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Jürgen Mahlknecht y la satisfacción de trabajar por el ambiente

Su fascinación por los temas ambientales lo trajo a México donde ha investigado, por más de 20 años, temas sobre calidad del agua, escasez hídrica y sus posibles soluciones.
Hombre recargado en un librero
Recientemente, uno de sus artículos sobre contaminantes dentro de acuíferos, fue considerado por la Comisión Europea para sus políticas ambientales. (Foto: Udell Jiménez / TecScience)

A las 11 de la mañana, el calor de Monterrey ya había llegado a sus usuales 38 grados, pero esto no impidió que el profesor Jürgen Mahlknecht llegara a nuestra cita vestido de saco, muestra de su formalidad.

“Aquí estás”, me dice, mientras se abre paso en la terraza de la biblioteca que bulle de alumnos emocionados en su primer día de semestre. Nos alejamos del ruido y encontramos unos sillones tras unos libreros que se extienden hacia una doble altura.

Mientras lo veo quitarse el saco y limpiarse el sudor de la frente, le pregunto si el calor de Monterrey es muy distinto al de su lugar de nacimiento. “Mucho. Nací en un pueblito al norte de Italia, entre los Alpes. Pero ya me acostumbré”, asegura sonriendo.

De Italia se mudó a Austria para estudiar la carrera y, años más tarde, llegó a México –primero a la entonces DF, luego a Guanajuato– y después a la capital regiomontana, donde el calor comienza temprano y donde hace un año se sufrió una sequía histórica en la que la población padeció la escasez de agua durante varias semanas.

El agua, un tema vital

El agua, justamente, es el tema al cual le ha dedicado su vida. Egresado de la carrera de Ingeniería Civil e Hidráulica, con un doctorado en Hidrogeología, Jürgen se ha centrado en el estudio de acuíferos, hidrología, calidad y contaminación del agua, así como su manejo y relación con la energía y los alimentos.

A lo largo de su carrera ha publicado numerosos artículos científicos sobre el tema. En 2018 escribió, junto a otros investigadores, Agua y ciudades en América Latina: Retos para el desarrollo sostenible, un libro que fue reconocido con el Premio Rómulo Garza de ese año. Y en 2022, volvió a ser galardonado con la misma presea, ahora por un artículo científico sobre un proyecto para detectar nitratos y sulfatos en el agua subterránea de áreas urbanizadas, el cual fue publicado en el Journal Water Research. También, recientemente, uno de sus artículos, escrito en colaboración con Manish Kumar, sobre el tema de los contaminantes emergentes dentro de los acuíferos fue considerado por el directorio ambiental de la Comisión Europea, que periódicamente da a conocer investigaciones relevantes para sus políticas ambientales. Esta publicación llegó a 20,000 personas en Europa, como políticos, empresarios y tomadores de decisiones, entre otros.

¿Hace un año tú también te quedaste sin agua como casi todos en Monterrey?

Sí, fue impresionante… Estudias toda la vida algo y luego te toca vivirlo en tu casa. Como investigador te sientes impotente porque no estás involucrado en la toma de decisiones ni en lo que hace el servicio municipal o lo que hace la Comisión Nacional del Agua.

No me tomó por sorpresa, desde luego. Desde hace años sabemos que no podemos depender de que un huracán traiga agua. Es algo que no hemos cuidado.

¿Por qué te interesó estudiar el tema del agua?

Vengo de un clima muy frío, contrastante con el clima de Monterrey. Allá hay montañas y cascadas, ríos, arroyos… Mucha agua, y fue algo que siempre me llamó la atención. Allá no tendría los problemas que hay acá, pero tampoco tendría trabajo como académico.

Desde que tengo memoria quería trabajar en una universidad; mi papá fue maestro y creo que eso influyó en mí. Pero entendí que si quería estudiar sobre el tema del agua, tenía que ir a otra región donde hubiera universidades cercanas al problema.

Hombre vestido con saco recargado en un librero de doble altura en una biblioteca
Jürgen es un apasionado del tema del agua y, como buen maestro, sabe explicar con claridad el tema de sus investigaciones, cuyo objetivo es mejorar la calidad y el acceso al agua. (Foto: Udell Jiménez / TecScience)

De los Alpes a la Sierra Madre

¿Cómo era la vida en los Alpes al norte de Italia?

