Por Frida Itzel Iniesta Pichardo / Ciencia Amateur
La lágrima es mucho más que solo agua. Es una mezcla de sustancias que juega un rol importante en el cuidado de nuestros ojos.
Estas pequeñas gotas, encargadas de cubrir la superficie de tus ojos, tienen varias funciones esenciales para la salud ocular y para ver bien.
La lágrima ayuda a que tus ojos se deslicen suavemente cuando parpadeas, evitando algún roce y que se lastimen; crea una superficie suave, que es necesaria para tener una visión clara; proporciona nutrientes importantes y ayuda a eliminar desechos que se generan en el ojo.
Además, la lágrima contiene sustancias que funcionan como un escudo protector ante microorganismos y, finalmente, es rica en componentes que ayudan a sanar heridas en la superficie del ojo y a mantener la salud visual.
Llorar más que agua
La lágrima consta de tres capas: una capa externa compuesta de lípidos, una intermedia compuesta principalmente de agua y una interna que ayuda a su estabilidad.
Sin embargo, esta puede verse afectada por defectos en la capa lipídica, el viento, la humedad, la temperatura, la disfunción en las glándulas productoras de lípidos o por cambios en su misma composición. Es decir, la capa de lípidos juega un papel importante en la prevención de la evaporación de la lágrima.
Para evitar que la lágrima se evapore o se vea afectada existen varias estrategias que se pueden llevar a cabo, como son el uso de lubricantes, compresas tibias, mantener una buena higiene de los párpados, reducir la exposición al aire seco o al viento, consumir suplementos de omega 3 y, sobre todo, buscar tratamiento en un consultorio médico.
Ojo seco: qué lo provoca
La capa lipídica es uno de los componentes esenciales de nuestras lágrimas y se produce gracias a unas pequeñas glándulas, llamadas glándulas de meibomio que son pequeñas estructuras de nuestros párpados.
En los párpados superiores tenemos entre 25 a 40 de estas glándulas y en los inferiores entre 20 y 30. Cada una de estas glándulas está formada por un grupo de células llamadas meibocitos, los cuales tienen características muy particulares ya que, a medida que estos maduran, acumulan grasas y cambian de forma, lo cual les permite liberar una sustancia llamada meibo, que está compuesta de grasas y es muy importante porque se mezcla con nuestras lágrimas cada vez que parpadeamos.
Las glándulas de meibomio pueden verse afectadas y llegar a perder su funcionalidad por diversas razones. Este deterioro se conoce como disfunción de glándulas de meibomio, una de las causas más comunes de afecciones oculares, relacionada a la aparición de ojo seco.
El envejecimiento también es un factor clave, ya que con los años las glándulas de meibomio pierden eficacia y se adelgazan.
También la inflamación crónica de los ojos puede obstruir las aberturas de las glándulas, causando acumulación del meibo y consecuente debilitamiento. Algunas personas pueden tener predisposición genética a perder estas glándulas, contribuyendo a que la lágrima se evapore más rápido y a la sensación de ojo seco.
El ojo seco es una condición que puede ser incómoda y afectar la calidad de vida.
Tratamientos y alternativas
Afortunadamente, existen diversas opciones de tratamiento que pueden ayudar a aliviar los síntomas y mejorar la salud ocular como son los cuidados básicos, que incluyen el uso de compresas calientes en los ojos y el mantenimiento de una higiene adecuada de los párpados.
Existen medicamentos como los antibióticos que pueden ayudar a reducir la inflamación de las glándulas, y suplementos que pueden ayudar a mejorar sus secreciones.
Actualmente, están surgiendo nuevas opciones de tratamiento para mejorar la función de las glándulas de meibomio y de la lágrima. Estos son procedimientos más avanzados e incluyen la terapia con luz pulsada intensa, que consiste en aplicar calor y presión en los párpados para despejar las obstrucciones.
También existen otros procedimientos como el sondeo de las glándulas meibomianas y la neuroestimulación intranasal. Sin embargo, sus efectos siguen siendo investigados.
El manejo del ojo seco requiere un enfoque personalizado, y combinar distintas estrategias suele dar mejores resultados.
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Autora
Frida Itzel Iniesta Pichardo. Estudiante de Medicina en la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Tecnológico de Monterrey.
Revisor
Este artículo fue revisado por Jorge Eugenio Valdez García, oftalmólogo subespecialista, master en ciencias médicas y doctor en investigación de cirugía. Es profesor y jefe del Servicio de Córnea y Cirugía Refractiva del Instituto de Oftalmología y Ciencias Visuales del Centro Médico Zambrano Hellion de TecSalud. Es líder del Grupo de Investigación (GIEE) Terapias Innovadoras en Oftalmología y Ciencias Visuales, de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud, del Tecnológico de Monterrey. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 2. Miembro titular de la Academia Mexicana de Cirugía.