Con información de Ricardo Treviño
El concepto de que la edad es solo un número adquirió un nuevo significado científico en el Simposio de Longevidad Saludable de TecSalud. Investigadores, médicos y docentes se reunieron en el Hospital Zambrano Hellion para compartir estudios que muestran como la edad biológica y la edad cronológica a menudo cuentan historias diferentes.
Las pláticas cubrieron una variedad de temas que afectan la salud de millones de mexicanos, desde la obesidad adolescente hasta la menopausia y la insuficiencia cardiaca. A pesar de la amplia gama de estudios, el enfoque fue como mejorar las vidas de una población que cada vez está viviendo más tiempo.
Los primeros datos
A medida que envejecemos, es común asumir que nuestras capacidades cognitivas inevitablemente se deterioran. Sin embargo, existe un grupo extraordinario de personas que desafía esta idea. Se les conoce como SuperAgers: individuos de 80 años o más cuya memoria y agudeza mental se mantienen al nivel de una persona promedio de mediana edad.
“Ellos ya fueron sobrevivientes de Covid-19 y de muchas otras situaciones. Entonces, lo interesante para estos estudios es ver cómo ellos han logrado sobrevivir y llegar a esta edad”, dijo Rocío Ortiz, quien presentó la base de datos del Biobanco oriGen.
OriGen tiene como objetivo recopilar datos genéticos y de salud de 100,000 mexicanos para generar conocimiento para prevención, diagnóstico y tratamiento de la población. A través de un cuestionario de 500 preguntas y un equipo que va tocando puertas por todo México, han reunido más de 87,000 muestras. Esperan terminar la colección en agosto de este año.
Ortiz presentó algunos datos iniciales que presentan una historia de resistencia biológica. Entre los participantes de edad avanzada, incluidos individuos en sus 90 años e incluso uno de 108, los investigadores encontraron marcadores metabólicos más cercanos a rangos normales que sus contrapartes de mediana edad.
Un ejemplo que destacó Ortiz fue como los SuperAgers parecen tener niveles de triglicéridos que se normalizan con la edad a niveles más bajos que los sujetos entre 40 y 80 años. “Estos niveles interesantemente son muy acercados a la normalidad y eso lo vamos a ver constantemente”, dijo Ortiz.
El mismo patrón se presenta en los niveles de grasa que se muestra como menor en personas mayores de 81 que las edades más jóvenes. Igual con el porcentaje de masa muscular que empieza a nivelarse a niveles comunes en el grupo de 51-60 después de los 81 años.
Todavía no han llegado al análisis de los datos, pero las muestras sirven como un punto de partida para líneas de investigación importantes para las edades mayores.
“No solamente es preguntarle a la base de datos, sino preguntarle correctamente y hacerle varias preguntas”, término Ortiz.
Obesidad infantil y envejecimiento temprano
La edad biológica también se puede ver afectada por diferentes factores acumulativos entre los que están genéticos, epigenéticos —es decir, cambios en la expresión de los genes—, moleculares y ambientales. Por ejemplo, una condición de obesidad persistente desde la infancia o la adolescencia acelera el envejecimiento biológico de las personas desde la niñez, comentó Erika Castaño, investigadora del Institute for Obesity Research.
Por ejemplo, un caso así se puede detonar cuando hay obesidad materna; durante el desarrollo del feto puede haber una programación epigenética en el tejido adiposo que aumenta el riesgo de esta condición en los niños y que, pese a su corta edad, tengan marcas metabólicas similares a las de adultos envejecidos. Un daño metabólico temprano puede llevar a que niños desarrollen padecimientos que los acompañarán toda su vida, como diabetes tipo 2 o hígado graso.
“¿Por qué la obesidad está relacionada con el envejecimiento prematuro? Hay estudios que han establecido que las marcas metabólicas de una persona con envejecimiento, independientemente de su estado nutricional, coinciden con las de alguien con obesidad”, dijo Castaño.
Otro ejemplo que refleja un envejecimiento acelerado es el de mujeres con obesidad que pueden tener menopausia más temprana.
Actualmente, equipos de investigadores buscan identificar biomarcadores predictivos que ayuden a identificar cómo se presenta un envejecimiento prematuro. Castaño mencionó el caso de Paulina Correa, investigadora de la Unidad de Nutrición Humana de la UChile, quien lidera en Chile un proyecto que estudia cómo un entorno obesogénico impacta en la salud metabólica de las personas desde que nacen.
El estudio cuenta con un registro de muestras de sangre desde la infancia de las personas y permite compararlas con biomarcadores ya en su adultez. De esa manera busca medir el reloj epigenético de adultos que hayan presentado —o no— obesidad infantil. Personas con desaceleración biológica pueden presentar capacidades cognitivas y físicas similares a las de jóvenes hasta 14 años menores. “Se puede hacer un análisis genético y establecer biomarcadores que sirvan para prevenir (el envejecimiento acelerado)”, agregó.
La menopausia y la salud cardiovascular
Usando modelos preclínicos, Julieta Palomeque descubrió que la menopausia no necesariamente conlleva a la vulnerabilidad cardiovascular en las mujeres.
Los resultados iniciales, modelados en ratas, muestran como los corazones femeninos poseen mecanismos protectores más allá de los efectos cardioprotectores bien conocidos del estrógeno. Sus estudios usaron dietas ricas en fructosa que indujeron prediabetes y anomalías cardíacas en animales machos. Las ratas hembras con la misma dieta, mostraron una resistencia notable al mismo daño metabólico y cardíaco.
Aun cuando el estrógeno fue removido a través de ovariectomía, simulando la menopausia en humanos, los corazones de las ratas hembra se mantuvieron protegidos contra el daño cardiaco, aunque sí desarrollaron intolerancia a la glucosa.
Esta investigación sugiere que las mujeres poseen mecanismos protectores que se activan cuando los niveles de estrógeno disminuyen. Su equipo identificó receptores específicos que parecen compensar esa pérdida de estrógeno, potencialmente explicando por qué algunas mujeres posmenopáusicas mantienen mejor salud cardiovascular de lo esperado.
“Estos receptores podrían representar un blanco terapéutico para estudiar la protección cardíaca que observamos en la menopausia”, explicó Palomeque.
También, enfatizó la importancia de estudiar ambos sexos en la investigación del envejecimiento. “Para realmente encontrar diferencias entre machos y hembras, tienes que hacer estudios dedicados a encontrar esas diferencias”, dijo al cierre de su plática. Este enfoque no solo puede desbloquear nuevos blancos terapéuticos sino también estrategias preventivas a varios niveles de envejecimiento.
Los hallazgos que compartieron los investigadores a través de diez pláticas tienen implicaciones profundas para cómo entendemos y abordamos las edades avanzadas. En lugar de ver el declive relacionado con la edad como inevitable, las colaboraciones presentadas sugieren que algunos individuos, a través de la genética, el estilo de vida o factores ambientales, pueden mantener juventud biológica hasta sus décadas posteriores.
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