Donde vivíamos era una zona muy turística y mi mamá tenía una pequeña tienda de artesanías y le iba bien. Mis hermanos y yo le ayudábamos, empacábamos, íbamos por mercancía, pero yo desde temprana edad me di cuenta de que no era bueno para vender. Dije: “Esto del comercio no es lo mío”, y aunque a mi mamá no le gustó, entendió. 

Entonces, dejaste tu país…

Sí, a los 18 años, luego de terminar la preparatoria. Si me hubiera quedado allá, habría tenido que dedicarme al turismo o al comercio. Me fui a Viena y me inscribí en la Universidad de Bodenkultur, y como mi primer idioma es el alemán, se me facilitó.

Empecé a estudiar lo que me gustaba: el agua, el medio ambiente y el cuidado y protección ambiental. Después cursé mi posgrado, específicamente sobre el agua subterránea. Para ese momento, yo ya tenía ganas de conocer otro país.

Aunque se notan esbozos de su acento, habla un perfecto español. Incluso tiene los mismos modismos que utiliza cualquier mexicano, evidencia de que ya ha pasado mucho tiempo en el país.

¿Cómo llegaste a México?

Mi asesor de tesis me dijo que tenía conocidos en Inglaterra, Bolivia y México, con los que podía ayudarme a conseguir una estancia de investigación de un año. Yo había estudiado español en la carrera y me interesó México. Llegué a la UNAM y me impresionó la Ciudad de México, me sentía perdido, pero también emocionado.

¿Qué es lo que más te sorprendió?

Yo no conocía las costumbres y me impresionó la amabilidad de la gente. La comida y la cultura me llamaron mucho la atención. Recuerdo que me sorprendí tanto de que le pusieran limón y sal a la cerveza, que le mandé fotos a mis colegas europeos. También me sorprendió el tequila (afirma riendo).

En esa época, me dieron la oportunidad de participar en un proyecto muy importante sobre el estudio del agua en la UNAM. Después de aquel año tuve que volver a Austria, pero luego de terminar mi doctorado regresé a México. Hoy ya tengo esposa y dos hijos mexicanos. Cada año o año y medio vamos a visitar a mi mamá, hermanos y primos; disfrutamos de que no hace calor como acá, pero siempre volvemos.

¿Te gusta la comida mexicana?

Es una de las cosas que más me gustan de México. Mis platillos favoritos son los tacos y el mole. Creo que en el centro del país tienen muy buena sazón. No digo que en el norte no, ¡eh!… Espero que nadie se ofenda (dice bromeando).

¿Cómo fue tu ingreso al Tec?

Yo estaba en la Universidad de Guanajuato y decidí escribir al Tec. Pensé: “A ver qué pasa”. Me llamaron para una entrevista y me vine desde Guanajuato en mi auto. Me perdí, no conocía Monterrey ni su tráfico, tampoco su clima. Llegué a la entrevista y sentí que me iba a desmayar por el calor. Al final no me desmayé y me dieron muchas ganas de quedarme porque me gustó mucho lo que estaban haciendo en la institución. A los 15 días firmamos el contrato y ya tengo 20 años dando clases y viviendo aquí. De hecho, haciendo cuentas, he vivido más tiempo aquí que en cualquier otro lado.

En el Tec es profesor investigador y líder del Grupo de Investigación en Ciencia y Tecnología del Agua; además, en 2008 fundó y dirigió hasta 2017 el Centro del Agua para América Latina y el Caribe. Ha colaborado en diversos proyectos sobre conservación y cuidado del medio ambiente.

Varias fotos personales de Jurgen en el salón de clases, en un coche con otros investigadores, etc.
En el orden de las manecillas: En un salón de clases del Tec de Monterrey, en 2023. En junio 2016 en Bogotá durante el Foro Ambiental. Con el profesor Prosun Bhattacharya del KTH Suecia. Con participantes del Editors Conclave Global Rise of Thirsty Cities en Monterrey. (Fotos: cortesía).

