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Desarrollo resiliente al clima: la urgencia de actuar ahora

El cambio climático no es solo un problema ambiental, es una crisis humanitaria. En esta reflexión, experto describe 5 estrategias clave de acción.
Ilustración del autor
"El desafío no es solo reducir las emisiones de carbono, sino integrar la acción climática con la justicia social, el desarrollo sostenible y la transformación económica. Esta es la esencia del desarrollo resiliente al clima, un concepto que insta a un cambio radical". (Foto: Cortesía. Ilustración: TecScience)

Por Luis Fernández Carril

El mundo se está quedando sin tiempo para asegurar un futuro sostenible, nos advierte el Sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés). El cambio climático ya no es una amenaza lejana; es una crisis presente que está exacerbando las desigualdades sociales, la inestabilidad económica y la degradación ambiental.

A pesar de años de advertencias y una creciente evidencia científica, la respuesta de los gobiernos, las empresas y las sociedades sigue siendo fragmentada e insuficiente. El desafío no es solo reducir las emisiones de carbono, sino integrar la acción climática con la justicia social, el desarrollo sostenible y la transformación económica. Esta es la esencia del desarrollo resiliente al clima (DRC), un concepto que insta a un cambio radical en la forma en que abordamos los desafíos climáticos y damos forma a nuestro futuro.

¿Por qué estamos fracasando?

La trayectoria actual del desarrollo global está profundamente errada. Los sistemas políticos y económicos priorizan las ganancias a corto plazo sobre la sostenibilidad a largo plazo. El dominio del crecimiento del PIB como medida principal del progreso ha conducido a la destrucción ambiental, el aumento de la desigualdad y el fracaso en abordar adecuadamente el cambio climático. Los gobiernos están atrapados en un ciclo de gestión de crisis, respondiendo a las recesiones económicas, los conflictos y las emergencias sanitarias como la COVID-19, mientras dejan de lado políticas climáticas urgentes.

Incluso cuando se toma acción climática, a menudo se trata de manera compartimentada: la mitigación (reducción de emisiones) y la adaptación (afrontar los impactos climáticos) se tratan como problemas separados en lugar de desafíos interconectados.

Este enfoque fragmentado debilita la resiliencia general, dejando a las poblaciones vulnerables en mayor riesgo. Además, los recursos financieros y tecnológicos están concentrados en las naciones más ricas, lo que profundiza las desigualdades globales y limita la capacidad de los países en desarrollo para responder de manera efectiva.

El costo de la inacción

Las consecuencias económicas y sociales de la inacción son abrumadoras. Si el calentamiento global continúa sin control, los daños relacionados con el clima podrían reducir el ingreso global en 38 billones de dólares para 2049. Cuanto más tardemos en actuar, mayor será el costo de la adaptación y la mitigación. Los eventos climáticos más extremos, el aumento del nivel del mar, la pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas afectarán de manera desproporcionada a las comunidades más pobres, que han contribuido menos al cambio climático.

En un cierto umbral—más allá de los 1.5°C de calentamiento—algunas soluciones climáticas podrían dejar de ser efectivas. La escasez de agua, los cultivos fallidos y la pérdida de tierras habitables empujarán a millones a la desplazamiento y exacerbarán los conflictos por los recursos. El cambio climático no es solo un problema ambiental; es una crisis humanitaria, una amenaza a la seguridad y una catástrofe económica esperando suceder.

¿Qué se puede hacer?

Para avanzar hacia un desarrollo resiliente al clima, necesitamos un cambio sistémico. Esto requiere una transformación fundamental de la gobernanza, las prioridades económicas y los valores sociales. El DRC no trata sobre políticas aisladas o soluciones tecnológicas; se trata de integrar la acción climática en todos los aspectos del desarrollo.

Algunas estrategias clave incluyen:

  • Planificación urbana integral: Las ciudades deben ir más allá de los modelos tradicionales de desarrollo e invertir en soluciones que integren la mitigación y la adaptación. Por ejemplo, la infraestructura verde—como los bosques urbanos, los humedales y las superficies permeables—puede reducir los riesgos de inundaciones, bajar las temperaturas urbanas y mejorar la calidad del aire.
  • Distribución equitativa de los recursos: La transición al desarrollo sostenible no debe profundizar las desigualdades existentes. Las naciones y las corporaciones más ricas tienen la responsabilidad moral de apoyar la acción climática en las regiones vulnerables a través de la transferencia de tecnología, la ayuda financiera y las políticas de comercio justo.
  • Toma de decisiones inclusiva: El conocimiento indígena, la experiencia local y las soluciones impulsadas por la comunidad son fundamentales para una acción climática efectiva. Las políticas deben ser moldeadas por voces diversas en lugar de ser dictadas por instituciones de arriba hacia abajo que priorizan los intereses económicos sobre la justicia ambiental.
  • Redefinir el éxito económico: Superar el PIB como el indicador principal del progreso es esencial. Modelos alternativos, como el marco de la Economía de la Rosquilla, priorizan el bienestar social y el equilibrio ecológico junto con la prosperidad económica.
  • Fortalecimiento de la cooperación global: El cambio climático no respeta fronteras. Requiere esfuerzos coordinados a todos los niveles: local, nacional e internacional. Fortalecer los acuerdos climáticos, hacer cumplir medidas de responsabilidad y fomentar la colaboración entre sectores son pasos críticos hacia un cambio significativo.

