EN

|

ES

Cómo crear un vínculo saludable entre madres e hijos

La conexión que se da entre una madre y sus hijos es única e indispensable para el desarrollo de seres humanos plenos.
Fotografía de una madre sujetando a su bebé y sonriendo
"La mamá es una experiencia benevolente muy importante, crítica y crucial para que un ser humano se desarrolle con plenitud", dice Julieta Rodríguez de Ita, pedagoga e investigadora del Tec de Monterrey. (Foto: Getty Images)

En la vida humana, existen pocos vínculos tan profundos y únicos como el que se da entre una madre y sus hijos. Esta conexión empieza desde el embarazo y continúa por el resto de sus vidas.

Más allá de lo bonita que puede ser esta relación, su rol es fundamental en el desarrollo y bienestar de su descendencia, con efectos a corto y largo plazo.

“Conforme se va desarrollando un bebé, el vínculo que crea con mamá tiene una gran influencia en cómo va a ir explorando y relacionándose con la vida”, dice Daniela León, psiquiatra e investigadora de la Especialidad de Psiquiatría en el Tec de Monterrey, en entrevista con TecScience.

En diversos estudios, la ciencia ha demostrado que el cuidado materno tiene efectos en el desarrollo físico, cognitivo, social y emocional de las personas. 

Este no solo tiene la capacidad de fomentar una sensación de seguridad y autoestima positiva, sino que también contribuye a una buena alimentación, un buen rendimiento académico, a la regulación emocional y al desarrollo de distintas habilidades.

“En el embarazo, se establecen las bases para esta conexión”, dice Julieta Rodríguez de Ita, pediatra e investigadora de TecSalud. “Aunque el bebé no ha nacido, existe una comunicación biológica importantísima entre el feto y la madre”

Durante los primeros cinco años de vida −conocidos como la primera infancia− este vínculo es especialmente crítico, pues sienta las bases para un buen desarrollo.

La voz, el olor, el tacto y la presencia de la madre reducen el estrés del bebé al activar su sistema nervioso parasimpático, encargado de controlar nuestras funciones y actos involuntarios, como la digestión. 

Las bases biológicas del vínculo madre-hijos

Para promover este vínculo, es importante el contacto piel a piel, el contacto visual, el hablarle o cantarle al bebé, cargarlo, arrullarlo, amamantarlo o alimentarlo, masajearlo, jugar con él o bañarlo.

“La lactancia materna exclusiva durante al menos los primeros seis meses de vida es muy buena para fortalecer esta conexión”, dice Rodríguez de Ita.

Detrás de este vínculo existen una serie de factores biológicos.

El primero es la oxitocina, conocida como la hormona del amor, que aumenta tanto en el bebé, como en la mamá, cuando esta tiene contacto piel a piel con él, lo amamanta o establece contacto visual.

Además, está la prolactina, la hormona responsable de la producción de leche materna, contribuyendo a la lactancia, que a su vez promueve este vínculo.

Por otro lado, se ha encontrado que la madre experimenta una reducción del volumen de la materia gris en áreas del cerebro, como la corteza prefrontal, involucradas en procesar las señales sociales. Se cree que esto propicia su habilidad de entender y responder a las necesidades de su hijo o hija.

Esto se refuerza con la activación de las neuronas espejo, que se activan cuando una madre interactúa con su descendencia, permitiéndole tener empatía con sus emociones y necesidades.

Apego seguro

De acuerdo con las expertas, la mejor forma de promover esta conexión es a través del apego seguro. Este surge cuando la madre o cuidador principal responde de manera sensible, cuidadosa, cálida y consistente a las necesidades del bebé.

“Si yo me caigo o me pego, sé que mi mamá va a estar ahí”, explica Rodríguez de Ita. Esto le da los hijos una sensación de protección, seguridad y confianza.

Distintos estudios han demostrado que esto tiene efectos en los niños pequeños conforme van creciendo, permitiéndoles explorar el mundo con confianza y seguridad.

Además, los adultos que tuvieron un apego seguro con su mamá tienen mayores probabilidades de ser autosuficientes, mostrar empatía y tener relaciones positivas en el futuro. 

“Una persona que desarrolló apego seguro también va a poder tomar mejores decisiones en torno a su salud física, mental y sexual”, dice León.

Sin embargo, para que el apego seguro y un vínculo saludable pueda darse, es necesario cuidar del bienestar psicológico y emocional de las madres.

“Si tenemos una mamá que vive en un ambiente de estrés o violencia constante, que no se nutre bien o no tiene una red de apoyo, todo esto va a repercutir en el desarrollo del bebé”, dice Fabiola Castorena, profesora investigadora de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Tec de Monterrey.

