Si en Estados Unidos no cambiara la hora dos veces al año, habría menor incidencia de obesidad y de accidentes cerebrovasculares, concluyó un estudio realizado por la Universidad de Stanford.
La investigación estima que el horario de invierno permanente evitaría 300,000 accidentes cerebrovasculares al año y reduciría en 2.6 millones el número de personas con obesidad, en comparación con el cambio bianual. El horario de verano permanente también tendría efectos positivos, aunque en menor impacto.
En México se eliminó el cambio de horario de verano a partir de octubre de 2022, aunque algunos estados o municipios del norte mantienen el cambio de horario estacional en marzo y noviembre, precisamente para no impactar las actividades económicas con Estados Unidos.
El estudio publicado en la revista científica PNAS, comparó cómo tres horarios diferentes —horario estándar permanente (de invierno), horario de verano permanente y el cambio bianual podrían afectar a los ritmos circadianos y a la salud de la población.
¿En qué consiste el estudio?
El catedrático de Fisiología y director del Laboratorio de Cronobiología en la Universidad de Murcia, Juan Antonio Madrid Pérez, indica que se trata de un “trabajo pionero” al cuantificar los efectos crónicos de la política horaria sobre la salud. “Algo que hasta ahora apenas se había estudiado”, resalta.
“Sus conclusiones apoyan la idea de abandonar los cambios de hora estacionales y optar por el horario estándar permanente (el más próximo al horario solar) como la opción más saludable para la mayoría de la población”.
Aunque el modelo asume condiciones de luz ideales y no incluye todos los factores de la vida real, como horarios irregulares de sueño o tiempo pasado al aire libre, ofrece una base científica sólida para el debate sobre el futuro de la política horaria, resalta Madrid Pérez.
En primavera, los estadounidenses adelantan una hora sus relojes y cada otoño regresan al horario estándar, haciendo el retraso también.
Previamente se había visto cómo la falta de una hora de sueño durante el segundo domingo de marzo aumentaba la frecuencia de ataques cardíacos y hasta los accidentes de tráfico en los días siguientes, sin embargo, no se conocía a fondo el impacto biomédico de permanecer en un solo horario.
“Estos efectos sobre la salud dependen en gran medida de la latitud y de la posición longitudinal dentro de una zona horaria. Será crucial considerar estos datos en los debates actuales sobre las políticas de horario”, indica el estudio.
Tanto el cronotipo (si una persona es más “matutina” o nocturna”) de las personas como su ubicación geográfica influyen en este impacto, explicaron los investigadores.
Beneficios respaldan la eliminación del cambio de horario
El trabajo analizó esos datos en relación con otros indicadores de salud a nivel condados en Estados Unidos y encontraron que, bajo condiciones idealizadas de exposición a la luz y controlando factores de salud y socioeconómicos:
- Bajo horario estándar permanente, la prevalencia de obesidad disminuiría 0.78% y la prevalencia de derrames cerebrales bajaría 0.09%, en comparación con la política actual.
- Bajo horario de verano permanente, la prevalencia de obesidad disminuiría 0.51% y la de derrames cerebrales 0.07% aunque en menor medida.
“Nuestros datos, que reflejan el impacto de la política de horario sobre la carga circadiana y los beneficios de salud asociados, respaldan la eliminación del cambio bianual entre horarios”, explica el estudio.
Trabajo pionero
Entre la metodología del estudio se destaca el uso de modelos matemáticos del sistema circadiano previamente validados (Jewett–Forger–Kronauer modificado) y datos oficiales sobre indicadores socioeconómicos y de salud.
Por otro lado, solo se han incluido cronotipos intermedios, por lo que estos resultados podrían variar al incluir personas con cronotipos más tendentes a la verpertinidad o matutinidad, destaca María Ángeles Bonmatí, investigadora principal en el Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria y profesora en el departamento de Anatomía Humana y Psicobiología de la Universidad de Murcia
“Además, el análisis se centra únicamente en el impacto de la política horaria sobre el sistema circadiano y no en los efectos de la misma sobre otros aspectos de la salud, la economía o el comportamiento social”, reflexiona Bonmatí.
Entre las limitaciones que observa la investigadora, es también un aspecto que los propios autores reconocen al tratarse de un estudio teórico y basado en modelización, no en ensayos experimentales ni seguimiento real longitudinal.
“No obstante, el estudio aporta valor al comparar sistemáticamente tres escenarios: cambio bianual actual y horarios permanentes tanto estándar como de supuesto ahorro energético, y predice efectos crónicos beneficiosos al mantener un horario fijo.”
Finalmente, la experta resume que pese a sus limitaciones, se trata de un estudio sólido, que refuerza la evidencia de que el cambio bianual es la opción menos saludable.
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