La humanidad se encamina hacia un mundo interconectado las 24 horas del día, los 365 días del año, de forma ininterrumpida. Esta capacidad de estar generando, produciendo, recopilando, concentrando información de múltiples orígenes es conocida como IoT, por sus siglas en inglés. Te explicamos las ventajas y desventajas del internet de las cosas.
«Estamos creando un enorme cerebro global, compuesto por humanos, cosas, naturaleza, todo interconectado», explica Fabián Romo, director de Sistemas y Servicios Institucionales de la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Computación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Sus antecedentes datan de la década de los 60, cuando a Robert Taylor, director de la Oficina para las Tecnologías de Procesamiento de la Información, se le ocurrió conectar en serie a las computadoras del Instituto de Investigación de Stanford, la Universidad de California en Los Ángeles, la Universidad de California en Santa Bárbara y la Universidad de Utah.
El proyecto, llamado ARPANET, fue el antecedente de lo que conocemos como internet.
Después de comunicar computadoras entre sí, vino la comunicación entre usuarios y computadoras, más tarde las redes sociales propiciaron la comunicación entre humanos y el siguiente paso es la comunicación global entre humanos con dispositivos de toda naturaleza, desde relojes inteligentes, teléfonos, sensores, cámaras, termómetros, vehículos, trenes, aviones, aparatos que mediante inteligencia artificial toman decisiones autónomas.
Ventajas del internet de las cosas
La IoT promete una vida de confort, pues sin salir de casa es posible hacer el pago de servicios, programar la compra de los alimentos para que lleguen a domicilio, programar el riego automático del jardín o activar la calefacción para encontrar el clima adecuado al llegar a casa, de acuerdo con Rafaela Silva, coordinadora del Campus Virtual, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Lerma.
La compañía CISCO Systems prevé para México que el internet de las cosas genere ganancias por hasta 1.6 billones de dólares para 2025, que haya 184.4 millones de dispositivos conectados para 2023.
IDC México estima para este año que dicho mercado crecerá en un 25 %.
El potencial de mercado es enorme, no obstante, también hay que buscar reducir las brechas en el acceso a las tecnologías de la información y comunicación.
El último censo poblacional realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía en 2020 arroja que entre 2010 y 2020 la disponibilidad de teléfonos celulares en las viviendas creció de 65.1 a 87.5 %, el internet de 21.3 a 52.1 %, las computadoras o laptops de 29.4 a 37.6 %, disponen de televisión 91.1 % de las viviendas particulares y las líneas telefónicas fijas descendieron de 43.2 a 37.5 %.
El hecho de traer un teléfono celular inteligente que suma los pasos que da una persona, descargar aplicaciones para monitorear vía remota las cámaras de seguridad instaladas en casa o adquirir asistentes virtuales –como Alexa– ya nos introduce al internet de las cosas aunque cada vez serán más sofisticadas las tecnologías y las conexiones.
Si bien ya son una realidad en las ciudades, el reto es conectar el campo y zonas rurales.
La IoT, la promesa de un mundo mejor
La IoT ofrece ventajas para el control del cambio climático, mejores cosechas y un desarrollo sustentable, pero, si es usado de manera negativa, se acelerarán problemáticas como aumentar las huellas de carbono, el efecto invernadero y un uso desmesurado de los recursos energéticos de tipo no renovable, expone Fabián Romo.
En la agricultura, el internet de las cosas permitirá hacer un uso racional del agua, fertilizantes y pesticidas, con ello se prevé que se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero y desperdicio del agua.
«Con sensores de humedad en la tierra, sensores de acidez o de ciertos compuestos químicos que estén enterrados se podrá saber con precisión la cantidad de agua, la composición química del terreno y el momento óptimo para sembrar porque se puede analizar el crecimiento de la planta a través de sensores biométricos y cámaras”, dice Romo.
En la salud, tiene un beneficio potencial, pues vía remota un médico podrá dar seguimiento al tratamiento de un paciente.
Con las mediciones diarias de ritmo cardiaco, glucosa, horas de sueño, dieta, ejercicio, nivel de oxigenación, la información se almacenará en una nube, se podrá analizar por periodos de tiempo y se podrán hacer diagnósticos más certeros.
De igual forma, las empresas farmacéuticas entregarán bolsas específicas con los fármacos que deberá consumir el paciente por día a partir de las mediciones de los dispositivos biométricos.
Si además tiene asistentes como Alexa, le recordará la hora para tomar el medicamento.
Retos del internet de las cosas
Es prioritario garantizar la seguridad del usuario. Rafaela Silva, académica de la UAM Unidad Lerma, comenta que han puesto en marcha una área de investigación sobre cómputo forense, en donde se analiza al equipo para detectar cuando alguien ha entrado a éste vía remota y lo hackea. Como en la serie de CSI se averigua qué pasó y qué le hizo.
«Estamos armando el laboratorio y lo que hacemos es analizar delitos cibernéticos. Vemos que es necesario definir nuevos delitos y hacer una adición en las leyes que contemple todo lo relativo a Big Data. Todas las empresas que están recopilando nuestra información, bajo un esquema muy formal, deben comprometerse a cuidarla. El gobierno debe impulsar esta transformación digital y dejar una regulación adecuada», dice Silva.
El primer reto es contar con sistemas de almacenamiento masivo en donde se pueda alojar información. El segundo es garantizar la privacidad de la información que se almacena ahí. Y el tercero es explotar esa información. Es ahí donde entra la ciencia de datos, añade.
Romo comenta que la protección de los datos personales cada vez cobrarán más relevancia.
Por ejemplo, un padecimiento congénito no debería representar un problema, pero algunas personas lo podrían usar de manera negativa para intentar extorsionar o divulgar información privada.
Y no solo se trata de garantizar la seguridad de un aparato sino la estabilidad de la red y los servicios.
Los principales ataques que han ocurrido a redes informáticas o a servicios como streaming, música en línea o redes sociales en los últimos años se han apoyado en vulnerabilidades de dispositivos que componen la internet de las cosas.
«Entre 2017 y 2018 se registraron dos tipos de ataques muy importantes que afectaron la operación de redes sociales, de servicios de streaming y el tipo de ataque que se conoció como denegación de servicio o DDoS fue generado ocupando o haciendo uso de las vulnerabilidades de cámaras robóticas y dispositivos sensores de acceso a puertas o chapas eléctricas conectadas a internet».
El experto considera que tanto hardware como software requieren la suficiente protección para evitar que sean vulnerados por usuarios malintencionados, pues una vez que tienen control de estos se convierten en una especie de zombies cuya única función es atacar ciertos servicios conectados a internet al grado de colapsar un sistema.