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¿Qué provoca las olas de calor?

A partir de 1960, año tras año, se observa un patrón de temperatura media global por encima de 1ºC.
imagen de un sol candente
Una ola de calor puede causar deshidratación, incluso, más estrés en las personas que puede derivar en problemas cardiacos. (Foto: Getty Images)

Experimentas un cambio repentino en tu comportamiento, tienes la sensación de interpretar a alguien que no eres tú. Fatiga, irritabilidad y sudoración, no necesariamente en ese orden ni al mismo tiempo, pero el entorno es estresante, casi hostil y tus hábitos cambian buscando el fresco. Estás en medio de una ola de calor.

Este fenómeno es más mortífero que los tornados, huracanes e inundaciones. La tercera ola de calor en México en 2023 creó un infierno en 20 estados, donde las  temperaturas superaron los 40ºC. Esta ola de calor no solo fue atípica por su intensidad, sino también por su duración.

“Sobreestimamos nuestras capacidades de reacción ante estos fenómenos y subestimamos los impactos que tiene el cambio climático”, dice Luis Fernández Carril, investigador de política internacional del Cambio Climático y Coordinador de Ruta Azul, el plan de sostenibilidad del Tecnológico de Monterrey.

La tercera ola de calor en México

Fernández Carril explica que lo que vivimos hace unos días se debió a un domo de calor. Este se forma cuando la alta presión atmosférica empuja hacia abajo el aire caliente y lo deja comprimido en un área particular. Esa masa de aire se acumula en condiciones estáticas y áridas. De este domo no escapa el calor.

Ese fenómeno puede ocurrir por variabilidad climática natural y es multifactorial. Por ejemplo, la tercera ola de calor en México fue protagonizada por la Oscilación Madden-Julian, una fluctuación atmosférica que inhibió la formación de nubes. Además, se sobrepuso la entrada de El Niño, que supone un calentamiento del océano y causa olas de calor, sequías y temperaturas extremas.

Cada evento aporta a la sensación de calor feroz, pero hay algo que en general exacerba la situación: el cambio climático.

Fernández Carril dice que apuntar que un evento particular se debe a cambio climático es difícil, porque el clima surge de patrones estadísticos, “no se trata de lo que vemos hoy por la ventana, eso es el estado del tiempo. Para que se considere clima necesitamos, al menos, 30 años de información, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM)”. En un registro de varios años es visible el comportamiento de la temperatura o la frecuencia y magnitud de eventos meteorológicos.

Algo de todo lo que se complica

A partir de 1960, año tras año, se observa un patrón de temperatura media global por encima de 1ºC. La señal de cambio climático. “Si correlacionas la temperatura con desastres naturales, aumentan en frecuencia y magnitud. Al observar eso puedes decir con certeza: no es natural, es cambio climático antropogénico”.

Pero no es todo, las olas de calor son más difíciles de vivir bajo ciertas condiciones: sequías, poco arbolado, islas de calor y nulas medidas de mitigación.

Parte del problema, indica Fernández, son las construcciones que no están listas para ofrecer el confort térmico necesario para rendir en ambientes académicos o laborales.

Mientras que en entornos de pobreza, agrega el investigador, hay casas construidas con materiales criminales. Para quienes trabajan a la intemperie, en construcción, jardinería, limpieza de calles o transporte y agricultura, las dificultades son mayores.

El informe de 2022 de la OMM, advierte que las olas de calor ejercen una presión extra sobre infraestructuras del sector de la electricidad, el agua o el transporte.

“El cambio climático no es un problema ambiental, es un problema civilizatorio, que afecta todo nivel de la sociedad. Exacerba los problemas que ya tenemos”, precisa Fernández y agrega que estos fenómenos amenazan la resiliencia de los ecosistemas y los organismos.

Lo mismo sucede con los sistemas humanos. Una ola de calor causa deshidratación y golpes de calor, incluso más estrés en las personas que puede derivar en problemas cardiacos; con el calor también se generan ambientes propicios para la reproducción de moscos y las enfermedades que transmiten, el chikungunya y el paludismo se esparcirán a nuevas regiones.

Sistemas de alerta temprana y medidas para mitigar efectos

Urge contener el avance del cambio climático, pero en favor de la sobrevivencia de las sociedad es vital mitigar sus efectos. El Lancet Countdown Sudamérica señala que gran parte de la mortalidad por olas de calor podría prevenirse con medidas de adaptación.

Fernández Carril es autor líder del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) en el grupo que revisa vulnerabilidad, impactos y adaptación al cambio climático. Él señala que los sistemas de alerta temprana serán cada vez más relevantes y que estos deben incluir un plan de acción para la población, las instancias que toman decisiones, a los servicios sanitarios y lugares de trabajo.

Entre las medidas que apunta el investigador están el eliminar planchas grandes de concreto, arbolar espacios y desentubar ríos.

Así como diseñar construcciones con materiales adecuados para enfrentar las condiciones ambientales que vienen. Como medida de política pública a nivel local, o en lo individual, comenta que también sirve pintar techos de blanco para que reflejen la luz solar y crear techos verdes. También importa la ventilación de las casas, que supone abrir ventanas y puertas muy temprano y por la noche, no cuando el sol está arriba porque ahí entra el aire caliente.

Pero estas medidas tienen límites. En términos de olas, apunta Fernández, el IPCC indica que “si la temperatura alcanza 1.5 grados, significa a nivel mundial 3,960 millones de personas expuestas a olas de calor mortal, de superar los 2 grados, que es probable que ocurra antes de 2050, serán 5,986 millones expuestas”.

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Autor

Geraldine Castro