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La salud en México necesita de la ciencia, el emprendimiento y el trabajo entre gobierno y privados

Especialistas advierten que no basta con producir conocimiento científico: es necesario cerrar las brechas regulatorias.
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Expertos en salud hablaron de los retos que enfrenta México. (Foto: TecScience)

México necesita fortalecer su ecosistema de innovación, reducir las desigualdades en el acceso a tecnologías sanitarias, agilizar los procesos regulatorios y promover una cultura de emprendimiento científico, con el fin de avanzar hacia un sistema de salud más eficiente, dinámico y con mayor impacto social.

Los especialistas que participaron en The Next Decade, un foro organizado por el Tec de Monterrey bajo el lema “Horizontes en Salud”, coincidieron en que el país enfrenta importantes obstáculos culturales, regulatorios y estructurales que limitan la transferencia de conocimiento al mercado y reducen el impacto de la ciencia.

Al mismo tiempo, plantearon una visión esperanzadora: México tiene el potencial para construir un ecosistema sólido de innovación en salud, con un enfoque colaborativo, interdisciplinario y estratégico.

Cambio de chip y colaboración académica

Un aspecto necesario para el futuro de la salud es el cambio cultural dentro de las universidades, que permita fomentar el emprendimiento de base científico-tecnológica (EBCT) y promover la colaboración entre instituciones públicas y privadas, junto con el gobierno, la industria y fondos de inversión.

Para Eduardo Urzúa, director de Emprendimiento Universitario de InnovaUNAM, la reforma legal que regula el EBCT no es suficiente, se requiere que académicos, empresarios e instituciones trabajen de forma articulada y visión compartida.

“No hemos logrado generar la confianza necesaria entre los distintos actores del ecosistema para que se animen a invertir en este tipo de proyectos. El riesgo es alto y, además, el emprendimiento en salud requiere mucho tiempo. Hay iniciativas que pueden tardar ocho o 10 años y demandan una inversión considerable”, comentó.

Explicó que este fenómeno sucede en muchos países, pero es más común en México, ya que todavía no se tiene un ecosistema maduro. “No lo hemos logrado, pero vamos caminando en este nuevo enfoque”.

“Desde hace años, la UNAM y el Tec nos reunimos para platicar sobre una posible colaboración. ¿Pareciera el agua y el aceite, no? Pero no fue así, ahora nos entendemos y hemos desarrollado proyectos de manera conjunta. Y como resultado de esta colaboración, estamos aquí en Distrito Tlalpan. Eso es lo que todo mundo tiene que hacer en este ecosistema de emprendimiento”.

Adelantó que esta colaboración UNAM-Tec, en conjunto con otras instituciones y empresas, dio paso a una unidad de desarrollo farmacéutico, la cual es financiada por la industria (laboratorios y empresas) y cuyo objetivo central es el desarrollo tecnológico aplicado.

Mientras, Juan Armendáriz ha vivido los dos mundos: las universidades públicas y privadas. Fue fundador del Instituto de Biología Molecular en Medicina y actualmente es profesor distinguido (en Ciencias Biomédicas) en el Tec de Monterrey.

“He visto los dos polos de esta situación, la universidad pública y la privada, y puedo decir que el Tec está haciendo esfuerzos increíbles para impulsar la investigación, pero no solamente para publicar artículos, obtener citas y subir en el ranking internacional, sino para crear emprendedores científicos”.

Agregó que “el emprendimiento de base científico-tecnológica es lo que se requiere en nuestro país para dejar de depender de extranjeros. Nosotros podemos llevar a cabo nuestras propias patentes, pero necesitamos expandir nuestros horizontes y utilizar nuestras estrategias intelectuales para generar riqueza en este país”.

Miguel Cuéllar, director de Coordinación Interinstitucional de los Institutos Nacionales de Salud, advirtió durante el panel que hay grandes cosas que se deben resolver en el tema del emprendimiento en salud, pero una que ya se está abordando es el acercamiento entre lo público y lo privado: “sin estas alianzas, es difícil que se puedan llevar a cabo las empresas de base científica”.

Superar las barreras regulatorias

En México, el 95% de las patentes farmacéuticas pertenece a empresas extranjeras. Solo el 5% ha sido otorgado a inventores nacionales, según datos del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI).

Es decir, los investigadores mexicanos tienen experiencia, invenciones, desarrollos y tecnologías para la salud, pero enfrentan retos para transferir el conocimiento en patentes y productos. Ante tal escenario, se requiere mayor apoyo institucional y privado para madurar tecnologías y que estas lleguen al mercado.

Los expertos coincidieron en que la aceleración de trámites regulatorios es urgente para evitar que las innovaciones se estanquen en burocracias lentas e hicieron un llamado a la Comisión Federal contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) para agilizar la regulación de tecnologías de salud emergentes.

