Durante generaciones, médicos y profesionales de la salud han recurrido al peso y la estatura para evaluar si una niña o un niño tiene sobrepeso. Sin embargo, un nuevo estudio mexicano sugiere que este enfoque podría estar fallando. Los autores invitan a cuestionar el uso del Índice de Masa Corporal (IMC) y repensar cómo protegemos la salud de las infancias.
La idea del estudio surgió por la publicación de este año de la comisión The Lancet & Endocrinology, donde un grupo internacional de investigadores propone modernizar la clasificación de padecimientos metabólicos relacionados con el peso.
Su propuesta es que la definición de personas con normopeso, con sobrepeso u obesidad cambie a metabólicamente sana, con obesidad preclínica y obesidad clínica.
También sugieren complementar el IMC con mediciones de la cantidad de músculo, marcadores metabólicos —como glucosa en sangre— y otros datos para determinar si una persona o infancia tiene algún padecimiento del metabolismo.
El IMC se calcula dividiendo el peso en kilogramos entre la estatura, en metros, al cuadrado. En adultos, el valor obtenido se usa para clasificar a las personas, pero en niños se compara con tablas de crecimiento específicas por edad y sexo. Sin embargo, este indicador no diferencia si el exceso de peso se debe a la grasa o al músculo.
“Puede haber gente que salga mal en esos números (IMC) y no tiene obesidad como, por ejemplo, el Canelo Álvarez o The Rock, gente que tiene mucho músculo”, dice Cipatli Ayuzo, pediatra e investigadora de TecSalud y el Hospital Zambrano Hellión.
El nuevo estudio, en el que Ayuzo participa, propone una forma más completa de evaluar la salud metabólica en niños y niñas.
No todos los niños son realmente obesos
En el estudio, las investigadoras reclutaron a 111 niños y niñas físicamente activos de entre 6 y 11 años de edad, que jugaban en una liga de fútbol en Monterrey.
A cada niña y niño se les midió el peso, la estatura, el peso óseo y la cantidad de grasa y masa muscular. Además, se tomaron indicadores metabólicos como los niveles de glucosa y colesterol en sangre.
Con estos datos adicionales, el equipo aplicó una nueva propuesta, conocida como Marco de Clasificación de Obesidad 2025 (2025-OCF), desarrollado por expertos a partir de la publicación de The Lancet, para ofrecer una imagen más precisa de la salud corporal de las personas.
Los hallazgos fueron reveladores: usando únicamente el IMC, 58 niñas y niños fueron clasificados como con peso normal, 40 con sobrepeso y 23 con obesidad. En cambio, con la nueva clasificación, 56 fueron considerados con peso normal, 51 con obesidad preclínica y solo 4 con obesidad clínica.
“Había niños que tenían mucho músculo, que realmente no tenían problemas metabólicos y otros que, al revés, parecían que estaban bien, pero en realidad no”, dice Ayuzo.
De acuerdo con la investigadora, algunos de los niños y niñas previamente catalogados como obesos o con sobrepeso, en realidad tenían un mayor desarrollo muscular o huesos más pesados, mientras que niños aparentemente delgados tenían algunos marcadores metabólicos preocupantes.
¿Qué significa esto para madres, padres, pediatras y personal médico?
A futuro, las autoras del estudio proponen complementar el IMC con otros datos, como el perímetro de la cintura o el uso de básculas con bioimpedancia, que estiman el porcentaje de grasa corporal. Esto es importante en niños que hacen deporte o tienen huesos grandes.
Además, abogan por una visión menos simplista del peso: no todo niño con un IMC alto está en riesgo, ni todo niño con uno intermedio está sano.
Este tipo de investigaciones nos recuerdan que la salud infantil no puede medirse con una sola regla. Evaluar el cuerpo y el metabolismo con más detalle puede evitar errores de diagnóstico, intervenciones innecesarias y, sobre todo, ayudar a detectar riesgos de manera oportuna y sin prejuicios.
“Si como niño o niña vas con el pediatra y te dice que estás gordo o gorda, que tienes obesidad, te puede generar un estigma por el resto de tu vida y, a lo mejor, lo único que tenías era un exceso de músculo”, dice.
En tiempos en los que la obesidad infantil va en aumento en muchas partes del mundo, contar con herramientas más justas y precisas no es solo una mejora técnica: es una forma de cuidar mejor a nuestras infancias.
“El estudio tiene las bases científicas para decir ‘lo medí de todas partes y te estoy demostrando que es un niño sano, simplemente tiene un cuerpo más grande’”, expresa Ayuzo.
¿Te interesó esta historia? ¿Quieres publicarla? Contacta a nuestra editora de contenidos para conocer más marianaleonm@tec.mx