Por Priscila Ibarra Carlos/ Ciencia Amateur
Casi un tercio de la población en México sufre de inseguridad alimentaria moderada o severa. Esto significa que unos 35 millones de mexicanos y mexicanas llevan un día o más sin comer, no saben si podrán comer hoy o sacrificarán la cantidad o calidad de sus alimentos [1].
Aún más preocupante es que gran parte de esta cifra son niños y niñas cuyo desarrollo y bienestar (actual y futuro) pueden verse severamente afectados.
Proyecto Seguridad Alimentaria y Nutrición
El problema de la inseguridad alimentaria tiene muchas dimensiones, por ello debe combatirse mediante un enfoque amplio y multidisciplinario. Bajo esta premisa nació uno de los proyectos insignia del Núcleo de investigación en Salud de la Escuela de Ingeniería y Ciencias del Tec de Monterrey: Seguridad Alimentaria y Nutrición.
Esta iniciativa reúne al menos a 36 profesores investigadores en ocho diferentes campus. El proyecto busca mitigar la inseguridad alimentaria mediante soluciones científicas y tecnológicas con especial enfoque en la malnutrición de niños mexicanos.
Reconociendo la multidimensionalidad del tema, se busca atacar el problema desde varios frentes que incluyen la producción de alimentos con técnicas mejoradas y más amigables con el medio ambiente, la conservación y transformación de alimentos, el procesamiento de materias primas, la reducción de desechos, el mejor entendimiento de los procesos metabólicos del aprovechamiento de nutrientes, la nutrición, la nutrigenómica y la agrobiotecnología, además del uso de la inteligencia artificial y el desarrollo de políticas públicas.
Los más vulnerables
Existe una relación muy estrecha entre el contexto socioeconómico en el que se vive y la inseguridad alimentaria. Los grupos más vulnerables al hambre crónica y la falta de acceso a alimento suficiente y nutritivo son las personas en situación de pobreza que habitan en zonas rurales; este problema es mayor si la población es indígena y si se agudiza, aún más, si trata de mujeres y niños [2].
Estos últimos se ven especialmente afectados por el periodo crítico que atraviesan, donde la ingesta adecuada de nutrientes es trascendental para su crecimiento y desarrollo, en el caso de las infancias y mujeres embarazadas. Sufrir de inseguridad alimentaria puede provocar problemas de malnutrición como anemia, sobrepeso, obesidad, retraso en el crecimiento y emaciación. Si su situación no mejora estas condiciones adversas de salud pueden permanecer, evolucionar o empeorar en su adultez [3].
Implicaciones de la inseguridad alimentaria
La inseguridad alimentaria tiene muchos escenarios; puede referirse a la falta de comida, pero también al consumo de productos de baja calidad. El hecho de que México tenga una alta incidencia de sobrepeso y obesidad, se debe, en gran medida, a que los alimentos con alto porcentaje de grasa, sodio, carbohidratos de rápida digestión y ricos en calorías vacías son, en general, más asequibles que los que permiten tener dietas equilibradas y ejecutar estilos de vida saludables.
Las personas más vulnerables no suelen tienen alternativa. La decisión está entre pasar hambre o consumir estos alimentos económicos. Aunque estos productos “chatarra” cumplan la función temporal de dar energía, su consumo excesivo puede derivar en la deficiencia de nutrientes esenciales para que el cuerpo funcione adecuadamente. Además, el estrés que implica pasar periodos prolongados sin comer puede mermar la salud poco a poco hasta culminar en el desarrollo de enfermedades crónicas, como diabetes y obesidad [3].
Es urgente que sociedad, comunidad universitaria, industria y gobierno sumemos esfuerzos por combatir esta situación, tanto por el sentido humanitario y de justicia social, y también porque esto afecta el desarrollo económico y social del país. En palabras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (2024): “La subnutrición no es sólo una preocupación humanitaria. También debilita el potencial de desarrollo de los países.” [4]
Esto puede reducirse a que una fuerza laboral mal nutrida no será productiva. Viendo esto desde una perspectiva a futuro si un niño no come adecuadamente de manera regular es más probable que no asista a la escuela o, si asiste, no pueda concentrarse de manera óptima.
