En América Latina, caminar es uno de los medios de transporte más importantes, representando un 30% del total de los viajes que hacen los ciudadanos. De estos, quienes más andan a pie son las y los niños, pero poco se sabe sobre las condiciones de estos trayectos. Walking to School in Latin America (Caminar a la escuela en América Latina) es un proyecto que busca comprenderlas.
“Queremos entender cuáles son los desafíos que enfrentan en su camino a la escuela estos niños y niñas que viven en las periferias de las ciudades”, dice Aleksandra Krstikj, profesora investigadora de la Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño (EAAD) y líder del proyecto.
De acuerdo con ella, la movilidad en América Latina, especialmente en las periferias, es limitada pues la mayoría de las calles están diseñadas para automóviles motorizados, dejando de lado a los triciclos, las bicicletas, patines o patinetas, así como a los peatones.
Además, el transporte público muchas veces es insuficiente e inseguro, por lo que las infancias no suelen utilizarlo tanto.
A pesar de que se tiene conocimiento sobre las condiciones en las que se camina en los adultos, existe un vacío de información sobre cómo se sienten las infancias al caminar por las calles, qué tanto y cómo lo hacen.
Para entenderlo, el equipo liderado por Krstikj analizó la movilidad a pie de niños y niñas que asisten a la escuela primaria en tres ciudades latinoamericanas: el Estado de México, Medellín, en Colombia, y Recife, en Brasil.
El proyecto está siendo realizado por la EAAD, el Centro de investigación y Docencia Económica (CIDE), el Programa de Recalificación y Resiliencia Urbana en Zonas de Vulnerabilidad Socioambiental (ProMorar), el Centro de Estudios Urbanos y Ambientales (Urbam) y fue financiado por Volvo Research and Educational Foundations.
Una metodología mixta para entender el problema
De acuerdo con la experta, aunque ya existen algunas guías en América Latina para hacer entornos escolares seguros, la mayoría se centran en proponer soluciones importadas de otros países y realmente no se enfocan en entender la problemática de los niños que caminan a la escuela en la región, por lo que las propuestas muchas veces fallan.
“Nuestra investigación se enfoca en dar luz a esta problemática, para después poder diseñar soluciones y políticas públicas apropiadas para el contexto de nuestra región”, explica Krstikj.
Para hacerlo, el equipo utilizó un método mixto en donde hicieron un análisis cuantitativo para medir qué tanto caminan a la escuela las infancias y sus acompañantes, cuántos kilómetros recorren y cómo es el territorio que recorren.
Por otro lado, hicieron un análisis cualitativo con encuestas, entrevistas y actividades didácticas donde preguntaron a las infancias y sus cuidadores primarios −padres, madres, hermanos o abuelos− cómo viven estas caminatas.
Aunque los resultados de este trabajo aún están en proceso, ya tienen algunas ideas de cuáles son los desafíos a los que se enfrentan en el Estado de México.
En general, cuando transitan las calles, las infancias buscan espacios en donde puedan jugar, pues es una forma importante de convivencia para ellas. También buscan espacios verdes, sombra y lugares donde se sientan seguros.
“Desafortunadamente, tanto los parques, como los árboles y áreas seguras son cosas que faltan mucho en las periferias”, cuenta Krstikj.
A las niñas y los niños también les dan miedo las motos, los coches y camiones, que son los principales medios de transporte en el país.
Los cuidadores primarios dicen que no se sienten seguros de dejar que caminen solos a la escuela y tienen que organizarse en comunidad para encontrar soluciones, pues muchos trabajan y el estado no proporciona transporte para las infancias.
La importancia de caminar a la escuela
Una vez completada su investigación, el objetivo de los investigadores es publicar artículos y una guía práctica para diseñar intervenciones en ciudades latinoamericanas que estén dirigidas a garantizar una movilidad segura y activa para que las infancias puedan caminar a la escuela y otros lugares libremente.
Esto es importante para la salud de los niños, pues de acuerdo con la investigadora, distintos estudios han encontrado que aquellos que utilizan el coche con mayor frecuencia tienen menor coordinación física y orientación en el espacio.
“Caminar no solo mejora su calidad de vida, también aumenta su orgullo de pertenecer a una comunidad”, dice la investigadora.
A futuro, buscan aliarse con instancias del gobierno y escuelas para planear políticas públicas y mejoras a las ciudades que promuevan una mejor movilidad en las periferias, poniendo el énfasis en las infancias.
También buscan concientizar y educar a las sociedades −a través de actividades comunitarias− sobre la importancia de considerar a niñas y niños en la planeación de las ciudades.
“Los niños también son ciudadanos y tienen derecho a la ciudad, pero nadie les pregunta, por lo que usualmente no tienen voz”, expresa Krstikj. “Sin embargo, merecen seguridad para el trayecto que hacen casi diario a la escuela”.
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