Con el paso de los años, nuestras funciones físicas y mentales van decayendo; sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista científica Multidisciplinary Digital Publishing Institute (MDPI) revela que una dieta antiinflamatoria puede reducir el deterioro cognitivo hasta en 21%, mientras que una rica en proteínas puede disminuir el riesgo hasta en 9%.
Primero, ¿qué es el deterioro cognitivo? Aunque es normal que a medida que envejecemos tengamos un declive de nuestras funciones cerebrales, la Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que la condición de “deterioro cognitivo leve” (DCL) se caracteriza por deficiencias de memoria, dificultades para el aprendizaje y capacidad reducida para concentrarse en una tarea por períodos largos que alteran la vida de los pacientes, la cual puede avanzar a otras enfermedades como la demencia o el Alzheimer.
Segundo, la OMS publicó en 2020 una guía llamada Reducción de los riesgos de deterioro cognitivo y demencia, en el que hace varias recomendaciones, entre ellas: ser más activos físicamente, no consumir tabaco, eliminar el alcohol, mantener la mente activa, buscar actividad social, cuidar nuestro peso y tener bajo control la hipertensión, la diabetes, la dislipidemia, la depresión, la hipoacusia y finalmente, mejorar nuestra alimentación”.
Este último punto, “mejorar nuestra alimentación” es el que se relaciona con la nueva investigación titulada La dieta antiinflamatoria y la dieta enriquecida con proteínas pueden reducir el riesgo de deterioro cognitivo entre los adultos mayores: una investigación transversal a nivel nacional, desarrollada por los científicos Liang Wang, Xiaobing Xian, Mengting Zhou, Ke Xu, Shiwei Cao, Jingyu Cheng, Weizhi Dai, Wenjia Zhang y Mengliang Ye, de la Chongqing Medical University.
¿Cómo se relaciona la dieta antiinflamatoria con menores riesgos de deterioro cognitivo?
Es importante señalar que esta investigación que relaciona un menor riesgo de deterioro cognitivo con el consumo de una dieta antiinflamatoria o una rica en proteínas está basada en la población de China.
Los investigadores obtuvieron la información a partir de la Encuesta longitudinal de salud y longevidad de China (CLHLS) realizada en 2018, que incluyó una muestra de 8,692 adultos de 60 años o más; de los cuales, 55% eran mujeres y 45% hombres.
Además, los investigadores aplicaron un Mini Examen del Estado Mental (MMSE), que evaluó la memoria y agudeza mental de los participantes en el estudio y cuyas puntuaciones variaron de 0 a 30, siendo las más altas las que tuvieron los mayores niveles de función cognitiva.
Otro punto importante fue determinar qué se considera una dieta antiinflamatoria y una rica en proteína; de acuerdo con el estudio, estos son los alimentos que las compondrían:
- Dieta antiinflamatoria: verduras, frutas, legumbres y sus derivados, frutos secos y té.
- Dieta alta en proteína: carnes y pescados magros, huevos, lácteos y sus derivados y productos de frijol.
Asimismo, los investigadores tomaron en cuenta factores que pueden influir en las respuestas de los encuestados, tales como la edad, el género, la residencia (urbana o rural), el nivel educativo y los consumos de tabaco y alcohol.
El método para calcular el índice de masa corporal (IMC) de los participantes, “fue dividir el peso (en kilogramos) por el cuadrado de la altura (en metros), también clasificamos su estado civil en solteros, casados, divorciados o separados y viudos. Finalmente, categorizamos sus niveles de sueño y los encuestados autoevaluaron su satisfacción con la vida y su estado de salud”, se detalla en la investigación.
¿Cuáles fueron los resultados del estudio?
Esta investigación arrojó que el riesgo de deterioro cognitivo se reducía en un 21% en los habitantes chinos de la tercera edad que siguen una dieta antiinflamatoria y en un 9% en los que consumen una dieta rica en proteínas.
Cabe destacar que los 8,692 participantes viven en China, tienen una media de 83 años, son 44.8% hombres y 55.2% mujeres, los cuales, en su mayoría (54.5%) tuvieron un IMC de entre 18.5 y 23.9% y gran parte de ellos (82.6%) habitan en zonas rurales.
Adicionalmente, el estudio señala que la mayoría presentaron un nivel educativo bajo (sólo el 20.6% recibió más de seis años de educación) y el 15% fumaba, el 14.9% bebía alcohol y más de la mitad (53.2%) dormía menos de 7 horas. Con relación a la autoevaluación, el 97% dijo sentirse satisfecho con la vida y el 86.5% mencionó sentirse conforme con su estado de salud.
¿Qué dicen otras investigaciones?
Probablemente has escuchado maravillas sobre el impacto en la salud cerebral que tienen suplementos como la vitamina E, la B, el flavonol o el ginkgo biloba; sin embargo, un paper publicado por la Universidad de Cambridge en 2018, menciona que no hay una evidencia significativa que muestre una relación sólida entre estos ingredientes y una mejora en enfermedades como la demencia leve o el Alzheimer.
“A pesar de los avances farmacológicos, no existen tratamientos eficaces para retrasar o revertir el deterioro cognitivo”, señala la investigación titulada Efecto de las intervenciones dietéticas en el deterioro cognitivo leve: una revisión sistemática.
Es decir, no hay una evidencia científica contundente que muestre que los pacientes diagnosticados puedan mejorar el deterioro cognitivo ni con el uso de medicamentos, ni con el cambio de su dieta.
No obstante, esta investigación señala que “los mecanismos inflamatorios y el estrés oxidativo implicados en la etiología del deterioro cognitivo y la demencia indican un papel potencial de la nutrición en su prevención”.
Una investigación de Lancet también publicada en 2018, señala que la dieta mediterránea está asociada a una mejor salud cerebral en adultos mayores. Otro estudio de 2020, publicado por el Alzheimer’s Association también destaca los beneficios de este tipo de alimentación.
Otras dietas que han sido asociadas a un envejecimiento cognitivo saludable son la DASH y la llamada MIND, que es una fusión entre la dieta mediterránea y la DASH y que de acuerdo con una nota publicada en el sitio web de la Universidad de Harvard fue propuesta en 2015 por la Dra. Martha Clare Morris.
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