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¿Cómo funciona el efecto placebo? ¿Puede explicar el éxito de la homeopatía?

La homeopatía y otras formas de medicina alternativa parecen ser equivalentes a tomar una pastilla de azúcar, ¿eso significa que no funcionan?
imagen de un cerebro compuesto por pastillas
Un grupo de científicos –liderados por Ted Kaptchuk– se enfocan en estudiar el efecto con investigaciones interdisciplinarias que unen ciencia básica, ciencias clínicas y ciencias sociales. (Foto: Getty Images)

En el mundo de la medicina, hay pocos temas tan polarizantes como la homeopatía. Muchos se oponen a ella, mientras que otros la defienden a capa y espada. Para algunos no es más que un ejemplo del efecto placebo.

“Una razón por la que no es aceptada es porque no tenemos una buena explicación biomédica de cómo funciona”, dice Michelle Dossett, médica integrativa e investigadora de la Universidad de California, en entrevista con TecScience.

La homeopatía es una práctica de medicina alternativa, creada hace más de 200 años en Alemania, que se centra en la idea de que el cuerpo puede curarse solo

Para crear los remedios –que pueden ser tabletas, gotas, cremas o geles– los homeópatas hacen una preparación de sustancias con ingredientes activos, como plantas, minerales o venenos de animales, y los mezclan con agua o alcohol para potenciar sus efectos.

Estas sustancias están muy diluidas en los remedios, pues otra de sus creencias es que, a menor dosis, mayor será el efecto. Esta es una de las principales razones por las que la medicina alópata se opone a ella. 

Si contienen cantidades indetectables de estas sustancias, ¿cómo podrían funcionar?

Sin embargo, aunque existen muchos argumentos en su contra, alrededor del mundo una parte significativa de la población acude, frecuentemente, al homeópata para tratar alguna enfermedad.

Mi abuela, por ejemplo, apoda al suyo “Merlín”, porque dice que es “como un mago” que la hace sentirse mejor cada vez que tiene gripe o se siente mal del estómago.

Para explicar el hecho de que muchos pacientes reportan una mejoría en sus síntomas y estado de ánimo con esta medicina alternativa, la ciencia ha recurrido al efecto placebo, pero eso no significa que no sirve.

“Decir que la homeopatía es solo un placebo es como decir que es un tratamiento que ayuda a las personas”, dice Kathryn Hall, investigadora de la Escuela de Medicina de Harvard, en entrevista con TecScience.

¿Qué es el efecto placebo? Más que un truco o pensar positivo

El efecto placebo sucede cuando un tratamiento inerte (como una pastilla de azúcar, una inyección sin sustancia activa o una cirugía simulada) lleva a una mejora clínica en los síntomas de una enfermedad.

“Estos pueden tener efectos benéficos, en ocasiones tan poderosos como una medicina”, dice Hall.

Tanto ella como Dossett forman parte de un grupo de científicos –liderados por Ted Kaptchuk– enfocados en estudiar el efecto placebo con investigaciones interdisciplinarias que unen ciencia básica, ciencias clínicas y ciencias sociales.

A través de los años, los investigadores han demostrado que el placebo es más que un truco o pensar positivamente. En cambio, es el resultado de la capacidad de nuestra mente y cuerpo de reaccionar ante situaciones adversas, como una enfermedad.

“Aprovecha nuestra biología y capacidad innata de sentirnos mejor”, explica Dossett.

El efecto placebo no es una cura, ya que no tiene la capacidad de eliminar una bacteria o disminuir el tamaño de un tumor. Lo que sí puede hacer es reducir los síntomas que son modulados por el cerebro, como la percepción del dolor.

Llega a un área específica del cerebro −la corteza prefrontal− y se ha observado que, cuando se administra un placebo, esta puede anular las señales de molestia.

Es probable que a esto se deba que mi abuela se sienta mejor cuando el homeópata le da «chochos» que le quitan el dolor de cabeza que le ocasiona la gripe.

Mecanismos neurobiológicos del efecto placebo

Aunque la forma en que funciona aún no es del todo clara, la evidencia sugiere que el efecto placebo involucra procesos neurobiológicos, como la liberación de neurotransmisores asociados el bienestar, incluyendo a la dopamina. 

También, se ha encontrado que activa nuestro sistema de opioides endógenos, un grupo de moléculas similares a los opiáceos –como la morfina– que son fabricadas y liberadas por el cerebro, ayudándonos a dejar de sentir dolor.

Además, puede aumentar la actividad en regiones cerebrales asociadas al estado de ánimo, a la recompensa, a las reacciones emocionales, a capacidades cognitivas, como el pensamiento complejo y la autopercepción.

Durante mucho tiempo, el efecto placebo fue considerado un fracaso, pues en los ensayos clínicos se usan sustancias inertes (o placebos) para probar que un medicamento o tratamiento realmente funciona.

Generalmente, esto incluye dividir a las personas en un grupo que recibe el medicamento o tratamiento, mientras que el otro recibe el placebo. “La meta es que el efecto de la medicina o el tratamiento sea estadísticamente mayor”, explica Hall. 

Ahora, la narrativa en torno a este fenómeno ha comenzado a cambiar, reconociendo que el que los pacientes respondan al placebo no es, necesariamente, una señal de que el tratamiento no funciona.

Más bien, significa que hay mecanismos no farmacológicos que podrían estar actuando para ayudar a los pacientes a mejorar.

“Muchos médicos están al tanto del efecto placebo, pero pocos reconocen su poder”, dice Dossett.

Empatía y calidez: aspectos clave del efecto placebo

Hasta ahora, se ha demostrado que el efecto placebo es efectivo para tratar síntomas como el dolor, el malestar, el insomnio, la ansiedad y el estrés, así como la fatiga y las náuseas asociadas al cáncer. 