Ciudad del Cabo: un estudio de caso sobre la resiliencia climática

La ciudad de Ciudad del Cabo proporciona un ejemplo convincente de desarrollo resiliente al clima en acción. Históricamente marcada por las desigualdades de la era del apartheid, Ciudad del Cabo ha enfrentado graves desafíos, incluidos los problemas de escasez de agua, crisis energéticas y el crecimiento de asentamientos informales. Sin embargo, su Plan de Desarrollo Integrado (PDI) 2022–2027 representa un cambio significativo hacia la planificación urbana sostenible.

El PDI prioriza la acción climática integrando estrategias de adaptación y mitigación en la planificación urbana. Las iniciativas clave incluyen programas de reducción de riesgos de desastres, mejoras en los asentamientos informales e inversiones en energía renovable. Al incorporar la equidad y la justicia en las políticas climáticas, Ciudad del Cabo demuestra que la resiliencia climática no solo trata sobre la sostenibilidad ambiental, sino también sobre abordar injusticias históricas y garantizar el acceso a los servicios básicos para todos los ciudadanos.

Una nueva política para la acción climática

Lograr un desarrollo resiliente al clima requiere una reconsideración radical de la política. El sistema global actual, dominado por ciclos políticos de corto plazo e intereses corporativos, está mal preparado para enfrentar los desafíos climáticos a largo plazo. Un nuevo enfoque político debe situar la justicia social en el centro de la acción climática, asegurando que aquellos más afectados por el cambio climático tengan voz en la definición de soluciones.

El cambio climático amplifica las injusticias históricas. Muchas de las comunidades más vulnerables a los impactos climáticos son aquellas que han sido sistemáticamente marginadas—ya sea por explotación colonial, discriminación racial o exclusión económica. Abordar el cambio climático de manera efectiva significa desmantelar estas injusticias y crear un modelo de gobernanza más inclusivo y participativo.

El momento para actuar es ahora

La ventana de acción se está cerrando rápidamente. Cada retraso en la reducción de las emisiones y en la implementación de políticas sostenibles nos encierra aún más en un futuro de desastres climáticos en aumento y disturbios sociales. Sin embargo, la crisis también presenta una oportunidad: al abrazar el desarrollo resiliente al clima, podemos crear sociedades que no solo sean más sostenibles, sino también más justas, equitativas y preparadas para los desafíos futuros.

Esta transformación requiere liderazgo audaz, cambio sistémico y la voluntad colectiva de las comunidades de todo el mundo. La pregunta no es si podemos permitirnos actuar, sino si podemos permitirnos no actuar. La elección es nuestra, y el momento de actuar es ahora.

Nota: Este texto es una reflexión derivada de un artículo publicado en Nature Climate Change en noviembre de 2024, en el que participaron presidentes, vicepresidentes y autores líderes del Grupo de Trabajo II del IPCC.

Para conocer más:

  • Siri H. Eriksen, Nicholas P. Simpson, Bruce Glavovic, Debora Ley, Edward R. Carr, Luis Fernández-Carril, Bronwyn Hayward, Mike D. Morecroft, Minal Pathak, Joy Jacqueline Pereira, Hans-Otto Pörtner, Debra C. Roberts, Alex C. Ruane, Roberto Sánchez-Rodríguez, E. Lisa F. Schipper, William Solecki, Lindsay C. Stringer, Edmond Totin, Arlene Birt & Frode Degvold. (2024). «Pathways for urgent action towards climate resilient development.” En Nature Climate Change. 14, 1212–1215. https://doi.org/10.1038/s41558-024-02190-0

Luis Fernández Carril es Gerente Académico de Sostenibilidad en Ruta Azul, el Plan de Sostenibilidad y Cambio Climático del Tecnológico de Monterrey. Sus principales líneas de trabajo como investigador son: vías de desarrollo resiliente al clima y la justicia climática.

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