La primera vez que vi a Rob Roggema fue en una videollamada en la que me habló sobre un proyecto de regeneración urbana en el parque Rufino Tamayo, ubicado en San Pedro, Nuevo León.
Casi un año después, supe que tendríamos una entrevista presencial, por lo que propuse verlo en el Espacio de Reflexión del campus Monterrey del Tec, una obra del arquitecto Alberto Kalach que combina concreto y madera.
Me pareció adecuado para la ocasión ya que Roggema es un regenerador urbano y una de las particularidades de este edificio es que enmarca el icónico Cerro de la Silla haciéndolo parte del espacio.
El investigador, que desde noviembre de 2022 forma parte de la iniciativa Faculty of Excellence –cuyo objetivo es reunir a profesores expertos a nivel mundial para dar clases y participar en proyectos en el Tec de Monterrey–, llega a nuestra cita con su hija Inez de 22 años. Me llama la atención que, aunque afuera estamos a 10 grados, él trae una chamarra ligera, muestra de que nuestro invierno ha de parecer una broma para un europeo.
El área en la que Rob Roggema ha desarrollado su trabajo es la cultura regenerativa, y es uno de los pioneros en mezclar el paisajismo tradicional externo y adaptarlo dentro de los entornos urbanos, creando una nueva manera sustentable e integral de ver las ciudades; algo que lo ha llevado a trabajar en varios países y continentes.
Su vocación inició en los Países Bajos, donde nació y creció. Hoy, su labor es readaptar las ciudades y el paisaje para que vuelvan a ser lo más cercano a como eran en un principio. Por ejemplo, parques urbanos alrededor de arroyos que evitan inundaciones en la ciudad son, además, hogar de plantas y animales nativos y permiten un desarrollo más integral de sus ciudadanos junto con la naturaleza.
Regenerar ciudades, ¿una utopía?
Por favor, explícanos de la manera más sencilla qué es la cultura regenerativa.
Es el concepto de devolver al medio ambiente y sus sistemas más de lo que tomamos de él.
Siempre utilizo este ejemplo que es muy claro: usamos mucha agua, pero la contaminamos y la vertemos como aguas residuales, lo que degrada nuestro entorno; al final, no sobreviviremos si todo el medio ambiente está degradado.
Entonces, lo que necesitamos hacer es devolver más agua limpia de la que extraemos para convertirlo en un sistema regenerativo. Si extraemos biodiversidad, asegurémonos de devolver más biodiversidad.
Para las comunidades marginadas es esencial tener este entorno natural muy cerca de su lugar de residencia y si no tienen acceso a servicios básicos como energía y agua con regularidad, y extraen todos esos recursos del medio ambiente sin devolver nada, degradarán directamente su entorno, lo que termina amenazando su supervivencia en ese lugar.
Platícanos cómo funciona algún proyecto regenerativo en el que hayas trabajado.
Food Río es una iniciativa en la que trabajé hace casi 10 años en Río de Janeiro cuyo objetivo era ayudar a los habitantes de comunidades marginales y favelas para cultivar sus propios alimentos.
En estos vecindarios generalmente no hay acceso a alimentos saludables y se consumen productos procesados, con altos índices de azúcar. El proyecto consistía en construir un techo de alimentos en una casa de una favela mediante un sistema acuapónico, que consiste en el cultivo de peces y el crecimiento de plantas coexistiendo de manera simbiótica. Así la gente podía pescar y cosechar verduras y hierbas regularmente.
Ahora están planeando hacerlo en México, ¿cierto?
Estos sistemas pueden aplicarse aquí también. Estamos trabajando en un proyecto para replicarlo en la colonia Altamira en Monterrey y no solo en un techo, sino en toda la calle.
La idea es construirlo con estudiantes y con la comunidad para que aprenda a administrar ese sistema y que lo sientan como suyo.
¿Cómo llegaste al estudio en cultura regenerativa?
Después de terminar la preparatoria comencé a explorar la biología, la veterinaria y la oceanografía. En cierto punto me interesé en la geografía y los mapas y luego me encontré con la Arquitectura de Paisaje, carrera que estudié en los Países Bajos. El problema es que estaba enfocado a espacios fuera de la ciudad y después de un par de años pensé que debía haber algo más.
Me fui un año a la Universidad de Delft a estudiar Diseño Urbano y combiné los principios de la Arquitectura de Paisaje y los contextos urbanos. Eso marcó bastante mi vida profesional.
Así, tenía una comprensión del ecosistema del paisaje, pero además podía aplicarlo a un espacio urbano.
Investigando de un continente a otro
¿Por qué decidiste trabajar en el gobierno en lugar de estudiar un doctorado?
No encontraba una buena opción que me gustara para el doctorado, así que me concentré en trabajar para municipios y gobiernos estatales para tratar de resolver e investigar los problemas que existían en las ciudades.
