Comer frutas y verduras es parte esencial de una dieta balanceada. Al ser ricos en vitaminas, nutrientes y fibra son necesarios para tener un buen estado de salud en general. Sin embargo, en México, el 83.8% de los niños de uno a cuatro años no tienen un consumo adecuado de estos alimentos.
En un estudio realizado para su tesis de maestría en Biociencias, Fernanda Bujaidar, nutrióloga de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Tec de Monterrey, analizó los datos representativos de toda la población, recabados en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) de 2018.
“Los resultados que obtuvimos son alarmantes, porque es a partir de esa edad que se establecen los patrones de alimentación de las personas”, dice Bujaidar en entrevista con TecScience.
Su estudio forma parte de una línea de investigación llevada por el grupo de Julieta Rodríguez de Ita, pediatra e investigadora del Hospital San José de TecSalud y Fabiola Castorena, profesora investigadora de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud, que busca entender cómo se está viviendo la primera infancia en nuestro país.
Su preocupación por el consumo de frutas y verduras nació hace cinco años, cuando analizaron encuestas pasadas y se percataron de que los niños preescolares no estaban representados en los datos que se comunican a la población general.
Además, no existen guías oficiales por parte de las autoridades de salud que establezcan qué cantidad de estos alimentos tienen que consumir los niños de estas edades para tener una nutrición adecuada.
“Es un grupo que está oculto, que no está visto”, dice Rodríguez de Ita en entrevista con TecScience.
Los niños en México no comen verduras
De acuerdo con Bujaidar y Rodríguez de Ita la situación es más grave de lo que esperaban, pues los componentes más comunes de la dieta de los niños de uno a cuatro años son bebidas endulzadas, botanas, dulces, postres, cereales azucarados, lácteos y agua.
Mientras tanto, el consumo de carne, huevo, frutas y verduras es extremadamente bajo. Esto podría ser aún peor, porque la Ensanut considera que un niño consume frutas y verduras en una proporción adecuada si come un mínimo 30 gramos de estos alimentos a la semana.
“Esto es equivalente a que un niño de esta edad coma la mitad de una manzana a la semana”, explica Bujaidar. Para ella, si fuéramos más estrictos en las mediciones, el alto porcentaje de niños preescolares que no los consumen sería aún mayor.
Las frutas y las verduras son alimentos ricos en fibra, lo cual mejora de manera directa la salud gastrointestinal, la saciedad y ayuda a disminuir ciertas enfermedades como la diabetes, el cáncer o las alteraciones de la microbiota.
“Un niño que consume frutas y verduras va a estar más satisfecho durante el día, sus picos de insulina estarán más estables, tendrá energía a lo largo del día y su desarrollo será óptimo”, explica Rodríguez de Ita.
Además, en el estudio descubrieron que los niños que no los comen tienen mayores probabilidades de estar catalogados en el grupo de sobrepeso y obesidad. Esto hace eco del hecho de que somos el país con mayor obesidad infantil en el mundo.
Para Rodríguez de Ita, es importante recalcar que este grupo de alimentos no puede ser reemplazado por ningún otro, ni por vitaminas o suplementos, es necesario consumirlas enteras.
Un problema multifactorial
Al realizar análisis estadísticos a los datos de la Ensanut, se percataron de que ocho de cada 10 niños no consumen suficientes frutas y verduras, pero también encontraron correlaciones que indican un problema multifactorial.
Existe una relación entre la situación de vida de estas infancias y su alimentación. Los niños que viven en zonas rurales, o que pertenecen a la clase baja, consumen menos frutas y verduras que los que están en zonas urbanas, o que pertenecen a la clase alta. También, los que viven en la zona centro del país consumen más frutas y verduras que los que viven al sur, por ejemplo.
La situación familiar también influye, pues si los padres no consumen verduras y frutas en casa y no acostumbran a los niños desde pequeños a comerlas, es probable que las rechacen.
¿Cómo solucionarlo?
De acuerdo con Rodríguez de Ita, el primer paso para comenzar a solucionar el problema es visibilizarlo, ya que no existen programas que enseñen a los niños preescolares y a sus padres la importancia de consumir suficientes verduras y frutas.
“Hay un reto gigante de educación y de salud pública”, expresa Rodríguez de Ita.
En política pública, es necesario seguir impulsando regulaciones que disminuyan la prevalencia de alimentos procesados, altos en grasas y azúcares refinadas. El ambiente obesogénico en el que vivimos complica aún más la situación.
También es necesario que −a nivel nacional− se establezcan pautas claras de las cantidades que deben consumirse de estos alimentos al día y darle prioridad a la disponibilidad de alimentos frescos y nutritivos.
¿Qué hacer desde casa?
En casa, la investigadora sugiere distintas opciones para estimular una alimentación adecuada en niños pequeños.
La primera es llevar a los niños a escoger las frutas y verduras y dejarlos lavarlas, existe evidencia científica de que la exposición a estos alimentos aumenta el consumo en niños.
También, si el niño los rechaza, puede formarse el nuevo hábito dándoles al menos una porción pequeña al día de una sola fruta o verdura durante 10 semanas y, poco a poco, ir introduciendo más variedad.
Por último, la técnica que más sustento experimental es la de las recompensas, esto es felicitar al niño verbalmente, darle una estrella o un regalo pequeño cuando coma frutas y verduras.
Como las políticas públicas suelen no avanzar tan rápido, Rodríguez de Ita invita a la población a reflexionar sobre el problema y empezar a solucionarlo desde casa. “Pensemos en nuestros hijos: cuando estén grandes, darles frutas y verduras es como comprarles un seguro médico desde bebés”, concluye.