Cuando el ambiente no es ideal para la maternidad

Aunque el que las madres tengan una conexión saludable con sus hijos es el escenario más deseable, la realidad es que existen las que no viven en las condiciones adecuadas para establecerlo.

“Existen estudios que han demostrado que si la mamá tuvo experiencias adversas en su propia infancia que no ha podido sanar, esto impacta en la salud mental de sus propios hijos”, dice Rodríguez de Ita.

La violencia doméstica, la violencia social, el estrés crónico, la falta de un sistema de apoyo, la contaminación, la falta de acceso a alimentos saludables y la falta de apoyo a madres trabajadoras son algunos de los factores que pueden impactar negativamente la maternidad.

“Desde el embarazo, si la mamá vive violencia o estrés tóxico, se generan cambios bioquímicos, epigenéticos y fisiológicos tanto en ella como el bebé”, cuenta Castorena.

Todo esto, puede llevar a que las madres adquieran patrones de cuidado que no son los ideales para ella y su bebé.

“El apego ansioso, se da cuando la madre o cuidador principal responde en ocasiones a las necesidades del bebé y en otras no”, explica León. 

Cuando no se responde a ninguna de las necesidades y además la figura materna o paterna es una fuente de adversidad, se establece un apego desorganizado. Este es el más problemático y se ha relacionado con diagnósticos de trastornos mentales como el bipolar o la esquizofrenia.

Un análisis reciente realizado por las investigadoras, encontró que el 68% de las madres y padres mexicanos utiliza violencia física o psicológica para disciplinar a sus hijos.

“Es algo muy cultural, decimos que una nalgada o un grito a tiempo es mejor”, dice Rodríguez de Ita.

Pero esto no es así, los castigos violentos tienen un efecto a corto y largo plazo en las personas, como una baja autoestima, sentimientos de soledad, enfermedades mentales, la incapacidad de tomar decisiones o la generación de más violencia.

Pedir ayuda y romper patrones de adversidad

Afortunadamente, hoy en día existe cada vez más información al respecto para poder corregir el estilo de crianza y propiciar un ambiente de tranquilidad en la maternidad.

También existe cada vez una mayor conciencia de que como sociedad tenemos que trabajar en propiciar un ambiente seguro para que las madres puedan ejercer su maternidad.

Desde su experiencia personal, Rodríguez de Ita y Castorena invitan a las madres a pedir ayuda cuando la necesiten.

Muchas veces los estilos de crianza siguen un patrón intergeneracional, donde si los antepasados usaron la violencia para disciplinar, su descendencia probablemente también lo hará.

“Como mamá, me puedo cuestionar y puedo buscar ayuda para que mi crianza sea más exitosa”, dice Rodríguez de Ita. “Lo que tú viviste, como te criaron, no necesariamente tiene que ser el patrón que tu sigas”.

Experiencias benevolentes y consejos prácticos

También, existen las experiencias benevolentes que se contraponen a las adversas y pueden proteger a un ser humano del trauma y el malestar.

Estas puede ser un pariente afectuoso, tener buenos amigos, hacer deporte, encontrar una actividad que nos apasiona, escuchar música, tener espacios para jugar, reír y aprender cosas nuevas.

“La adversidad es parte de la vida, pero como madres y padres hay una gran posibilidad de promover estas experiencias positivas”, expresa León.

Recientemente, un grupo interdisciplinario, integrado por estudiantes de posgrado y profesores del grupo de investigación Biología del Desarrollo Y Bienestar en la Infancia, realizó un manual para madres y padres que da consejos prácticos basados en la evidencia científica para cuidadores primarios.

Con esto, buscan promover una crianza positiva que propicie el desarrollo de seres humanos saludables y plenos.

Estos consejos pueden servirle a cualquier persona, ya sea abuelo o abuela, tío o tía, padre soltero o madre soltera, que sea el cuidador primario de un niño o niña. 

“Las mamás adoptivas también pueden formar este vínculo seguro, único y especial”, dice Rodríguez de Ita.

Para las investigadoras, lo más importante es que esta información sea comunicada de una forma empática, sin buscar avergonzar o estigmatizar a las mamás o cuidadores.

Al final, los seres humanos estamos en constante aprendizaje y nadie hace todo bien.

“No existe la mamá perfecta, cada día vas aprendiendo y mejorando”, expresa Rodríguez de Ita.

¿Te interesó esta historia? ¿Quieres publicarla? Contacta a nuestra editora de contenidos para conocer más [email protected]

Notas relacionadas
Videos
Reproducir vídeo

¿Te gustó este contenido? ¡Compártelo!

Autor

Inés Gutiérrez Jaber