Por: Marion Brunck, Investigadora de medicina experimental y terapias avanzadas del Institute for Obesity Research, experta en inmunobiología de la leche materna
Recuerdo con cariño aquellos días de mi niñez, cuando llegaba a casa exhausta y hambrienta después de la escuela. Mi madre siempre me preparaba una merienda deliciosa y nutritiva, llenándome no solo el estómago sino también el alma.
Ese acto de amor y cuidado es un reflejo del instinto maternal que comienza desde el nacimiento, manifestándose de manera más pura a través de la leche materna. En el marco de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, quiero compartir algunas realidades biológicas fascinantes sobre este alimento que, a pesar de ser tan antiguo como la humanidad, recientemente hemos ido conociendo más de sus secretos, gracias a los avances metodológicos de la ciencia.
La leche materna es la fuente de alimento e hidratación ideal para los recién nacidos; contiene la combinación perfecta de macronutrientes, micronutrientes, vitaminas y lípidos que apoyan de manera óptima su desarrollo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la recomienda de manera exclusiva durante los primeros seis meses de vida y como complemento hasta los dos años.
A diferencia de la fórmula infantil, es personalizada: una madre de un bebé prematuro produce una leche con mayor contenido energético para satisfacer sus necesidades específicas. También, si el infante está enfermo, la leche materna contiene más células inmunes y anticuerpos y, en general, reduce el riesgo de enfermedades comunes como otitis, infecciones respiratorias y diarrea. Pero los beneficios de la lactancia materna no se limitan a la primera infancia.
También se ha asociado con una disminución del riesgo a largo plazo de diabetes tipo 1 y obesidad en las infancias, y de algunos tipos de cáncer en la madre. Además, ya se sabe que amamantar refuerza la conexión emocional entre madre e hijo, fomentando un sentido de seguridad y cercanía que podría contribuir a un mejor desarrollo cerebral.
En el contexto de la crisis climática mundial, la lactancia materna es una opción ecológica. No genera residuos ni requiere costos de transporte y producción. Las poblaciones más vulnerables se benefician especialmente, ya que no necesita preparación con agua (potencialmente contaminada) y es gratuita. Sin embargo, aunque gratuita, no es fácil.
Amamantar es físicamente exigente y significa que solo la madre puede cuidar al bebé en este aspecto, requiriendo tiempo y apoyo institucional si es que labora. Por ello, es crucial contar con una licencia de maternidad adecuada y espacios privados para extraer leche una vez regresando a la oficina, si es necesario. Además, el soporte de la pareja es vital, ya que la falta de sueño puede ser mentalmente agotadora.
Es fundamental que el gobierno y las instituciones proporcionen más recursos humanos y materiales para apoyar a las madres en la lactancia ya que, a mediano y largo plazo, esto promueve una nación más saludable y reduce los gastos en salud en todas las etapas de la vida.
Pienso que la sociedad aún no está plenamente consciente del círculo virtuoso de salud que representa la lactancia, por ello es importante dar visibilidad a sus beneficios y reconocerlos tal como recordamos los cariños de nuestras madres.