Durante los primeros tres años de vida, el cerebro de los niños triplica su tamaño y alcanza el doble de conexiones que tenía un año antes y así permanece hasta cumplir su primera década.
Los primeros cinco años son cruciales para una persona. Durante este tiempo, desarrolla 80% de su capacidad cognitiva, siendo este periodo una oportunidad para ayudar al desarrollo de los países de Latinoamérica, señaló Raquel Bernal, quien ha dedicado su investigación a la economía social y los determinantes del capital humano, sobre todo durante la primera infancia. Además, es rectora de la Universidad de los Andes en Colombia.
Bernal participó en el Primer Foro Internacional de Primera Infancia realizado en el Tec de Monterrey, durante el lanzamiento del Centro de Primera Infancia.
“Todo lo que ocurre durante este tiempo, los estímulos que recibe y las experiencias moldean la arquitectura cerebral del niño, por eso hay que aprovechar muchísimo e invertir lo más que se pueda en lograr que consolide su capacidad de aprendizaje”, dijo.
El desarrollo del cerebro en la primera infancia
Según cifras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), durante los primeros 1000 días de vida, se produce un Big Bang neuronal, en el que se forman alrededor de 1000 conexiones neuronales por segundo.
Bernal señaló que la inversión en la primera infancia es una oportunidad única que debe aprovecharse al máximo para generar un desarrollo social de una región, en áreas como educación, lenguaje y nutrición, entre otras.
Sin embargo, dijo que se deben combatir las brechas que existen dentro de estas áreas, entre hogares socioeconómicamente vulnerables y hogares más privilegiados.
“Estas brechas en la primera infancia son de gran preocupación, porque son el origen de la desigualdad que existe en Latinoamérica”, dijo.
Además, indicó, que la inversión que realizan las mismas familias se vuelve insuficiente, ya que, en ocasiones, carecen de recursos económicos, de conocimiento e incluso de tiempo necesario.
Un ejemplo de ello es la lactancia materna, la cual va a la baja por falta de tiempo, así como la disminución de dietas balanceadas en la que los niños puedan consumir todos los alimentos necesarios durante el día. Bernal explicó que, en el mejor de los casos, solamente 40% de los niños tiene una dieta balanceada.
Agregó que un infante, que tiene una madre con escolaridad superior, tiene un 90% de probabilidad de experimentar al menos cuatro actividades lúdicas, de recreación y de aprendizaje. Mientras que en los hogares vulnerables, esta probabilidad varía solamente entre el 10% y 20%.
“Para citar un ejemplo, un niño de cinco años de edad en un hogar privilegiado, habla como un niño de esa edad, pero, en un hogar con escasos recursos, habla como si tuviera tres años, es decir que existe un rezago de uno a dos años”, explicó la directiva.
Una oportunidad única para invertir en primera infancia
Bernal hizo hincapié en que esta brecha hace más grande la desigualdad y trae consigo otros problemas para la región latinoamericana, por lo que, invertir en primera infancia, es crucial para atacar estos problemas.
La rectora mencionó la importancia del gobierno dentro del apoyo a familias que tienen restricciones de presupuesto, tiempo y conocimiento.
Programas para incentivar la nutrición en las familias, la educación inicial de los niños y la salud en la infancia son algunos ejemplos de estas acciones que podrían gestionarse desde el Estado.
Otro de los puntos claves para mejorar los indicadores de calidad de vida en la infancia latinoamericana, es la educación inicial y la importancia de tener profesores especializados en el área.
Ante esto, se vuelve relevante la capacitación especializada para maestros, pero, también, los programas educativos, con un currículum definido, especialmente para el desarrollo de la primera infancia.
Bernal aseguró que la libertad curricular parece ser perjudicial en la primera infancia, ya que deben tenerse objetivos de aprendizaje claros y metodologías pedagógicas específicas, contrario a «improvisar sobre la marcha».
También la infraestructura es esencial, con más espacios para aprendizaje y recreación para los niños que acompañen estos programas especializados.
“Creo que, para avanzar, es clave la voluntad política, que es lo que iniciativas como la del Centro de la Primera Infancia y el Tec están haciendo, mover la brújula para que los gobiernos entiendan que es una inversión justa, eficiente e importante para nuestros países”, finalizó.