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La bolsa de plástico que se degrada en minutos en el agua busca inversionista

María Paola Ortega Marín, estudiante del Tec, creó una bolsa que se deshace por completo al contacto con el agua, no genera microplásticos ni es tóxica.
imagen de una bolsa de plastico
Esta emprendedora está buscando inversión para una idea que podría ayudar al cuidado del medio ambiente. (Foto: iStock)

Entidades como la Ciudad de México prohibieron la comercialización, distribución y entrega de bolsas de plástico al consumidor, salvo que sean compostables. Pero el problema sigue ahí. Estos materiales solo cambiaron de color, se volvieron más ligeros y fáciles de romper; o agregaron un porcentaje mínimo de material orgánico para conseguir la etiqueta de ‘verdes’.

¿Qué hacer ante esta epidemia que vive el mundo entero? María Paola Ortega Marín, estudiante de la Escuela de Negocios del Tec de Monterrey, desarrolló una bolsa biodegradable que se diluye en el agua en máximo 10 minutos; no genera microplásticos ni es tóxica

Espera comenzar a producirlas masivamente, pues considera que hay un nicho muy importante de empresas conscientes que desean contribuir a cuidar al medio ambiente.

Bolsas prototipo diseñadas por ECOVASCH. María Ortega ha pensado en cinco tamaños estándares y una marca personalizada al gusto del cliente. (Foto: Cortesía)

Nuestra relación tóxica con el plástico

Para el año 2040, se prevé que la contaminación por plástico alcance las 696 millones de toneladas (el doble que en 2017). La Organización de las Naciones Unidas (ONU) considera al plástico de un solo uso una epidemia.

Se han encontrado microplásticos en lugares inconcebibles, como la sangre humana, el cordón umbilical de las mujeres en gestación o en el Polo Norte, por acción de las corrientes oceánicas. 

Conforme nos acercamos a los 9,000 millones de habitantes en el planeta, el plástico será responsable del 80% de la contaminación de los océanos y de la emisión del 15% de gases de efecto invernadero.

Existen iniciativas para aprovechar estos residuos, como producir ladrillos para la construcción de casas, pero no es suficiente porque cerca de 3,000 millones de personas carecen de acceso a sistemas adecuados de gestión de desechos. Estos se terminan quemando a cielo abierto, se vierten a los ríos y van a dar a los océanos.

La bolsa biodegradable de ECOVASCH

La humanidad ha desarrollado una dependencia patológica con los plásticos, esto se debe –en parte– a que son materiales flexibles, baratos y prácticos, con múltiples aplicaciones. 

Y la pandemia lo empeoró todo: el Fondo Mundial para la Naturaleza estima que el uso de empaques desechables se incrementó 15%.

Dado que no vamos dejar de usar pronto este material, María Paola Ortega Marín, estudiante de la carrera Creación y Desarrollo de Empresas, del Tec de Monterrey, Campus Puebla, creó ECOVASCH, un proyecto de bolsas y empaques biodegradables. 

“Es un material muy resistente, parecido al plástico normal, que es de carbono, pero este es un polímero de alcohol polivinílico o PVA. Tiene las mismas características del plástico, pero en contacto permanente del agua (no bajo goteo ni bajo rocío) es cuando se deshace”, explica su creadora. 

Durante INCqro en el concurso de pitch “La cueva de los lobos”, obtuvo el segundo lugar como idea de negocio. 

Mientras presentaba su iniciativa, la audiencia comprobó cómo se rompía la estructura de la bolsa en un vaso de agua en un periodo de tres minutos. A los 10 minutos ya estaba completamente transparente el envase.

Las grandes ventajas de este film hidrosoluble es que no genera microplásticos ni es tóxico y el agua donde se diluye es potable.

La estudiante probó en otros contextos, al meter el material a un refrigerador, bajo el sol, con goteo o en el suelo hasta conocer su resistencia. Bajo tierra, por ejemplo, se degrada en unos dos días en contacto con el agua. 

María Ortega, estudiante del Tec de Monterrey, busca a un inversionista ángel que apueste por su innovación. (Foto: Cortesía)

Pymes comprometidas con el medio ambiente

María Paola Ortega Marín considera que hay muchas pequeñas y medianas empresas en México interesadas en que su negocio añada valor si comprueban que son amigables con el medio ambiente

Plantea que su emprendimiento atendería a sectores como las lavanderías y tintorerías (existen unas 30,800 en el país), además de cementeras, la industria de la pintura y otras interesadas en reducir su huella de carbono.

Con su producto se podrían certificar con el ISO 14001 de gestión ambiental.

“Creo que es responsabilidad de todos lograr una mejor calidad de vida en poco tiempo. La idea es hacer un cambio real ya”.

El precio de las bolsas sería 10% mayor al de las que hoy en día están en uso, pero con el valor agregado de que el empaque biodegradable sobresaldrá del resto.

Aunado a que soportan hasta ocho kilogramos de peso, más que las bolsas que se entregan en los supermercados.

Prototipo de cómo se podría desechar el empaque de ECOVASCH. (Foto: Cortesía)

Encontrar un inversionista ángel

ECOVASCH se asoció con la empresa IPP, ubicada en Amozoc, Puebla, con la que comenzará a elaborar las fichas técnicas de distintos formatos de bolsa y un prototipo de saco de tintorería que comenzará a ofrecer a clientes.

Su inversión inicial es de 219,300 pesos con la que comenzará a hacer la página web, el registro de la marca, el pago a colaboradores así como la producción masiva.

Su iniciativa ganó un lugar en el Instituto de Emprendimiento del Tec de Monterrey donde podrá darle una forma más detallada a la idea y, quizá, en poco tiempo convenza a un ángel inversionista que le ayude a escalar su negocio.

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Autor

Luz Olivia Badillo