En la Ciudad de México, el tráfico está cada vez peor y no parece que vaya a disminuir pronto, pues cada año hay más vehículos con motor. Las bicicletas eléctricas podrían ser una solución sostenible, sobre todo si se producen de forma local.
En 2022, en la metrópoli había más de 6 millones de automóviles, con un coche, moto, camioneta o camión por cada 1.4 ciudadanos, ocasionando diversos problemas, como un aumento en la contaminación.
A raíz de esto, se ha incentivado a los ciudadanos a usar vehículos no motorizados, como las bicicletas. Sin embargo, aunque son una alternativa verde, cuando se trata de recorrer distancias largas o terrenos empinados, pueden no ser la mejor opción. Aquí entran las bicicletas eléctricas.
“Nuestro negocio es convertir estos vehículos en eléctricos a bajo costo y con una tecnología que provee datos que permita optimizar su uso”, dice José Huertas, profesor investigador del Departamento de Ingeniería Mecánica, de la Escuela de Ingeniería y Ciencias, Campus Monterrey, del Tec de Monterrey.
Huertas y Jorge Huerta, Decano del Centro de Investigación en Ciencia Aplicada y Tecnología Avanzada (CICATA) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), lideran un proyecto –llamado WheelTech– enfocado en crear una rueda con motor eléctrico que puede instalarse de manera sencilla en una bicicleta tradicional para transformarla en una eléctrica.
La rueda integra un motor eléctrico, baterías, un controlador eléctrico, sensores y GPS en una sola unidad. Aunque suene sencillo, la rueda tiene un complejo know how basado en años de investigación científica. Hasta el momento, su nivel de madurez tecnológica está en TRL 5.
“Estamos trabajando en un banco de pruebas que nos permita estar viendo cómo se comportan el controlador y la rueda, para hacerle mejoras y adaptaciones, para que pueda llegar al nivel TRL 7”, dice Huerta.
Sus objetivos: reducir el tráfico y la contaminación
En 2024, la Ciudad de México ocupó el primer lugar a nivel mundial en porcentaje de congestión vial, con 152 horas perdidas al año en horas pico. Esto no solo ocasiona estrés en los ciudadanos, sino que también significa un aumento en la contaminación.
Más del 70% de la contaminación del aire proviene de los vehículos en circulación que, al basarse en combustibles fósiles, emiten gases de efecto invernadero, como el CO2. “Esa contaminación es la que me tiene ahorita con gripe”, comenta Huertas.
En general, los motores eléctricos tienden a contaminar menos y emitir menos gases de efecto invernadero, incluyendo el CO2. Así, su rueda eléctrica agiliza la movilidad de los ciudadanos, sin aumentar las emisiones de este compuesto.
La rueda eléctrica que ha desarrollado el equipo, liderado por ambos investigadores, no solo es una forma sencilla y eficiente de transformar una bicicleta tradicional en una eléctrica, además, sus componentes permiten que la persona que la instale pueda tomar decisiones de traslado con base en datos de su rendimiento, que son generados en tiempo real.
“Toda esta parte involucra un concepto llamado telemetría, en la cual debes agregar sensores suficientes en las distintas partes”, explica Huerta. Así, la rueda puede censar las corrientes de la batería, la velocidad, aceleración, inclinación y posición durante el trayecto.
Más adelante, buscan expandir su tecnología para convertir vehículos pequeños para distribución, tipo motocar, en automóviles de tres ruedas con un motor eléctrico pequeño.
“Al inicio yo despreciaba estos vehículos, pero después me di cuenta de que, en términos energéticos, son muy apropiados por su bajo peso y capacidad de carga”, dice Huertas.
Para los investigadores, su producto no solo es una alternativa para contribuir a reducir el tráfico y la contaminación, sino también una manera de democratizar las tecnologías verdes en el país.
Democratizando las tecnologías verdes
De acuerdo con los investigadores, las tecnologías verdes, como los motores eléctricos, suelen ser costosas pues casi siempre son importadas desde otros países como China o Estados Unidos y por eso buscaron desarrollar la rueda de forma local.
“Ha pasado mucho en México que sentimos que ya vamos tarde con el desarrollo de ciertas tecnologías, entonces decimos ‘ya ni para qué’”, cuenta Huerta. “Creo que eso es algo que no debemos permitir”.
Por lo mismo, el desarrollo de este proyecto se dio de manera exclusiva en México, lo cual significa que a futuro tendrá un bajo costo y cualquier persona podrá tener acceso a ella.
La rueda no solo fue pensada como un producto competitivo a nivel tecnológico, sino que está adaptada a las necesidades específicas de entornos como el de la Ciudad de México.
“Un producto chino no tiene la atención que necesitamos aquí, las vialidades y la forma en que la gente asimila la tecnología es diferente”, dice Huerta. Hacerla en el país también facilita el mantenimiento y las reparaciones que puedan ser necesarias.
Estas ganas de contribuir desde lo local también es palpable en la naturaleza del proyecto, que nació de una iniciativa de combinar la investigación que se hace en universidades privadas, como el Tec, y la que se hace en universidades públicas, como el IPN.
A futuro, los investigadores buscan que el proyecto siga subiendo en el nivel de madurez tecnológica, hasta que pueda ser escalable a nivel nacional. Además, tienen el objetivo de colocar paneles solares para alimentar las baterías de la rueda, con el propósito de hacerla más autónoma y mantenerla de un peso ligero, sin sacrificar la sostenibilidad.
“Resulta que nos estamos muriendo en parte por la contaminación y exposición a los contaminantes de los vehículos”, dice Huertas. “Como humanidad, nos estamos abocando a buscar soluciones y esto es parte”.
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