«Trabajar en temas ambientales no solo me beneficia a mí»

¿Cómo fue recibir el Premio Rómulo Garza?

El premio es lo que llega al final. Lo más gratificante es cuando la gente comienza a mencionar tu trabajo en estudios o citan tus artículos. Un artículo nuestro fue citado más de 100 veces en dos años, entonces ya sabíamos que habíamos hecho algo bueno, aunque siendo honesto no pensé que iba a llegar un premio.

Eso de alguna manera termina de confirmar que hicimos bien el trabajo y nos ayuda a seguir motivados haciendo cosas.

¿Por qué recibieron el premio en la edición más reciente?

Fue por un proyecto que hicimos para predecir el nitrato en un pozo de agua. Este puede deberse a contaminantes de un relleno sanitario, de una planta de tratamiento, de una casa cerca del pozo o hasta de las vacas que pastan en los alrededores.

Lo que hicimos fue crear un algoritmo que detectara isótopos, elementos químicos de un peso específico que nos ayudan a identificar de dónde viene el nitrato: si es de un fertilizante, de estiércol o de agua residual. Gracias a esto podemos identificar la fuente de contaminación y trabajar para eliminarla o reducirla.

Investigadores ganadores del premio Romulo Garza sosteniendo el premio
Posando junto con los demás ganadores del Premio Rómulo Garza 2022 (Foto: Alejandro Salazar / TecScience)

Además de trabajar en la conservación del agua, otro de sus objetivos es el agua existente sea óptima para el consumo humano. Por ejemplo, desde hace algunos años ha investigado los pozos de la región lagunera, ubicada entre Coahuila y Durango, donde el agua tiene altas concentraciones de arsénico, afectando la salud de la población.

Para este punto en la entrevista, ha pasado casi una hora, pero el investigador no parece tener la intención de terminar la charla. Se ve cómodo, como en una charla entre amigos. Frente a él tiene a los miembros del equipo de foto y video de TecScience que recién se integraron a la entrevista y lo escuchan desde varias sillas.

Jürgen hace honor a su profesión nata de maestro explicando con pasión y claridad el tema de sus investigaciones, contando datos, historias e ideas sobre cómo mejorar la calidad y acceso al agua.

Además, nos hace sentir tan en confianza que ya no solo yo hago las preguntas…

“¿Por qué en Europa es más accesible el agua que en Latinoamérica?”, pregunta alguien más del equipo.

Pasan varios minutos contestando la respuesta. Señala que en Europa hay comisiones independientes que dan el servicio del agua, evitando que el tema sea politizado, y de esta forma mejora, en la mayoría de los casos, la calidad de sus procesos.

Fotos personales de Jurgen frente a un pub en Irlanda y frente a una playa con otros dos compañeros
De izquierda a derecha: En Irlanda durante una reunión de la editorial Elsevier. En Tacna, Perú, durante el proyecto Intrusión salina. (Fotos: cortesía)

¿Cuál te gustaría que fuera tu legado?

Jürgen toma un poco de aire, sonríe y asiente, como si se contestara primero mentalmente.

Creo que nunca me he propuesto una meta que tenga que ver con un premio. Más bien, hago lo que hago porque me gusta. Soy afortunado de tener un trabajo que me apasiona, el reconocimiento puede venir después.

Mi objetivo en la vida era ser profesor investigador y creo que mucho de lo que soñaba se ha cumplido ya. A veces los jóvenes no tienen idea de qué quieren hacer, pero si tienes un plan, te enfocas y no te dispersas en mil cosas que no valen la pena, puedes lograrlo.

Me gusta trabajar en temas del ambiente porque es algo que no solo me beneficia a mí. Al final lo que hacemos también es para los jóvenes y para que tengan una mejor calidad de vida, que gocen de mejores ciudades, más bonitas, con menos concreto y con más árboles, áreas verdes para caminar o andar en bicicleta. Los de mi generación fallamos en hacer ciudades bonitas, espero que mis alumnos y mis hijos puedan trabajar para tener ciudades más cercanas al medio ambiente.

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Autor

Asael Villanueva