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Ojo con lo que comes: el impacto de la alimentación en la visión

Estudios analizan la relación entre lo que comemos y enfermedades oculares como la degeneración macular, las cataratas y el ojo seco.
zoom a un ojo
Una terapia nutrimental puede servir como método preventivo contra la aparición de enfermedades oculares (Foto: Getty Images)

Por Hannia Mariana Macías / Ciencia Amateur

¿Alguna vez te has preguntado si lo que comes afecta tu manera de ver? Las decisiones dietéticas que tomamos todos los días son un importante determinante de nuestra salud en general, es por eso que sabemos que comer cantidades excesivas de azúcares o grasas puede tener graves efectos en la salud. Sin embargo, se habla poco de cómo también la dieta tiene un impacto importante en nuestra visión. 

En la actualidad, existe un creciente interés por encontrar la relación entre la nutrición y las enfermedades degenerativas y crónicas del ojo, tal como la degeneración macular y las cataratas –que se caracterizan por aparecer conforme avanza la edad– y el síndrome de ojo seco. Su relevancia radica en que encontrar una terapia nutrimental puede servir como método preventivo contra su aparición o para proveer alivio en poblaciones que no pueden costear o someterse a los procedimientos invasivos que conlleva su tratamiento.[1]  

Además, en una encuesta realizada por la Sociedad de Nutrición Ocular, encontraron que a pesar de que el 70% de las personas entre 45 y 65 años considera la vista como el sentido más importante, más del 50% de ellas desconoce qué nutrientes son importantes para cuidar de sus ojos.[2]

Enfermedades del ojo y su relación con la alimentación

Degeneración de mácula

La degeneración macular es una enfermedad de la mácula, una parte de la retina (el tejido nervioso en el fondo del ojo) que ocasiona pérdida de la visión central y es la causa principal de ceguera en personas mayores de 50 años en países industrializados.[3] A su vez, la mácula se conforma de luteína, zeaxantina y meso-zeaxantina, tipos de carotenoides que actúan como filtro contra los efectos fototóxicos de la luz azul. Para su tratamiento es necesario inyectar fármacos que detengan el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos o sellar estos vasos por medio de un láser, entre otros procedimientos similares.

Para definir la relación entre la degeneración macular y la alimentación, se realizó un estudio cuyo objetivo era determinar el efecto de la ingesta de luteína y zeaxantina, ácidos grasos omega-3 y antioxidantes a altas dosis en la disminución de la progresión de degeneración macular en pacientes de entre 50 a 85 años. Como resultado, se encontró que sí hubo una disminución en el avance de la enfermedad y en la pérdida de visión asociada en los participantes que suplementaron su dieta con dichos nutrientes.[4] La luteína está presente en vegetales verdes como el kale, la espinaca, el brócoli y la zeaxantina se encuentra en en el maíz, los berros, la naranja, papaya.

Cataratas

Por otro lado, las cataratas son una causa importante de ceguera en países en vías de desarrollo y ocurren cuando el cristalino, el lente natural de nuestro ojo, pierde su transparencia y se vuelve parcial o totalmente opaco. Su aparición puede estar relacionada con padecer diabetes, consumir fármacos esteroideos y tener antecedentes familiares de cataratas, y su único tratamiento definitivo es la cirugía. En nuestro país, se encontró que su prevalencia aumenta en relación con la edad y se asocia a otras enfermedades, siendo la más común la hipertensión arterial.[5] 

De manera similar, en varios estudios se buscó comprobar la relación entre la nutrición y el desarrollo o progresión de cataratas, sin embargo, no se logró demostrar que la suplementación con multivitamínicos tuviera un impacto importante en la enfermedad en pacientes con una dieta completa y variada.[6] No obstante, al realizar el mismo estudio en una comunidad rural con deficiencias nutricionales, sí se encontró una reducción del 36% del riesgo de desarrollar cataratas en personas de 65 a 74 años que tomaban multivitamínicos.[7]

Ojo seco

El ojo seco, por su parte, es un padecimiento muy importante al ser la queja más frecuente de la consulta de oftalmología. Se trata de una enfermedad crónica, en la cual tienen impacto factores ambientales, el uso de medicamentos y cambios hormonales. Actualmente, para su evaluación dentro del consultorio se puede utilizar un software automatizado (JENVIS) para analizar la calidad de la lágrima de manera más fácil, rápida y menos subjetiva que la examinación por lámpara de hendidura. [8] 

En un análisis de varios estudios acerca del uso de omega-3 como tratamiento, se concluyó que su consumo puede ser una terapia potencial al mejorar la cantidad y calidad de la lágrima, aunque se necesita mayor investigación con estudios mejor diseñados y con un seguimiento más extenso para poder confirmar dichos hallazgos.[9] 

