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¿Cómo transformar la ciencia en emprendimiento?

Profesores, investigadores y directivos señalan la importancia de que la ciencia no solo se quede en el papel.
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La brecha entre el conocimiento y la investigación se da cuando ambos trabajan por separado, sin tomar en cuenta al otro, logrando avances dentro de sus áreas, pero minimizando sus posibilidades de impacto social. (Ilustración: Getty Images)

Tras la pandemia por Covid-19, en 2020, las escuelas del mundo cerraron. En California, Vincent Matthews, director del Distrito Escolar Unificado de San Francisco buscaba desesperadamente que más de 55,000 alumnos volvieran a recibir educación. 

La dirigencia de los distritos escolares no encontraba la solución, así que Matthews se acercó a la Escuela de Posgrado de Educación de la Universidad Stanford y juntos crearon un plan de acción para la reapertura de las escuelas, guiados por la ciencia y la investigación. 

Este caso fue documentado por la revista Stanford Social Innovation Review y explica que, lo que sucedió en California, no solo es una oportunidad para el tema educativo, sino para otras áreas.

¿Se puede cerrar esta brecha entre la investigación y la práctica? ¿Es posible pasar de la investigación al emprendimiento? 

De la ciencia al emprendimiento

Profesores e investigadores creen que es posible y −además− muy necesario, ya que México destina apenas el 0.4% de su Producto Interno Bruto (PIB) a investigación, según un reporte de la UNESCO sobre la ciencia publicado en 2021.

A pesar de estar por debajo de otros países latinoamericanos en el gasto destinado a investigación, México destaca como uno de los líderes en publicaciones científicas en Latinoamérica, con 23,508 publicaciones entre 2011 y 2019.

Enfoque pull y push

La brecha entre el conocimiento y la investigación se da cuando ambos trabajan por separado, sin tomar en cuenta al otro, logrando avances dentro de sus áreas, pero minimizando sus posibilidades de impacto social.

Por ejemplo, existen investigadores que dedican su vida a generar contenido científico, pero no se preguntan si llegarán a la sociedad mediante un producto físico o una empresa.

También existen personas con grandes ideas que pueden mejorar el mundo, pero no tienen los medios para validar su proyecto ni basarlo en conocimiento probado científicamente. 

Hacer investigación pensando primero en resolver un problema real, preguntándoles a quienes viven ese conflicto, es comúnmente conocido como enfoque pull o de atracción, que busca que la investigación científica tenga un impacto tangible.

También existe el enfoque push, en el que la investigación no tiene un usuario y en el que puede publicarse y tener un impacto en el mundo científico y académico, pero no siempre la posibilidad de llegar a ser un producto, un avance o una empresa con impacto social.

La transferencia: del papel a la empresa

Por ejemplo, Misael Gradilla, profesor investigador de la Escuela de Ingeniería y Ciencias está trabajando en un proyecto en la industria del tequila, generando investigaciones desde el Laboratorio de Sostenibilidad y Cambio Climático del Tec Campus Guadalajara.

Desde el centro, realiza investigación sobre la producción tequilera y las emisiones que genera la destilación de la bebida. 

Juntos, investigadores del centro y productores del sector en Jalisco, trabajan en desarrollar tecnología más eficiente y menos contaminante a partir de esa investigación. 

“Tenemos que trabajar en entender el sector y tomamos este problema para traerlo al laboratorio y no al revés. No se trata de desarrollar algo en el laboratorio y ver a quién le sirve”, explicó Gradilla durante el Congreso Internacional de Innovación Educativa (CIIE 2023) del Tec de Monterrey. 

El proyecto fue producto de una alianza donde las empresas tequileras solicitaron apoyo del Tec, pero también apoyaron financieramente.

Yoshiko Sakai, coordinadora de Experiencias Emprendedoras Educativas del Instituto de Emprendimiento Eugenio Garza Lagüera señala que la investigación es también una manera de validar las ideas de los emprendedores. 

Un emprendedor puede iniciar una startup y apoyarse de investigaciones y de científicos que puedan asesorarle para validar su idea, desde temas de sustentabilidad hasta áreas como salud, negocios e ingeniería.

“Creo que hay una conexión y se pueden unir diferentes programas (de emprendimiento) con equipos de investigación o tener investigadores como mentores y asesores de estos emprendimientos”, añade.

Proceso de transferencia tecnológica

El proceso por el cual la ciencia se transforma en una empresa o un producto es conocido como transferencia de tecnología, que va desde la validación de una idea hasta la creación de un prototipo, un producto terminado, el licenciamiento de la tecnología e incluso su entrada al mercado. 

Jorge Avendaño, director de Comercialización y Transferencia de Tecnología en la Dirección de Transferencia de Tecnología del Tec de Monterrey explica el proceso:

Primero, se obtienen los resultados de la investigación y se revisa si tiene el potencial de convertirse en un producto físico. De ser así, se realiza un prototipo y, si se prueba su eficacia, se lleva a pruebas dentro de las instalaciones de un cliente específico como, por ejemplo, las destilerías de tequila con las que colabora Gradilla o se crea una empresa de base tecnológica donde se prueba.

Si el producto funciona bien, la organización en donde se aplica o la empresa recién creada se encargan de instalar una fábrica, conseguir una fuerza de ventas, hacer contratos con clientes y llevar el producto o la solución al mercado. 

Tan solo en esta Oficina de Transferencia, se estima que, para 2026, se hayan lanzado entre 40 y 50 empresas de base tecnológica, construidas desde la investigación y llegando hasta el emprendimiento, según señala el Arturo Santos, líder del centro.

“Buscamos incrementar las propuestas que tengan potencial para emprender. Queremos que los investigadores quieran emprender y que no sea una casualidad y que digan ‘hoy nos dieron ganas de emprender’, que tengan definido este proceso y acompañarlos”, señala.

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Autor

Asael Villanueva