell, la fuerza de nombrar la justicia
Al ingresar a la carrera de Física en la Universidad de Glasgow, Jocelyn Bell, nacida en Lurgan, Reino Unido en 1943, era la única mujer entre 49 hombres.
Años después, desde la Universidad de Cambridge, mientras analizaba registros de un nuevo radiotelescopio, detectó unas señales inusuales, leves y regulares, apenas separadas por 1.33 segundos.
Resultaron ser huellas del primer púlsar conocido, estrellas de neutrones que giran rápidamente y emiten su señal como un faro de ondas de radio hacia la Tierra, titilando de forma tan precisa que se utilizan como relojes para probar la teoría de la relatividad.
El descubrimiento de Bell le valió a su profesor de tesis un Premio Nobel de Física; ella fue excluida del galardón.
Años después, escribió un editorial en Science titulado So few pulsars, so few females, en el que nombró la injusticia que vivió. Señaló que su juventud y género la excluyeron del premio.
Al hablar de esta situación, es crítica sobre la falta de reconocimiento del trabajo en equipo y la idea persistente de que los descubrimientos son obra de una sola persona.
De los días que siguieron al anuncio del premio, Bell recuerda que la prensa se enfocó injustamente en su vida privada y aspecto físico, en lugar de su trabajo. En ese editorial, afirmó: “No creo que hacer que las mujeres sean más valientes, más asertivas o más parecidas a los hombres sea la forma correcta de avanzar. Las mujeres no deberían tener que adaptarse por completo. Es hora de que la sociedad avance hacia las mujeres, no al revés”.
Desde su experiencia, la científica ha dicho que “en la diversidad reside el éxito de la ciencia”.
Jane Goodall, un mensaje sobre los cuidados
El apasionado compromiso de Jane Goodall, nacida en Londres, en 1934, con la observación de la vida silvestre es motivador.
Con apenas 23 años, fue la primera mujer en investigar chimpancés en vida libre en Tanzania. Su trabajo estaba lleno de intuición y empatía, logró estudios detallados que revolucionaron la primatología. Sus experiencias han inspirado a muchas personas a participar en la conservación de la vida silvestre y la preservación de ecosistemas en todo el mundo.
Pero lograr eso no fue fácil porque, como ha compartido Goodall, nadie esperaba que una mujer hiciera lo que ella consideraba no solo un trabajo, sino un anhelo, excepto su madre, Vanne, quien fuera su compañía en esta aventura, dado que las autoridades británicas no le permitían vivir sola allí.
Este gesto de cuidado, reconocido por Goodall al contar su historia, es una forma de apreciar las labores no remuneradas de cuidado, a menudo invisibles cuando se habla de los grandes descubrimientos científicos. Poner el ojo en esto no es asunto menor: las mujeres realizan el 76.2% de los trabajos de cuidado no remunerado, más del triple que los hombres.
Sandra Díaz, pensar en futuros inclusivos
La crisis climática es un asunto impostergable. El trabajo de Sandra Díaz, en Córdoba, Argentina, en 1961, ha sido útil para medir parte del problema.
Junto a Joanne Chory diseñó una metodología para cuantificar el valor de la biodiversidad vegetal en un ecosistema, su utilidad para los seres humanos y su efectividad en la lucha contra el calentamiento global. La importancia de sus investigaciones ha sido ahondar en la biodiversidad como parte fundamental del bienestar humano.
Díaz utiliza sus estudios para destacar la relevancia de la ciencia en la formulación de políticas y, en múltiples entrevistas, ha enfatizado de forma valiente que la negación del cambio climático responde a intereses económicos y políticos.
Fue coordinadora del Grupo de Ecosistemas Terrestres del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), con el propósito de buscar soluciones integrales y sostenibles. Gracias a su contribución en este campo, fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 2007, junto al grupo de especialistas dedicados al desarrollo y difusión de conocimientos sobre el cambio climático.
Nubia Muñoz, investigar la salud con perspectiva de género
Hay una científica que ha demostrado el valor de realizar investigaciones de salud pública con perspectiva de género, y es Nubia Muñoz, nacida en Cali Colombia en 1940.
Esta destacada epidemióloga colombiana ha liderado numerosos proyectos de investigación sobre cánceres asociados a agentes infecciosos.
Entre ellos, destacan el cáncer cervical y el virus del papiloma humano (VPH); sus estudios en 30 países resultaron en evidencia sólida sobre la relación entre ciertos tipos de VPH y este tipo de cáncer. Su trabajo la convirtió en la candidata de Colombia al Premio Nobel de Medicina.
