Edgar Barroso aparenta menos años de los 45 que en realidad tiene, quizá por su forma de hablar apasionada y jovial. El director del Laboratorio de Emprendimiento y Transformación (LET) de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tec es doctor en Composición musical por la Universidad de Harvard y lo primero que le pregunto es qué tienen que ver la música y el emprendimiento. De eso me empieza a hablar, con confianza y soltura, mientras se arremanga la camisa, como si se tratara de una reunión de viejos amigos.
Estamos en la terraza del quinto piso de la biblioteca del Campus Monterrey que tiene una espectacular vista del Cerro de la Silla. El paisaje lo sorprende igual que a todos los visitantes y es que, aunque trabaja para el Tec desde 2015, Edgar radica en Suiza.
En esta ocasión acudió a la reunión anual de consejeros y aprovechó también para ir al concierto de Def Leppard. Después de la entrevista me doy cuenta de que esta visita a Monterrey es como un resumen de su vida, en la que se mezclan su pasión por la educación, el emprendimiento y la música.
En alguna parte leí que de niño “jugabas a escuchar”, ¿cómo es eso?
Todavía lo hago, en esta entrevista lo estoy haciendo. Pero de niño me pasaba que yo me imaginaba una canción y la sentía tan real que hasta les preguntaba a los que estaban conmigo si la podían escuchar. Es como cuando llegas y percibes el olor de una habitación, de una biblioteca o de un café. Yo tengo el oído muy conectado a la memoria, es decir, me acuerdo de los lugares y de las personas más por cómo suenan que por otros sentidos.
¿Cuándo decidiste que la música sería tu carrera?
Gracias a mi hermano mayor conocí desde muy chico grupos como Pink Floyd o Led Zeppelin, y pasaba horas escuchándolos. Pero creo que empecé a pensar en estudiar música a los 11, cuando un entrenador de tenis, Carlos Góngora, me regaló un cassette con la “Sexta sinfonía de Beethoven” y me pareció espectacular. La ponía en mi Walkman una y otra vez. Cuando mis amigos me preguntaban qué estaba escuchando les decía que Metallica (que también me gusta), porque me daba un poco vergüenza que supieran que estaba escuchando música clásica.
Edgar estudió Composición en la Universidad de Guanajuato y posteriormente hizo un doctorado en Harvard. Pero además, ha creado distintos proyectos de colaboración ciudadana con fines sociales que involucran a la música, como Manos al sonido, donde él y un grupo de amigos enseñaban a niños de casas hogar en León, Guanajuato, a editar música, para de esta manera no solo acercarlos a la tecnología, sino a desarrollar un pensamiento musical. Otro fue 60 minutos por México, que consistía en promover que la gente donara una hora de su tiempo a una causa social.
¿Qué te motivó a involucrarte en este tipo de iniciativas sociales?
Un día, mientras estudiaba el doctorado, venía saliendo de una reunión donde discutíamos la espectromorfología del sonido de la obra de Denis Smalley, cuando me entero de que a mi familia la habían asaltado en México. Les pusieron una metralleta en la cabeza y a mi hermano lo golpearon. Me di cuenta de cuán desconectada estaba mi vida de la realidad, y me quedé pensando si quería vivir en una burbuja académica, investigando cosas que les interesan a cinco personas en el mundo o si me iba a involucrar en tratar de hacer una diferencia. Desde entonces mi trabajo se ha enfocado en encontrar maneras de que la música y el pensamiento musical, que involucran matemáticas, sistemas complejos, interacciones temporales, etc., aporten a otras disciplinas.
¿Fue así que pasaste de la música al emprendimiento ? A primera vista parecen no tener una relación.
El emprendimiento tiene un componente creativo muy fuerte, si lo concibes desde el punto de vista de que estás intentando hacer algo nuevo y único. En eso se parece a la producción artística. Aunque no es muy conocido, en la producción artística existe un proceso de investigación profundo, no es únicamente inspiración. Por ello, ahora mismo, en LET , estamos tratando de impulsar un enfoque del emprendimiento público desde una perspectiva científica y de sistemas adaptativos complejos. Además, existe evidencia de la influencia de la educación musical, y, por tanto, el pensamiento musical en otras disciplinas. Por ejemplo, Fabiola Gianotti, dirige el CERN (Centro Europeo para la Investigación Nuclear) y tiene un doctorado en física experimental de partículas. Pero, es también pianista a nivel profesional. Fabiola considera la música como una parte esencial de su educación, su intelecto, su ciencia y la civilización. Y te podría nombrar muchos casos más como Aaron Berkowitz, un compositor que hizo el mismo doctorado que yo, y ahora es un reconocido neurocientífico. Por ello, creo que las personas que estudian música a nivel profesional, pueden aportar a otras disciplinas, porque ese pensamiento musical puede ser aplicado. Es algo que estamos haciendo en la Escuela de Gobierno.
Lograr una incidencia positiva en lo público
¿Cómo llegas al Tec de Monterrey?
