Por Perla Martínez*
Los inicios de la ciencia climática se remontan al siglo XX cuando, entre otros antecedentes, el científico Charles Keeling demostró en 1958 que los niveles de CO2 estaban aumentando y que la quema de los combustibles fósiles eran la causa.
Hoy, de manera inequívoca, la ciencia afirma que el cambio climático es causado principalmente por la quema de combustibles fósiles, como petróleo, gas y carbón, pues esta actividad representa más del 75% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI) y casi el 90% de todas las emisiones de CO2.
Sin embargo, existen grupos y gente que rechaza la ciencia tomando la postura del llamado negacionismo climático, mismo que tuvo origen en la década de 1970, cuando empresas petroleras, como EXXON, teniendo pleno conocimiento de la evidencia científica, cuyo desarrollo incluso fondearon, emprendieron millonarias estrategias de relaciones públicas para desacreditar la ciencia y negar el cambio climático. [1]
Con el tiempo, la popularidad de este negacionismo parece haber disminuido o, más bien, ha ido evolucionando de la negación absoluta a tácticas para confundir y así retrasar la acción.
Para muchos especialistas, un ejemplo de este negacionismo actual se dio en la COP28 de finales de 2023, cuando el presidente de las negociaciones, el ejecutivo petrolero Sultan al Jaber, declaró que “no hay ciencia” detrás de la idea de que los combustibles fósiles deben eliminarse para evitar que la temperatura global promedio aumente más de 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales. [2]
Sin embargo, el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), órgano de las Naciones Unidas compuesto por investigadores de todo el mundo que evalúa la ciencia que explica el cambio climático y cuyos informes siguen un riguroso proceso de aprobación con el que se garantiza que se trata de la mejor evidencia científica disponible, afirma categóricamente lo contrario.
Hoy también existen cientos de organizaciones científicas y académicas que producen ciencia climática y que reaccionaron al comentario de Al Jaber con un comunicado que le “recuerda” el consenso científico que señala que las naciones deben eliminar rápidamente los combustibles fósiles para no sobrepasar el 1.5 °C de aumento.
Al Jaber respondió que había sido “una declaración sacada de contexto con tergiversación”.
A pesar de esta corrección, empresas y países productores de combustibles fósiles enfocaron la discusión en que la causa, y lo que hay que eliminar, no es la quema de combustibles fósiles, sino las emisiones que generan.
Centraron sus propuestas en la eliminación de emisiones mediante tecnología de captura y remoción de carbono de la atmósfera sin compromisos de dejar de extraer y quemar combustibles fósiles. Esto pudiera sonar como una solución, pero estas tecnologías son incipientes: hoy eliminan solo el 0.1% de CO2, son costosas y no están disponibles a escala comercial.
El IPCC fue muy claro en la síntesis del Sexto Informe de Evaluación: para mantener vivo el objetivo de no superar el 1.5 °C es necesario reducir el 50% de las emisiones de GEIs a más tardar en 2030 y alcanzar las emisiones netas cero a más tardar en 2050 y esto solo podrá lograrse con una eliminación inmediata, rápida y equitativa de los combustibles fósiles como piedra angular de cualquier estrategia.
No sabemos a ciencia cierta si la declaración de Al Jaber fue un error o una mala interpretación (ambas opciones son improbables), o más posiblemente una estrategia de negociación y una táctica del negacionismo evolucionado que al final haya influido en el acuerdo final.
Lo que sí sabemos es que al cabo de las polémicas negociaciones y, a pesar de que más de 100 países apoyaban un acuerdo con una redacción alineada a la ciencia para la eliminación (phase-out) justa, ordenada y equitativa de los combustibles fósiles, el texto acordado fue “transición para alejarse de los combustibles fósiles en los sistemas energéticos de manera justa, ordenada y equitativa”.
Para muchos la redacción final es una reformulación de compromisos que muchos de los gobiernos signatarios ya han asumido durante años y no han cumplido y se trata de un negacionismo evolucionado, que es más sofisticado y difícil de identificar pues confunde y tiene la intención de hacer parecer que se avanza (para quitarse presión y quedar bien parado frente a la opinión pública) pero en realidad retrasala acción en los alcances que la ciencia indica.
Al Jaber dijo que la north star de la COP28 es mantener 1.5 °C alcanzable. Para la COP29 bien ayudaría que la estrella guía fuera más clara, y qué mejor que sea la afirmación del IPCC de que los combustibles fósiles se tienen que ir, no en la manera y ritmo que quiera la industria petrolera, sino como lo dice la ciencia, de forma inmediata, rápida y equitativa.
* Perla Martínez es gerente del Centro para el Futuro de las Ciudades y fue parte de la Delegación del Tec que acudió a la COP 28 en Dubai en diciembre de 2023.
[1] Podcast: Weaponizing Uncertainty, with Vox’s Unexplainable. https://player.fm/series/drilled/weaponizing-uncertainty-with-voxs-unexplainable
[2] El 1.5 °C es el umbral más allá del cual, de acuerdo con el IPCC según la evidencia científica, los humanos no podremos adaptarnos a los efectos de la crisis climática, como aumento en el nivel de los océanos, tormentas, calor, sequías e incendios cada vez más extremos.