Felicia Marie Knaul es economista por la Universidad de Harvard y especialista en políticas públicas en salud global.
En la Universidad de Miami se desempeña como directora del Instituto de Estudios Avanzados de las Américas y es miembro titular del Programa de Control del Cáncer en el Sylvester Comprehensive Cancer Center. De 2009 a 2015, Knaul fue profesora asociada en la Facultad de Medicina de Harvard y Director de la Iniciativa de Equidad Global de Harvard.
Su trabajo se ha centrado en mejorar las condiciones de vida y reducir las desigualdades en América Latina y el Caribe.
En 2022, junto con un equipo de investigadores y especialistas, Knaul publicó un artículo donde explica que es necesario crear las condiciones necesarias para que las mujeres puedan ser líderes en el sector.
Por ejemplo, en México, la Secretaría de Salud se estableció en 1943 y la primera −y única− secretaria fue nombrada en 2012, pero solo ocupó el cargo durante tres años.
En entrevista con TecScience, Knaul habla sobre la importancia de tener más mujeres en puestos de liderazgo en el sector de salud y medicina.
Mujeres líderes en salud
¿Por qué es importante que las mujeres en Latinoamérica sean líderes en el campo de la medicina y salud?
Lo primero: la equidad de género es un objetivo en sí mismo. Es algo que deberíamos estar buscando.
No vamos a lograr un sector salud que produzca lo que tiene que producir mientras estemos viviendo y dependiendo de ese tipo de desigualdades. Tenemos muchas mexicanas y mexicanos, muchas personas en América Latina, pero hay desempleo médico en todas partes del mundo, muy notoriamente en AL.
Entonces, tenemos personas sin acceso a una doctora o un doctor y, a la vez, médicas sin empleo. Esto es una pérdida de toda la inversión que ellas, sus familias y la sociedad hicieron en su educación.
Y la falta de empleo en medicina es solo la punta del iceberg, las brechas salariales que afectan a todas las mujeres, afectan también a las médicas, nos desincentivan y desvalorizan como profesionistas.
La medicina es como un faro por muchas razones, es el lugar ejemplar de liderazgo en nuestras sociedades y casi todo era hecho por parte de los hombres. Eso ha cambiado −ya por lo menos a nivel de quienes estudian la medicina− pero no para las que practican y quienes son los líderes del sistema. Hoy, la mayoría de las estudiantes son mujeres, pero la mayoría de los líderes son hombres.
Diría que esto también tiene que ver mucho con el crecimiento económico y la reducción de la pobreza además de la inequidad, la salud es un motor para el crecimiento económico.
¿Cuáles son las consecuencias tangibles de que haya pocas mujeres líderes en el sector de salud y medicina?
Uno es el problema de desempleo. En la medicina esto no es algo que sufren únicamente las mujeres, pero lo sufren mucho más que los hombres. Analizamos hace unos años la situación en México y encontramos que el 30% de quienes estudiaron medicina no trabajaban en el sector salud como médicos, pero, cuando profundizamos, vimos que el 70% de ese 30% de desempleo era atribuible a las mujeres médicas.
Otro aspecto es el crecimiento económico; si fuéramos a lograr una participación con paridad de hombres y mujeres en el mercado laboral, estaríamos aumentando en una forma considerable la economía mundial. Datos proyectados de 2015 a 2025, encontraron que las mujeres podrían estar contribuyendo con 28 trillones adicionales a la economía.
Mientras no haya paridad en cuanto a los derechos laborales, maternidad y paternidad, por ejemplo, y mientras el sector siga exigiendo residencias con horarios muy largos, es imposible que una persona combine el estudio y la práctica de la medicina con el objetivo de tener una familia. ¿Qué es lo que siempre pasa? Las que estudiaron medicina tienen que salir del mercado laboral, los que estudian medicina se quedan dentro y seguimos con este mismo problema.
También en el tema de interseccionalidad, ¿qué pasa con las mujeres de color y las indígenas? Yo creo que hay que hablar de capas de discriminación, la forma en que esta discriminación se ejecuta es diferente, es una capa encima de otra, muchas relacionadas con la pobreza.
Además, hay estudios muy importantes sobre cómo la práctica de la medicina está sesgada contra las mujeres.
En general, se piensa que las mujeres sufren un dolor distinto al de los hombres o que los problemas de corazón son más de hombres que de mujeres, entonces, hay una probabilidad de que, cuando entra una mujer con dolor y dice, ‘estoy teniendo un infarto’, los doctores digan que no, pero si fuese un hombre, dirían ‘sí’.