Mirta Monteagudo, directora general adjunta de Propiedad Industrial en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), coordina el registro de patentes, marcas y modelos de utilidad, y promueve la cultura de protección intelectual e innovación en el país y reflexionó:

“¿Qué está pasando con todo ese material, con todos sus proyectos en inversiones? No están llegando al mercado, no se traducen en beneficios económicos y, por supuesto, no están teniendo un impacto en la calidad de vida de las mexicanas y los mexicanos”.

Monteaguado explicó que en marzo pasado se publicó en el Diario Oficial de la Federación un acuerdo que establece puntos clave para garantizar la transparencia y la eficiencia en la regulación de medicamentos y la propiedad industrial, con ello se pretende transparentar el contenido de las consultas de COFEPRIS y las respuestas del IMPI.

“Este acuerdo contempla la reducción de tiempos en el otorgamiento de registros sanitarios. De un total de 71,149 patentes concedidas de 2018 a la fecha, 12,914 de ellas se asocian por su clasificación a productos farmacéuticos y de tecnologías médicas. Los titulares que más protegen son los institutos de educación superior con el 40%, empresas con el 24%, inventores independientes con 15%, institutos de investigación 17% e institutos gubernamentales con el 4%. Esto arroja un total de 987 patentes concedidas de mexicanos. ¿Qué hace falta? Reforzar la vinculación efectiva entre comunidad científica, los gobiernos y la industria”, expresó.

De hecho, Eduardo Urzúa cuestionó que, en la UNAM, el nivel de desarrollo en investigación en temas de salud es muy fuerte, de hecho es el principal cliente del IMPI a nivel de instituciones de educación superior.

“¿Cuántas de esas patentes y desarrollos que tenemos realmente llegan al mercado? ¿Cuántos de esos registros de propiedad intelectual realmente se transfieren a una industria? La verdad es que muy pocas”.

Es un tema que a lo largo de varios años se ha tratado de modificar. “Hace algunos años los académicos no podían emprender, pero cambió la ley, cambió la perspectiva, cambió el enfoque y ahora sí estamos tratando de apoyar a nuestros académicos para que emprendan. Es un esfuerzo muy fuerte y tenemos que cambiar la cultura y voltearles el chip”.

Cerrar brechas y reformular la educación en salud

Para que el futuro de la salud sea integral, debe tomar en cuenta otros dos aspectos: las existentes brechas en salud y la formación médica del futuro. Sobre estos temas, los especialistas coinciden en la necesidad de actualizar los planes de estudio con tecnología de simulación avanzada, la formación en ética y humana, y un enfoque interdisciplinario que prepare a los médicos para un sistema de salud que pueda enfrentar los retos.

Miguel Cuéllar advirtió que otro de los grandes problemas que se debe resolver a futuro es cómo reducir las brechas en la salud. “¿Qué sucede? Que todos hablamos de inteligencia artificial, de redes neuronales complejas, etcétera. Y probablemente estas nuevas tecnologías aplicadas en salud van a permitir un mejor acceso a la salud… pero no para todos”.

“Podemos tener mejores inventos que —seguramente— llegarán a quien pueda pagarlos. Por eso, tenemos que vigilar que estos inventos que estamos desarrollando no generen brechas más grandes de las que ya tenemos”, dijo.

Para ello, propuso acciones como estandarizar los sitios en los cuales se hacen diagnósticos. “No sabemos si todos los hospitales cuentan con las herramientas diagnósticas que se deben tener, por lo tanto, no podemos hablar de nuevas tecnologías si no tenemos primero este bagaje de tecnologías básico para que se pueda llevar a cabo la investigación y el desarrollo”.

Con respecto al futuro de la educación en salud, Cuéllar dijo que se debe considerar que los nuevos médicos, enfermeras y biomédicos en formación, aprenden de una manera distinta que las generaciones anteriores, por lo tanto, no podemos quedarnos con modelos que pueden ser rígidos.

Recomendó adaptar la formación médica a las nuevas realidades y aprovechar el enorme potencial para crear un ecosistema innovador líder en Latinoamérica, promoviendo la apertura, el trabajo interdisciplinario y la visión humana para un sistema de salud accesible y sostenible.

“Solo con un enfoque integral y colaborativo será posible garantizar que la educación en salud se convierta en un motor del país. Con la adecuada inversión en recursos, investigación, tecnología e inclusión, México podrá formar generaciones de médicos que enfrenten el desafío del futuro con excelencia y compromiso”, agregó Alejandro Sotero Díaz, coordinador del Internado Médico Rotatorio del IPN.

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Autor

Picture of Michael Ramírez