Pero, más allá de liberar el poder de nuestra mente para sanar, la evidencia sugiere que también tiene que ver con toda la experiencia de buscar tratamiento.

Esto comienza cuando cobramos conciencia de que nos sentimos mal, lo cual nos lleva a llamar al médico, ir a su consultorio, contestar una serie de preguntas y, en ocasiones, someternos a ciertas pruebas, para después recibir un diagnóstico y un tratamiento.

“Hay tantas cosas sucediendo en todo ese proceso que, obviamente, tiene un efecto en nosotros”, dice Hall. “Nuestro cerebro es una máquina de predicción, incluso antes de recibir el tratamiento, ya sabe que vamos a sentirnos mejor”.

En particular, la interacción con el médico parece ser un factor importante en la probabilidad de que un paciente se recupere.

En 2015, Dosset y su equipo estudiaron el efecto de un suplemento para tratar el reflujo, analizando si había cambios en su efectividad asociados con el tipo de consulta. 

Un grupo recibió una revisión estándar antes de recibir el suplemento, mientras que el otro tuvo una visita aumentada, con un cuestionario más extenso.

Lo que encontraron es que el suplemento no tenía un efecto en los síntomas del reflujo, pero los pacientes que tuvieron la consulta ampliada tenían más probabilidades de reportar una mejora del 50% o más en la gravedad de sus síntomas. 

Además, analizaron videos de la interacción entre el paciente y el médico, encontrando que cuando la consulta aumentada terminaba, los pacientes parecían estar más satisfechos. 

“Si al final de la revisión tanto médico como paciente sonreían, esto era altamente predictivo de que se sentirían mejor dos semanas después”, explica Dossett.  

El efecto terapéutico de la interacción paciente-médico se ha estudiado de manera extensiva por el grupo de Kaptchuk y otros investigadores, sugiriendo que la empatía y la calidez con la que son atendidos afectan la respuesta que tendrán los pacientes ante un tratamiento.

Esto podría explicar por qué las personas, incluyendo a mi abuela, responden positivamente a medicina alternativa, como la homeopatía y la acupuntura

Durante las consultas de este tipo de tratamientos, los médicos suelen hacer preguntas que se relacionan con una visión holística del paciente, incluyendo su estado de ánimo, experiencias recientes, su historia de vida y sucesos que podrían afectarles. 

Factores genéticos del efecto placebo

Recientemente, Dosset y su grupo buscaron ampliar los resultados de su investigación, midiendo si el simple hecho de ir a una consulta, sin administrarles un tratamiento, podría mejorar los síntomas del reflujo.

Lo que encontraron es que los pacientes con la visita aumentada tenían una mayor probabilidad de sentirse mejor que los que tuvieron la consulta tradicional, pero no de una manera estadísticamente significativa. 

“Probablemente, haya algo en el hecho de recibir un tratamiento, aunque sea inerte, que tiene un efecto terapéutico basado en la expectativa”, dice Dossett. 

Parece ser, que, además, es necesario que los pacientes reciban algo para que el efecto placebo funcione, ya sea una pomada, una pastilla o una inyección. Incluso recibir un placebo sabiendo que lo es parece funcionar.

También, el grupo de Hall encontró que la probabilidad de que las personas respondan al efecto placebo podría estar asociado a variantes genéticas. 

En 2017, publicaron un estudio donde observaron el síndrome de intestino irritable, que suele tener una alta respuesta al placebo en ensayos clínicos. 

Analizando el genoma de los pacientes que respondieron al placebo y los que no, encontraron que hay un gen que produce una enzima –llamada COMT– que tiene la función de descomponer la dopamina en el cerebro. 

Hay personas que tienen una variante del gen que resulta en una versión debilitada de la enzima, por lo que tienen más dopamina disponible. “Quienes tenían la versión débil tenían mayores probabilidades de responder al placebo”, explica Hall.

Efecto placebo para mejorar los tratamientos

En conjunto, todos estos estudios sugieren que el efecto placebo involucra la experiencia subjetiva y subconsciente de un síntoma o enfermedad. Detrás, existen muchos mecanismos biológicos que cada vez son más claros.

En cuanto a si este fenómeno explica por qué la homeopatía puede ayudar a las personas a sentirse mejor, Dosset enfatiza que la evidencia es mixta, con algunos estudios que demuestran que puede tener un efecto más allá de él.

Sin embargo, gran parte del fenómeno de la homeopatía seguramente involucra al efecto placebo. “El encuentro clínico, ingerir un remedio homeopático y las preguntas que hace el homeópata han generado enormes efectos para el paciente”, dice la experta.

De acuerdo con las científicas, lo que toda esta información quiere decir es que hay maneras no farmacéuticas de mejorar el tratamiento de las enfermedades. 

“Para mí, lo sorprendente es cuánto ignoramos de toda esta información y nos centramos en las sustancias químicas”, dice Hall.

Debe quedar claro, que esto no significa que las alternativas son efectivas con todo padecimiento, hay enfermedades, como el cáncer o el SIDA, que requieren de la medicina alópata para tratarse o curarse.

El reconocer el poder del efecto placebo o el potencial de la medicina alternativa, cuando es utilizada de forma segura, no menosprecia a la medicina alópata, más bien sugiere que se puede complementar.

Al final, el objetivo de todo profesional de la salud es maximizar la respuesta de sus pacientes ante un tratamiento. 

“Si el usar un placebo les ayuda a lidiar con el dolor o la náusea, o el mejorar las interacciones en el consultorio puede aumentar las probabilidades de que mejoren, ¿por qué no lo harías?”, se pregunta Dossett. 

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Autor

Picture of Inés Gutiérrez Jaber