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Cómo la ciencia trabaja para fortalecer la etapa más decisiva de la vida

En la primera infancia se forma la arquitectura cerebral que define las capacidades cognitivas, emocionales y sociales de toda la vida, explica Angélica Pongutá, directora de Investigación del Centro de Primera Infancia del Tec y Fundación FEMSA.
Angélica Pongutá, directora de Investigación del Centro de Primera Infancia.
Angélica Pongutá ve en el Centro de Primera Infancia un punto de encuentro entre ciencia, investigación básica y beneficio social. Ha trabajado en el Centro de Estudios para la Infancia de la Universidad de Yale y en el Consorcio para la Paz en la Primera Infancia. (Foto: Everth Bañuelos / TecScience)

Tal vez no lo tengas muy claro en tu memoria, pero durante los primeros seis años de tu vida desarrollaste muchas de las habilidades y características que hoy definen la persona que eres y el valor que puedes aportar a la sociedad. En esa etapa, conocida como primera infancia, construiste las bases de tu curiosidad, de tus capacidades para pensar y aprender y de la manera en que te relacionas con el mundo que te rodea.

Angélica Pongutá, directora de Investigación del Centro de Primera Infancia (CPI) del Tec de Monterrey y Fundación FEMSA, explica que durante esa etapa se establece la arquitectura cerebral que influye en capacidades cognitivas, emocionales y sociales de las personas para el resto de sus vidas.

Ella sabe de lo que habla. Fue profesora en el Centro de Estudios para la Infancia de la Universidad de Yale donde durante más de 10 años implementó proyectos de investigación en más de 20 países del mundo.

También ha evaluado los sistemas de atención a la primera infancia. Además, forma parte del Consorcio para la Paz en la Primera Infancia, una red mundial de expertos y organizaciones que promueve acciones para prevenir la violencia y favorecer un desarrollo sano en niñas y niños.

“En esos primeros años de vida, está la ventana de oportunidad para el desarrollo humano más importante, pero también es el mayor momento de riesgo”, dice la experta.

Pongutá explica que para que haya un desarrollo infantil adecuado, se debe entender a la primera infancia como un concepto multidimensional que está relacionado con tres grandes áreas: la salud, la educación y la protección social.

Más necesidad, menos recursos

Además, los desafíos en estos tres campos se deben atender de manera coordinada y coherente, porque si uno de ellos falla, existe el riesgo de limitar el potencial y las oportunidades de desarrollo para niñas y niños.

La inversión y la investigación en primera infancia son clave, porque permiten identificar factores de riesgo y de protección, así como diseñar programas para potenciar el desarrollo y para generar evidencia que ayude a crear políticas públicas enfocadas en aprovechar al máximo esta etapa de la vida.

Es un punto de encuentro entre ciencia, investigación básica y beneficio social, dice Pongutá. A pesar de su importancia, la primera infancia es uno de los campos de inversión social que recibe menos recursos —en México, alrededor del 0.55% del Producto Interno Bruto—, no solo en países de Latinoamérica, sino en todo el mundo.

Hay brechas que amenazan el desarrollo pleno de los niños en esta región, incluso pueden variar en un mismo país. Por ejemplo, en el tema de salud hay desigualdades, tanto en la calidad como en el acceso a servicios de atención médica y de nutrición.

La educación inicial, como el mayor desafío, presenta diferencias en cuanto a la cobertura y la calidad en distintas regiones y contextos sociales y económicos. Además, existen retos relacionados con la prevención del abuso y maltrato infantil, la falta de programas para promover prácticas de crianza positiva y la necesidad de apoyo y acompañamiento a familias y cuidadores.

Todos necesitan participar

Pongutá dice que para cerrar estas brechas son necesarios esfuerzos conjuntos —entre academia, sectores público y privado y redes internacionales— con un enfoque integral de ciencia y acción: que inicien con la investigación de factores de riesgo y protección en los tres campos; sigan con la evaluación de intervenciones y programas; y, finalmente, presenten hallazgos a tomadores de decisiones y creadores de políticas públicas para que la evidencia se traduzca en soluciones.

Para enfrentar estos grandes desafíos, el Centro de Primera Infancia cuenta con una estrategia de investigación que tiene base en el trabajo interdisciplinario y multinivel, es decir, busca reunir a especialistas en distintas áreas que van desde la biología y el comportamiento, hasta el diseño de ciudades, la política pública o el impacto del cambio climático.

“La idea es conectar la investigación científica con el diseño de políticas públicas, atravesando diferentes disciplinas. Es una agenda ambiciosa, porque la mayoría de los centros de primera infancia en el mundo son temáticos y se especializan en un solo campo, mientras que aquí tenemos el potencial de lograr una cobertura mucho mayor”, explica Pongutá.

El Centro ha definido tres grandes prioridades para su investigación en México y Latinoamérica:

  • Identificar factores de riesgo y de protección que influyen en la primera infancia, desde el entorno familiar hasta el ecológico y sociocultural.
  • Aprovechar grandes bases de datos con inteligencia artificial y machine learning para integrar información ya disponible con la que genere el propio centro.
  • Desarrollar modelos predictivos que anticipen necesidades y tendencias, con el fin de impulsar políticas públicas de largo plazo basadas en evidencia.

Entre los proyectos en marcha está la ampliación del estudio sobre experiencias adversas en la infancia, ahora en colaboración con el Children’s Hospital Los Angeles para incluir el análisis de biomarcadores en población mexicana. También se diseña una medición de la calidad de la educación inicial —similar a la realizada en Colombia por la Universidad de los Andes— que permita proponer mejoras concretas en aulas y políticas.

La estrategia del CPI incluye alianzas internacionales. Con el Stanford Center on Early Childhood, por ejemplo, adapta RAPID Survey, encuesta usada en Estados Unidos para evaluar las necesidades en contextos de alta vulnerabilidad y aplicarla en comunidades mexicanas. La meta: identificar prioridades con precisión y diseñar programas y políticas con mayor impacto local.

En noviembre, el centro participará en un panel de Naciones Unidas durante la Asamblea General en Nueva York, organizado por el Consorcio de Construcción de la Paz en la Primera Infancia. “Queremos que esta edición de nuestro foro sea uno de los procesos técnicos que le sigan a esas conversaciones, y conectar lo que se discuta a nivel internacional con acciones concretas aquí, desde el Tec”, afirma Pongutá.

A cinco años, la directora visualiza un estudio longitudinal, interdisciplinario y multinivel que siga a un grupo de niños a lo largo del tiempo, combinando big data con información generada en el centro. “Queremos que la primera infancia sea reconocida como el mejor contribuyente a la transformación social y a la construcción de paz; ahí está el fundamento de las sociedades”.

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Autor

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