En 2008, comencé a estudiar mi doctorado, pero me organicé para pasar la mitad del tiempo en el trabajo y la otra en mis estudios.
Durante este periodo Roggema trabajó en iniciativas como la implementación de políticas públicas que fueran capaces de adaptar métodos de planificación urbana que permitieran a las ciudades hacer frente a la crisis climática y el crecimiento poblacional.
A la mitad de tu doctorado te ofrecieron una beca de investigación en Australia… Fue un cambio de vida, ¿no?
Tenía un trabajo permanente en el gobierno y podía quedarme ahí por el resto de mi vida. Mis hijos tenían entre cinco y siete años y mi esposa Lisa y yo pensamos que sería buena idea irnos por un año.
En mi trabajo solicité permiso pero me lo negaron ya que no querían que me fuera. De cierta forma era un cumplido, pero eso hizo que nuestra decisión fuera más difícil de tomar.
Al final nos fuimos a Melbourne por tres años. Seis meses por mi beca y luego desarrollé un proyecto y conseguí trabajo en la Universidad de Melbourne y mi esposa en la Milton Business School.
Nos lo pasamos muy bien, hice grandes proyectos y todavía tengo buenos amigos y colegas académicos, así que al final resultó muy bien.
¿Tus hijos seguían acompañándote en ese entonces?
Sí, aunque llegó el momento en que mis hijos necesitaban ir a la preparatoria y el sistema en Australia, al ser privado es muy costoso; además, en nuestro país el sistema público es mejor, así que decidimos regresar a los Países Bajos.
Casualmente, al mismo tiempo me ofrecieron la oportunidad de una cátedra en diseño de agricultura urbana, por lo que también inició mi interés por la generación urbana de alimento a partir de eso.
Luego de tres años la vida de Rob Roggema dio otro giro. Una nueva oportunidad surgió en Sídney en una cátedra de entornos urbanos sostenibles, una propuesta tentadora al combinar sostenibilidad, paisajismo y otros aspectos que le apasionaban, así que la familia Roggema regresó a Australia por tres años. Después de un periodo de estabilidad en los Países Bajos, una llamada desde el Tec de Monterrey en México volvió a cambiar las cosas.
México: el siguiente paso en su carrera
¿Qué opinión tienes de nuestro país?
No conocía México. Me di cuenta de que es un país muy subestimado, con una cultura propia muy rica, incluso más grande que la cultura de Estados Unidos o incluso de Europa.
México tiene un tipo de cultura comunitaria de apoyo, no es egocéntrica, la gente quiere hacer lo mejor para todas las personas y siempre existe el pensamiento de que si el otro tiene éxito, yo también puedo tenerlo.
En Europa o Australia, si propones un proyecto la gente pone excusas y se escuda en el financiamiento; en México, lo primero que te dicen es: “Vamos a ver cómo podemos hacerlo realidad”, y en mi área de trabajo eso es algo genial.
En el tema de cultura regenerativa la base no es solo técnica, sino también social, y México tiene un enorme futuro en ese sentido
¿Qué es lo que más te gusta de México?
En todas partes hay una enorme riqueza y diversidad. La comida es un elemento crucial de la cultura, esto de reunir a la gente para compartir y disfrutar. Todavía no tengo un platillo favorito porque me gusta la diversidad, los diferentes sabores, la comida picante y cómo el chile mejora el sabor de la comida. Hasta el momento siento que toda la comida mexicana es mi favorita.
¿Tienes algún hobby o actividad que disfrutes?
Una de las cosas que más me gusta es hacer senderismo en las montañas, es algo que siempre se hace acompañado, para conversar y disfrutr el paisaje.
En los Países Bajos hago senderismo con mi esposa, solo nosotros dos, mientras que aquí tenemos una experiencia conjunta con más personas; es una especie de comunidad, tanto para ir de excursión, como para trabajar y hasta comer.
Otra cosa que me gusta es la fotografía, seguramente hay mucha gente que lo hace mejor que yo, pero aún así me encanta hacerlo. También tengo un equipo de fútbol favorito que es el Ajax.
Si pudieras cambiar algo de tu trayectoria, ¿lo harías?
Cuando era niño era muy tímido, lo seguí siendo aún de mayor. Recuerdo cuando tuve mi primera gran presentación y estaba extremadamente nervioso, y eso que ya tenía más de 20 años.
Al final eso quedó en el pasado, pero si pudiera hacer algo diferente sería decirme a mí mismo: “No tienes por qué ser tímido, no debe preocuparte lo que piensa la gente acerca de ti, solo necesitas ser tú mismo y eso es más que suficiente. A algunas personas les caerás bien y a otras no, pero eso es algo por lo que no tienes que preocuparte”.