Un día, estando en la Universidad de Loja, en Ecuador, Abrahan Mora se encontró con un perfil de puesto que embonaba exactamente con sus propias características. En menos de un año, llegó a México donde encontró un nuevo trabajo y hogar.
Mora, quien ahora trabaja como profesor e investigador del Tec de Monterrey, siempre tuvo una gran inclinación por estudiar el medio ambiente en el medio ambiente mismo o, como comúnmente se dice en la ciencia, “en el campo”.
Nunca se vio a sí mismo dentro de una oficina, una empresa, ni siquiera en un laboratorio. Así que decidió estudiar química. Esto le permitió pasar tiempo al aire libre.
Pronto descubrió que el trabajo científico consiste en una combinación de campo y laboratorio, así como de redacción de artículos científicos, pero en donde el trabajo de campo es siempre la base, al menos desde su punto de vista.
“Yo considero que es muy importante porque, muchas veces, al escribir un paper sobre un fenómeno, no puedes hacerlo del todo bien si no sabes cómo es el campo. De verdad, el campo cambia a una persona, cambia su visión del fenómeno. Permite hacer un mejor análisis de la situación que está ocurriendo”, cuenta.
Después de estudiar la licenciatura en Química en Caracas, Venezuela, su país natal, realizó un doctorado en Ciencias Ambientales en Madrid, España.
Regresó a Venezuela donde, durante más de ocho años, experimentó “la dicha de trabajar entre el campo, el laboratorio, y escribiendo artículos de investigación.”
Después, la situación económica de su país le llevó a migrar primero a Ecuador, y después a México. Actualmente, es profesor investigador en el campus Puebla y su investigación se enfoca en detectar contaminantes en cuerpos de agua.
En TecScience platicamos con Abrahan sobre su amor al trabajo de campo, la importancia que tiene en la ciencia, cómo llegó a México y lo que significa para él vivir y trabajar aquí.
Aprovechar la crisis
El camino que trajo a Abrahan a México inicia en Venezuela, desde donde partió movido por la crisis económica que comenzó en 2013. “Todos conocen la situación de Venezuela. En menos de un año, por la inflación, pasé de ganar −por decir algo− 2,000 dólares mensuales, a ganar 40 dólares. Era, prácticamente, invivible”.
Esto lo llevó a buscar trabajo fuera de su país. Estuvo un año como investigador en Ecuador y, poco antes de que terminara su contrato, entró al buscador ResearchGate, donde −entre otras cosas− se publican ofertas de trabajo del mundo científico. Ahí fue que encontró que el Centro del Agua del Tec de Monterrey, buscaba un perfil que sorprendió a Abrahan, pues “cumplía, prácticamente, con todas mis características. Era el trabajo ideal para mí”.
Postuló y, después de algunos meses y algunas llamadas, él y sus maletas llegaron a México.
¿Qué pensaste al llegar a México?
Me impresioné. No esperaba que Monterrey fuera una ciudad tan moderna; también me impresionó mucho el Tec, pues no sabía que era tan grande. Es una institución que está muy bien organizada y estructurada. Se nota que saben lo que hacen.
En México, encontré un interés genuino por la investigación, que yo no había visto en otros países de Sudamérica a excepción de Brasil. México apuesta por la investigación, por ejemplo, con los estímulos como el del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores. Esto me parece muy importante, ya que sí incentiva a realizar investigaciones de calidad.
Además del trabajo, ¿qué te gusta de México?
La comida aquí en el centro del país es algo de otro mundo, me gusta mucho. La diversidad de ambientes que tiene México es impresionante: selva, desiertos, montañas con glaciares. Para los químicos ambientalistas −como yo− hay lugares de sobra para trabajar.
La parte negativa es que la contaminación es bárbara. Los ambientes más contaminados que yo he visto en mi vida han sido en México.
La investigación y su amor al campo
¿En qué consiste tu investigación?
Evalúo el comportamiento o evolución de contaminantes en sistemas acuíferos. Por ejemplo, cómo se degradan, o cómo sus concentraciones van disminuyendo y esto con qué está relacionado.
Uno de los casos más exitosos que hemos tenido es trabajando con nitratos, gracias a este trabajo ganamos el Premio Rómulo Garza en 2023. Evaluamos a partir de modelos cuáles son las fuentes de nitratos que causan contaminación de agua, para poder idear planes de manejo que traten de minimizar esta contaminación.
También estamos estudiando el arsénico, que es muy común en el agua subterránea del norte del país, ya que las rocas contienen arsénico.
¿Qué es lo que te causa más entusiasmo de tu trabajo?
A mi me encanta el trabajo de campo. Salimos, tomamos muestras, hacemos experimentos, vemos el paisaje y, con esto, hacemos asociaciones, por ejemplo, si una capa de material está afectando la muestra o al acuífero. Todo esto son cosas importantes que hay que ver. Otra cosa que me gusta mucho de mi trabajo es escribir artículos. Creo que si haces investigación y no publicas artículos es como si no hicieras investigación, pues no estás dando ese conocimiento a la sociedad o a la comunidad científica.
Eso es lo que me mueve. Yo creo que eso es lo que me hace feliz.
Además de ayudar entender mejor lo que estudias, ¿le encuentras otro valor a salir al campo?
Muchas cosas. Por ejemplo, compartes mucho con las personas con las que trabajas, te cuentan qué es lo que les gusta de la investigación, de los problemas. Los conoces más. Es diferente a estar en una oficina donde todo es rápido. En el campo tienes la oportunidad de compartir y hablar mucho. Cuando llega la hora de la comida, a lo mejor comes en un puestecito y tienes la oportunidad de entrar a la parte humana, de conocer a las personas, y eso, para mí, es muy importante.
¿Esta parte de conexión humana contribuye en algo a la investigación?
Contribuye mucho porque generas confianza, te das cuenta del potencial de la gente, te dan ganas de hacer más cosas, de alentarles a ir más allá.
México, un verdadero hogar
¿Extrañas algo de Venezuela?
Los primeros años extrañaba muchas cosas, por ejemplo, mi familia, mis amigos y, por supuesto, la comida. Pero, lo que pasa con el tiempo, es que extrañas algo que ya no existe, es algo que estás recordando. Yo fui de visita a Venezuela varias veces y ya no estaba lo que yo extrañaba. Extrañar es acordarte con nostalgia de cosas pasadas.
Yo, en México, tengo a mi pareja, a mis hijos. Me encanta la comida mexicana, el mole, el pipián, el pozole.
¿Consideras a México tu hogar?
Sin duda. Tengo dos hijos mexicanos que ya comen tacos.
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