La investigación de Muñoz ha contribuido significativamente a la prevención de una enfermedad que cobra la vida de cientos de miles de mujeres cada año, en especial en países emergentes, y fue fundamental para el desarrollo de la primera vacuna dirigida específicamente a prevenir el cáncer.
Nisreen El-Hashemite, el poder de hacer camino juntas
Nisreen El-Hashemite (Kuwait, 1969) nació princesa, pero decidió crecer como científica. Desafío el protocolo real y se convirtió en médica y genetista. Sus investigaciones la llevaron a crear una técnica para diagnosticar trastornos genéticos a través de una sola célula. Su osadía dio frutos: esta técnica se utiliza como procedimiento preventivo de enfermedades de origen genético en más de 100 centros de salud en todo el mundo.
A pesar del valor de sus logros, notó que no recibía el mismo salario que sus colegas masculinos, entonces luchó por cambiar esta situación. Años después, afirmó que no lo hizo solo por ella, sino por las científicas que vendrían después.
Más adelante, la científica iraquí se unió a la agenda de sostenibilidad de la ONU para defender que el desarrollo socioeconómico sostenible será posible al incluir a las científicas en el plan. Se convirtió en una firme defensora de la igualdad de género en la ciencia y, dentro de sus propuestas, lanzó una plataforma internacional para otorgar becas a niñas de todo el mundo que aspiran a estudiar ciencia.
Además, fundó la Liga Internacional de Mujeres en las Ciencias, un programa diseñado para promover a aquellas que trabajan en el campo científico y conectarlas entre sí. El-Hashemite contribuyó de forma crucial en la declaración del 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
La vida de Nisreen ejemplifica cómo las mujeres allanan el camino para otras. Esto evoca lo observado en una investigación sobre los sesgos de citación en artículos científicos debido al género de los autores. Se encontró que las mujeres citan a otras en 40%, mientras que los hombres lo hacen en 25%. Este reconocimiento desigual del trabajo dificulta el acceso de las mujeres a mejores oportunidades laborales.
Julia Tagüeña Parga, la divulgación de la ciencia importa
La idea de que aumentar la presencia de mujeres en la ciencia enriquece la diversidad de perspectivas importa cuando se trata de la divulgación científica, esa ventana para informar a la sociedad sobre la labor científica. A menudo, este trabajo ha sido subestimado por los científicos, pero figuras como Julia (nacida en la entonces Checoslovaquia, nacionalizada mexicana) han abogado por su reconocimiento.
Esta científica se especializó en física del estado sólido y energías renovables. Ha ocupado diversos cargos de liderazgo en instituciones mexicanas y realizado investigaciones sobre comunicación de la ciencia.
También ha participado en numerosos proyectos de divulgación, incluyendo conferencias y el desarrollo de exhibiciones en museos. En México, fundó el Premio Jorge Flores Valdés, que destaca trabajos de divulgación científica. La gratificación del premio fue donada por Tagüeña con el objetivo de visualizar la importancia de la divulgación científica de calidad para las sociedades.
Emmanuelle Charpentier y Jennifer A. Doudna
Los premios Nobel, otorgados desde 1901, han ignorado en gran medida el talento femenino; de 646 premios entregados en ciencias, solo 26 han sido para mujeres. En 2017, Jennifer, nacida en Washington en 1964 y Emmanuelle, nacida en Francia, en 1968; recibieron la medalla en el área de Química.
Se les reconoció por desarrollar CRISPR-Cas9, un mecanismo inspirado en la defensa natural de las bacterias contra los virus. Esta herramienta se ha descrito como unas tijeras moleculares que sirven para hacer incisiones precisas en las 3 mil millones de letras del ADN que conforman el código de la vida.
Su uso ha sido fundamental en importantes investigaciones de ciencia básica, permitieron obtener cultivos que resisten el moho, las plagas y la sequía. En medicina se investiga su aplicación en terapias contra el cáncer y en la cura de enfermedades hereditarias.
Tras el anuncio del premio, Doudna comentó: “Entre las mujeres y las niñas, a veces hay una sensación de que, no importa lo que hagan, su trabajo no será reconocido como lo sería si fueran un hombre. Espero que este premio y su reconocimiento cambien eso al menos un poco, y que sea alentador para otras mujeres que están en la ciencia, o incluso en otros campos, para notar que su trabajo puede ser honrado y tener un impacto real”.