En la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Tec de Monterrey, se realizó un estudio que logró demostrar que una formulación oral de polifenoles (extraídos de la mora azul), omega-3 y vitaminas A y E reduce los síntomas de ojo seco y mejora la calidad de la lágrima en pacientes con ojo seco de leve a moderado.[10] En este padecimiento, la Academia Estadounidense de Oftalmología sí recomienda considerar la suplementación con omega-3 en los primeros pasos de su manejo.[11] 

Aunque aún es difícil definir categóricamente qué suplementos, y en qué cantidad, contribuyen a prevenir la degeneración macular, las cataratas o el ojo seco, los estudios que ya se han realizado marcan la pauta de que la alimentación es fundamental para mantener la salud de los ojos. Por ello es preciso no detener las investigaciones relacionadas con el tema y, por supuesto, siempre recomendar a los pacientes que lleven una dieta balanceada, con una amplia variedad de nutrientes que, además de mejorar nuestra salud ocular, nos protegen contra otros padecimientos. 

Asimismo, estos huecos en los estudios que ya existen pueden servir como áreas de oportunidad para la investigación en oftalmología y su relación con otras disciplinas como la nutrición, con la finalidad de crear estrategias que retrasen o contrarresten la ceguera provocada por estos padecimientos, especialmente en las poblaciones más vulnerables. 

Autora

Hannia Mariana Macías Cruz estudia la carrera de Médico-Cirujano y realiza su servicio social en investigación en el Grupo de Investigación con Enfoque Estratégico en Terapias Innovadoras en Ciencias Visuales.

Asesor

Dr. Jorge Valdez es decano de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud. Es líder del Grupo de Investigación (GIEE) Terapias Innovadoras en Oftalmología y Ciencias Visuales, de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud, del Tecnológico de Monterrey. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores. [email protected]

Referencias

  1. Delcourt, C., Korobelnik, J.-F., Barberger-Gateau, P., Delyfer, M.-N., Rougier, M.-B., Le Goff, M., … Dartigues, J.-F. (2010). Nutrition and age-related eye diseases: The Alienor (Antioxydants, lipides essentiels, nutrition et maladies oculaires) study. The Journal of Nutrition, Health & Aging, 14(10), 854–861. doi:10.1007/s12603-010-0131-9 
  2. Rasmussen, H. M., & Johnson, E. J. (2013). Nutrients for the aging eye. Clinical interventions in aging, 741-748.
  3. Mathenge W. (2014). Age-related macular degeneration. Community eye health, 27(87), 49–50.
  4. Age-Related Eye Disease Study Research Group. (2001). A randomized, placebo-controlled, clinical trial of high-dose supplementation with vitamins C and E, beta carotene, and zinc for age-related macular degeneration and vision loss: AREDS report no. 8. Archives of ophthalmology, 119(10), 1417-1436.
  5. Nava, J., Tamez, A., Torres, N., Martinez, J., Lozano-Ramirez, J., & Valdez, J. (2013). Prevalence of cataract and its main comorbidities in a Hispanic population. Investigative Ophthalmology & Visual Science, 54(15), 898-898.
  6. Milton, R. C., Sperduto, R. D., Clemons, T. E., Ferris, F. L., 3rd, & Age-Related Eye Disease Study Research Group (2006). Centrum use and progression of age-related cataract in the Age-Related Eye Disease Study: a propensity score approach. AREDS report No. 21. Ophthalmology, 113(8), 1264–1270. https://doi.org/10.1016/j.ophtha.2006.02.054
  7. Guevara-Quintanilla, S. E., Herrera-Rodriguez, M., Garza, S., Hernandez-Delgado, M. A., Salan-Gomez, M., & Valdez-Garcia, J. E. (2021). Correlation of Two Methods to Evaluate Dry Eye in the Office. Investigative Ophthalmology & Visual Science, 62(8), 1328-1328.
  8. McCusker, M. M., Durrani, K., Payette, M. J., & Suchecki, J. (2016). An eye on nutrition: The role of vitamins, essential fatty acids, and antioxidants in age-related macular degeneration, dry eye syndrome, and cataract. Clinics in dermatology, 34(2), 276-285.
  9. Liu, A., & Ji, J. (2014). Omega-3 essential fatty acids therapy for dry eye syndrome: a meta-analysis of randomized controlled studies. Medical science monitor: international medical journal of experimental and clinical research, 20, 1583.
  10. Ng, D., Altamirano-Vallejo, J. C., Gonzalez-De la Rosa, A., Navarro-Partida, J., Valdez-Garcia, J. E., Acosta-Gonzalez, R., … & Santos, A. (2022). An oral polyphenol formulation to modulate the ocular surface inflammatory process and to improve the symptomatology associated with dry eye disease. Nutrients, 14(15), 3236.
  11. Akpek, E. K., Amescua, G., Farid, M., Garcia-Ferrer, F. J., Lin, A., Rhee, M. K., … & Mah, F. S. (2019). Dry eye syndrome preferred practice pattern®. Ophthalmology, 126(1), P286-P334.

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