Ese tipo de sesgos se ven también por raza y por color. No vamos a solucionar esto si no abrimos la práctica de la profesión a reflejar las necesidades de la población en cuanto a la salud.
Largas jornadas de trabajo
¿Cómo se compara esta situación en América Latina con países del norte global?
Nos faltan más estudios comparativos, pero lo que estamos viendo es que la brecha salarial se ve en todas partes del mundo, pero en América Latina puede ser un poco más, varía entre 20% y 30% en general.
En otros países, económicamente más desarrollados, hay más opciones, por ejemplo, para maternidad y paternidad. Hay más derechos laborales. Buscan la equidad y paridad entre los géneros, no solo entre hombres y mujeres.
Yo también considero que, aunque ha tardado en Estados Unidos, se ha logrado entender que tener residencias de 24 a 36 horas sin descanso no es eficiente, es infrahumano, y se presta a muchos problemas y equivocaciones en todos los aspectos. Ha costado tiempo en Estados Unidos llegar a eso. En muchos países de la región de Latinoamérica seguimos bastante atrasados en este sentido.
También estamos atrasados en el balance entre la vida y el trabajo, creo que cada vez se entiende más, pero no han llegado las políticas públicas de la misma forma que en algunos países desarrollados.
¿Por qué es especialmente difícil que en América Latina se alcance la equidad de género en el campo de salud y medicina?
La situación del machismo y de discriminación contra las mujeres la vemos en diferentes aspectos de la vida y también en la práctica de la medicina. Tiene que ver con una serie de situaciones e ideas que podemos buscar cambiar activamente.
Están los famosos techos de cristal que hay que romper. Una vez que logres romperlos, cambia muchísimo, pero ha tardado en América Latina.
La Academia Nacional de Medicina de México fue fundada en 1864 y, apenas en 2019, entró la primera mujer presidente, son 156 años, pero finalmente la tuvimos. Yo creo que estos cambios −que en números son pocos− cualitativamente son muy importantes.
Yo espero que estemos ya rompiendo este techo de vidrio.
Nivelar la balanza
¿Cuál es el camino que seguiste para alcanzar una posición de liderazgo en el sector?
Yo soy economista, entonces no estudié medicina, así que mi reflexión es más como economista que como salubrista. Yo quería trabajar en la política pública y tuve la gran oportunidad de poder participar en la reforma del sector salud a principios de los años 90 en Colombia y, después, en la reforma en México, que me enseñó muchísimo.
Yo busqué un camino poco tradicional para una economista; con un doctorado de una universidad como Harvard, tenía cero interés en enfrentar el mercado laboral y decidí buscar otro camino en América Latina y tuve estas fantásticas experiencias y oportunidades.
¿Qué cosas prácticas podemos hacer para que existan más mujeres líderes en este sector?
Yo creo que hay cosas muy específicas, como la flexibilidad laboral. Un ejemplo es ajustar los horarios de las residencias para las y los internistas que estudian medicina, para tener esta opción de balance entre la vida y el trabajo.
Dos es buscar la paridad en los derechos laborales, lo más obvio es maternidad y paternidad, pero la mayoría del cuidado pagado y no pagado de la salud se genera por parte de las mujeres, pero en condiciones de severa desigualdad. Hay que ofrecer opciones de descanso para que hombres y mujeres puedan cuidar a familiares que no son niños, dependiendo las necesidades de cada familia.
Tercero son las mentorías, las mujeres que hayamos logrado cierta posición en el sector salud debemos y podemos ser mentoras de las mujeres que están buscando tener su propio camino. Y, de hecho, no solo a mujeres, debemos ser mentoras para todos quienes estudian medicina, hay que apoyar a los demás a pensar de otra forma las prioridades en su vida, la importancia de tener equidad de género. Es un cambio de mentalidad completo y eso es lo que debemos empujar.
Además, yo creo que no medir es no saber y no saber es no hacer nada. Si no sabemos, si no enfrentamos la realidad en las cifras, no podemos contar las historias y no podemos lograr políticas públicas que cambien la situación. Entonces, hemos propuesto en el artículo que debe haber algún tipo de observatorio, porque los datos existen, pero realmente no han sido trabajados. Datos que nos puedan ayudar a ver si realmente hay cambios hacia la equidad de género y otros aspectos de la equidad, por raza, color o clase social.
Tenemos que buscar cambios desde dos trincheras, no es solo en la práctica de la medicina, sino también en su enseñanza, cómo, desde el colegio, estamos incentivando y apoyando a las mujeres a buscar ser profesionistas. El tener ese tipo de observatorio nos va a ayudar a empujar esas políticas públicas y ver hacia dónde vamos y corregirnos en el camino si no lo estamos logrando.