A las afectaciones en productividad y desarrollo educativo hay que sumar el costo en salud pública que la inseguridad alimentaria sostenida acarrea, al incrementar el riesgo desarrollar enfermedades crónicas.
Soluciones científicas y tecnológicas
Lograr la seguridad alimentaria requiere de la transformación y mejora de todo el sistema, desde la obtención de las materias primas y su transformación en productos alimenticios, hasta su transporte y distribución. Requiere que a través de toda la cadena de producción agroalimentaria se ponga la salud y la nutrición del consumidor primero.
El proyecto insignia del Núcleo de investigación en Salud de la Escuela de Ingeniería y Ciencias tiene esta premisa y actualmente nos encontramos trabajando por combatir la inseguridad alimentaria, buscando hacer un cambio real por mejorar el bienestar humano.
Los frutos de este esfuerzo colaborativo ya comienzan a verse. Entre ellos se destaca el trabajo de Víctor Manuel Rodríguez García y su equipo en Campus Querétaro con el proyecto “Generación de una línea genética de Tilapia del Nilo propicia para el desarrollo de la acuicultura en zonas semidesérticas del país”, desarrollado en colaboración con Leticia Félix de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Autónoma de Querétaro.
En su esfuerzo por aumentar la sustentabilidad y rentabilidad de la acuicultura en zonas desafiantes del país ha logrado la producción de tilapias supermachos, trabajando en su sexado mediante marcadores moleculares y en la selección de marcadores genéticos que permiten la adaptación a las condiciones del agua en zonas semidesérticas.
A su vez, mediante el aprovechamiento de la impresión 3D para desarrollo de alimentos personalizados para requerimientos nutrimentales específicos, Viridiana Tejada-Ortigoza de Campus Monterrey, junto con estudiantes de posgrado y otros investigadores, trabajan con ingredientes de alto valor nutrimental como harina de grillo, cáscaras de frutas y hojas de amaranto.
Además, buscando lograr la seguridad alimentaria desde la adopción de sistemas de producción de alimentos y patrones dietéticos sostenibles, Johanan Espinosa, desde el CIDPRO (Centro de Investigación y Desarrollo de Proteínas), en Campus Monterrey, trabaja en el desarrollo de alimentos a base de granos con calidad proteica mediante la combinación de cereales y leguminosas para reducir y/o eliminar deficiencias de aminoácidos esenciales asociados a proteínas vegetales y la aplicación de tecnologías emergentes de procesamiento para incrementar la digestibilidad de la proteína.
De esta labor se han generado colaboraciones con la industria mexicana para generar productos con mayor calidad proteica para fomentar la mejora en la calidad de la dieta mexicana y la reducción de su impacto ambiental y costo.
De manera similar, Aurea Karina Ramírez Jiménez y su grupo de investigación en Campus Querétaro, trabajan en la revalorización de subproductos de la industria mezcalera, principalmente bagazo de agave, transformándolos en fuentes de proteínas alternativas mediante procesos de fermentación.
Este esfuerzo se realiza en conjunto con la Universidad Autónoma de Querétaro y la Escuela de Negocios, para sumar un enfoque de economía circular. Dicho proyecto permitirá avanzar el desarrollo tecnológico de proteínas alternativas y diversificar las opciones alimentarias de manera sostenible y asequible.
Referencias
1. Global Alliance for Food Security. (2023). Global Food and Nutrition Security Dashboard.
2. Instituto Nacional de Salud Pública. (2022). No dejar a NADIE atrás.
3. United Nations. (2022). Global Issues Food.
4. Food and Agriculture Organization of the United Nations. (2024). El hambre ante la crisis.
Priscila Carolina Ibarra Carlos. Graduada en el 2022 como Ingeniera en Industrias Alimentarias del Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey. Sus principales intereses de investigación son en ciencia y tecnología de alimentos. Actualmente colabora con la Cristina Chuck Hernández, en temas de investigación en la Unidad de Alimentos Saludables del Institute for Obesity Research en el Tecnológico de Monterrey y en el Proyecto Insignia: Food Security, en la Escuela de Ingeniería y Ciencias.
Este artículo fue revisado por Cristina Chuck Hernández, investigadora y profesora desde su ingreso al Tecnológico de Monterrey en 2013. Actualmente se desempeña como Líder del Núcleo de Investigación HEALTH.