En 2014 conocí a Alejandro Poiré –entonces era el decano de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública– y fue él quien me introdujo a la idea del emprendimiento público. Me hizo entender, que con los proyectos sociales que yo había liderado se pueden lograr muchas cosas, pero si realmente quería contribuir en las decisiones más importantes que se toman en el país, hay que involucrarse con políticas públicas, pero incorporando una lógica de emprendimiento e innovación basada en evidencia. Poiré tenía la idea de hacer un laboratorio y me sumó a esa misión, así que juntos creamos el Laboratorio de Emprendimiento y Transformación (LET).
¿Cuál es tu trabajo en el Laboratorio de Emprendimiento y Transformación?
Nuestro objetivo es contribuir a los retos y oportunidades a los que nos enfrentamos como sociedad mediante avances científicos y tecnológicos que tienen aplicaciones en el mundo real. Tratamos de crear contribuciones académicas, pero con el fin de lograr tener incidencia en lo público. Es decir, tratar de crear más valor público para todas las personas.
Todo este trabajo, se puede sintetizar en un proyecto en el que estamos trabajando llamado Arquitectura de Horizontes. En este proyecto utilizamos teoría de sistemas adaptativos complejos, métodos transdisciplinarios y tecnologías avanzadas como inteligencia artificial y diferentes métodos computacionales, para transformar retos con alta complejidad. Con ese marco hemos colaborado ya para FAO LATAM de Naciones Unidas desarrollando un índice de madurez digital, con empresas privadas y apoyando a emprendedores a usar esta metodología.
¿Qué tan importante es la investigación en el emprendimiento público?
La investigación es un paso que no te puedes saltar si quieres emprender, y menos al emprender en lo público. Es necesaria para entender el mercado y la problemática existente a fin de contribuir con una solución.
Durante la investigación tratas de probar una hipótesis mediante experimentos o un procesos científicos. Esto te da la base para justamente tomar riesgos y poder experimentar sobre una base de evidencia robusta. Ese salto creativo es vital si quieres hacer algo innovador. Toda innovación tiene riesgos, pero no es lo mismo tomar riesgos sin evidencia o con evidencia. Eso aumenta la probabilidad de éxito. Esa combinación de tener la evidencia que soporte una idea en términos de probabilidad y hacer que funcione es algo que queremos fomentar desde LET; queremos formar ese amor por la investigación aplicada en los emprendedores que pasan por LET.
El balance de la vida
Edgar conoció a su pareja, Ulla, en Málaga, España, en un curso de composición, y asegura que fue amor a primera vista. Con ella tiene dos hijos, Diego, que está por cumplir cinco, y David, de dos, y todos viven en Zurich. A esta ciudad llegaron primero atraídos por el interés de Edgar en realizar investigación sobre tecnología músical en el Institute for Computer Music and Sound Technology y posteriormente Ulla empezó a trabajar para una empresa suiza.
¿Cómo es trabajar para México y vivir en Suiza?
Después de un tiempo allá me di cuenta de que necesitaba trabajar para México por muchas razones; por mi familia, pero también porque hay mucho que hacer en nuestro país. En Suiza se han resuelto con amplitud cosas como la pobreza y el crimen, entonces lo que hacen es optimizar. En cambio, aquí en México hay muchas cosas que construir. Y para lograrlo se necesitan crear nuevas instituciones y muchos nuevos emprendimientos de base científica y tecnológica.
La dinámica ahora es que manejo mis equipos a distancia, hago investigación y luego vengo para hacer alianzas y reportarme con mi equipo y colegas.
¿Tienes algunos hobbies?
Mis centros han sido el tenis, la música, la investigación y el emprendimiento.
Si puedo hacer las cuatro cosas, creo que voy a estar en un balance muy lindo, porque las cuatro me encantan.
Me encanta toda la música, especialmente la música renacentista y el post-rock. Trato de aprender de la nueva música, pero la verdad sé muy poco de lo que está pasando en el mundo musical actual. Hay algunos artistas jóvenes que me parecen fantásticos, pero hay otros con los que no conecto tanto, pero eso es culpa mía. Puede ser la edad también.
¿Qué tal tu vida como papá?
Mis hijos ocupan todo mi tiempo libre y la verdad disfruto mucho la paternidad compartida. Es increíble como la música está en nuestro instinto. Por ejemplo, a los días de nacidos —tanto a Diego como a David— les puse la “Romanza en Fa mayor” de Beethoven y los se conmovieron muchísimo. Incluso lloraron, pero de emoción, no de tristeza. Si tiene bebés en su familia hagan este experimento, es realmente impresionante.
¿Cuál crees que es tu misión en la vida?
A mi me gustaría que me recordaran como una caja negra, donde las personas con las que he tenido la oportunidad de interactuar, entren, hagamos proyectos juntos, y salgan con nuevas oportunidades, que crezcan en lo personal y lo profesional. ¿Te acuerdas cuando jugabas a la “trais”? Pues que si te involucras en los proyectos que estamos haciendo en LET o en cualquier iniciativa en la que trabajemos juntos, tu carrera despegue; que sea como un trampolín al que las personas entren y vuelen después.
Creo que mi misión en la vida es investigar profundamente para crear cosas que deberían existir con personas mucho más inteligentes y capaces que yo, y ayudar lo más posible a las nuevas generaciones.. También seguir escribiendo círculos y líneas en hojas pautadas y no pautadas, que es, y seguirá siendo mi forma de entender el mundo y la vida.